BLAKE
—Positivo… —murmura Alice casi sin voz y con los ojos muy abiertos.
Parecía bastante en shock y su rostro estaba extremadamente pálido. Hasta podría jurar que sus labios temblaban ligeramente y Blake no sabía si estaba más cerca de sufrir un desmayo, o un ataque de nervios.
—Te dije que los lobos nunca se confunden… —le recuerda el beta con voz calmada.
“Ver. Yo tener razón. ¡Tocar a Amara ya!”, exige su lobo al tener al fin los resultados.
La criatura que anidaba en su interior hace aumentar su instinto a propósito y Blake necesita hacer un largo suspiro para contenerse. Sabía que sus ojos estaban violetas en ese momento.
“Sí, tenemos razón pero espera un poco más. ¿No ves que está procesando la situación?”, inquiere a su irritable lobo.
Era agotador discutir con él y contenerle constantemente, ¡y eso que apenas hacía un día que había empezado el reclamo!
Desde que se había levantado por la mañana, la Alice hambr
ALICE —¿De verdad había un atasco? —les pregunta Keane sin dejar de mirar primero a Blake y luego a ella con sus formidables ojos de acero. El alfa Daniels estaba apoyado en la mesa de Donovan con los brazos cruzados sobre su pecho haciendo que sus bíceps se marcaran y viéndose un tanto escéptico. —Lo juro —dice el beta con solemnidad—. Simplemente hemos tenido que hacer una parada técnica para discutir un asunto... —comenta de pasada sin entrar en detalles. Alice se sentía bastante avergonzada por presentarse delante de Keane oliendo por completo a sexo, pero la situación se les había ido de las manos. Si tenía que ser sincera, no se arrepentía para nada de haber tenido relaciones con Blake. El lobo había estado increíble, mucho mejor de lo que su limitada imaginación podía haber ideado nunca, y su pene… ¡oh señor su pene! Era malditamente delicioso. Sabía que durante el reclamo el sexo de los lobos sufría un considerable aumento de tamaño, p
BLAKE —¿Querrán los señores un vino para acompañar? —pregunta la camarera del restaurante con amabilidad después de apuntar los platos que habían ordenado para cenar. —¿Te apetece? —le pregunta a Alice que estaba entregando la carta de vuelta a la muchacha. —No bebo, soy abstemia. Además, hoy conduzco… —dice con voz suave. Blake la observa por un instante, no sabía que ella no tomaba alcohol. —Con un agua tendré más que suficiente… —responde Alice en una pequeña sonrisa. —Para mí una copa de vino tinto… —le pide Blake a la camarera. —Sí, señores. Enseguida les servimos —asiente la muchacha de inmediato y en otra sonrisa. —Gracias… —responde el beta con amabilidad. Así pues, la atenta camarera marcha para comunicar su pedido dejándoles solos. —¿Te gusta el lugar? —le cuestiona a su reservada compañera. Estaba complacido de que no hubiera muchas mesas en el restaurante esa noche pues se estab
BLAKE El lobo se revuelve despacio en la cama sintiendo la agradable calidez de otro cuerpo a su lado y sonríe de inmediato. Abre los ojos pesadamente para observar el rostro de su compañera de vida. Anoche se había quedado dormido aún con su pene en la vagina de su dulce compañera, anudado y entregado. Cuando Alice le había pedido con esa crudeza al lobo que la tomase, había perdido la cabeza por completo y ya no había podido resistirse, y aún menos, parar. Señor, poseerla y amarla sin restricciones había sido espectacular. Blake suspira un instante y se acerca despacio para besar y lamer su hombro izquierdo con delicadeza. Su lobo le había dado una buena mordida cuando estaba inmerso en la pasión de su coito, cosa que no recordaba haber hecho, pero parecía que estaba cicatrizando bien. Suerte tenía de que sus cuerpos estuvieran ya diseñados para sanar con rapidez ese tipo de magulladuras. Sin embargo, al inspeccionar su herida, despierta a Alice sin querer.
ALICE Abre la puerta con sigilo y con sus sentidos en alerta. Era estúpido pero se sentía como una ladrona entrando en su propio piso. La loba pone un pie dentro despacio, y sin hacer ruido, y automáticamente, oye la acusatoria voz de Megan desde la cocina. —Así que… ¿el beta de Fergus? —pregunta su amiga sin darle tiempo tan siquiera a darle los buenos días—. ¿En serio, Alice? —repite como si estuviera en un interrogatorio y ella fuera la criminal más buscada del universo. Alice cierra los ojos y suspira antes de contestar. La había pillado de lleno, además, se sentía como una hija siendo regañada por sus padres. —Así es, el beta de Fergus… —afirma entrando en el piso ya desistiendo de ser discreta. Estaba intentando olvidar con todas sus fuerzas su cargo y verle sólo como Blake, pero era misión imposible. Su compañera de piso estaba en la cocina tomando su desayuno aún con el pijama puesto y el pelo revuelto. Meg la miraba con recelo
BLAKE (Mientras tanto…) Blake no había desperdiciando ni un instante desde su salida del hotel, y con el permiso explícito del alfa Daniels, había ido directo a buscar a la beta Santiago quien ya estaba puesta al corriente de todo. El lobo necesitaba el apoyo y la ayuda de un miembro de Montigraus pues era de muy mala educación inmiscuirse en las funciones de otras manadas sin permiso. Y aunque esto fuera un poco distinto por la implicación de la doctora Chris, que pertenecía a la manada de Fergus, la clínica estaba en Montigraus y eso era jurisdicción de ellos. Por eso los dos betas habían decidido ir juntos. —¿Qué crees que vamos a encontrar? —le pregunta Nina de camino a la clínica. —Respuestas… espero… —responde Blake bastante meditativo. Su mente saltaba constantemente de Alice, a su reclamo, a la clínica, y de vuelta a la doctora. Sabía que debía haber algo que lo conectaba todo, necesitaba haberlo. Aparcan el coche, y de
ALICE Despacio, Alice se acerca a su apetecible lobo y se tumba encima de su cuerpo parar devora su boca como si fuera la última vez que fuera a probarlo. Blake, por su parte, cierra los ojos y suelta un placentero gemido mientras le devuelve el beso con paciencia y atención. —¿Te gusta hacerlo al aire libre, Amara? —le pregunta el lobo sonriendo al separarse y con una de esas sonrisas que le derretían el corazón. —Quizás me excita un poco… —admite Alice quien empieza a moverse restregando su necesitado cuerpo contra el de su compañero de vida. Nada calmaba ni reconfortaba más a los licántropos que el estar piel contra piel. El lobo jadea otra vez. Sentía perfectamente como el delicioso pene de Blake empezaba a hincharse de nuevo por sus caricias. Era sencillamente fantástico. —Te sientes tan bien, Amara… —murmura el lobo con otra brillante sonrisa y con sus manos en sus caderas empezando también a moverse contra ella de forma suave.
BLAKE El beta de Fergus sube las escaleras a paso cansado hasta el despacho de Keane. Se sentía agotado y sin fuerzas después de su viaje en el autobús. Había querido dormir durante el trayecto, pero en vez de eso, su lobo había decidido estar deprimido y llorar por Alice todo el rato. Al final, había utilizado el jersey de su compañera como cojín para sentir su esencia, así que la última hora había conseguido tener al fin un poco de paz interior y una molesta erección. No sabía cómo iba a sobrevivir esos días sin ella, y sobre todo, no sabía cómo no iba a perder la cordura en el proceso. —Bienvenido… —saluda Trish nada más cruzar la puerta. La omega de Fergus no tenía muy buen aspecto. —¿Aún sigues de malhumor? —pregunta Blake después de pasar primero por el baño. Keane les había convocado a ambos en su despacho para una reunión urgente. —Eso dependerá de ti… —responde Myers cruzando sus brazos sobre su pecho. Estaba frustrada
ALICE (Cinco días más tarde…) Después de unas largas y aburridas cuatro horas conduciendo toda sola, Alice llega por fin a Fergus. Todavía le resultaba extraño encontrarse de vuelta a su hogar pues en el último año, había estado evitando visitarlo a toda costa por miedo a encontrarse con Blake y desencadenar de nuevo su dolor. Ahora, su resolución y determinación en dónde antaño había puesto tanto y tanto esfuerzo, hasta le resultaban un poco estúpidas. Pero… ¿Quién iba a decirle lo diferente que sería su situación al cabo de un tiempo? Era imposible de saber, y aunque se lo hubieran contado por ese entonces, no lo hubiera creído. Resultaba demasiado bueno para ser verdad. La loba atraviesa todo Fergus con su Ford azul poniendo rumbo al domicilio del beta. En sus conversaciones telefónicas, aparte de calmarse mutuamente y hacer la espera menos tortuosa, habían estado hablando sobre qué hacer una vez Alice volviera. Sabían de sobras que sus lob