ALICE
(Cinco días más tarde…)
Después de unas largas y aburridas cuatro horas conduciendo toda sola, Alice llega por fin a Fergus. Todavía le resultaba extraño encontrarse de vuelta a su hogar pues en el último año, había estado evitando visitarlo a toda costa por miedo a encontrarse con Blake y desencadenar de nuevo su dolor. Ahora, su resolución y determinación en dónde antaño había puesto tanto y tanto esfuerzo, hasta le resultaban un poco estúpidas. Pero…
¿Quién iba a decirle lo diferente que sería su situación al cabo de un tiempo?
Era imposible de saber, y aunque se lo hubieran contado por ese entonces, no lo hubiera creído. Resultaba demasiado bueno para ser verdad.
La loba atraviesa todo Fergus con su Ford azul poniendo rumbo al domicilio del beta. En sus conversaciones telefónicas, aparte de calmarse mutuamente y hacer la espera menos tortuosa, habían estado hablando sobre qué hacer una vez Alice volviera. Sabían de sobras que sus lob
BLAKE Los dos se levantan en silencio del sofá y se ponen la máscara de lobo cubriendo así su rostro. Era curioso pero Blake podía ver cómo llevarla le daba cierta seguridad a su compañera. Lentamente, se coloca delante de ella y la acerca a su cuerpo por la cintura intentando calmar sus nervios. —Despacio… —le susurra acariciando sus hombros con sus dedos y empezando a desnudarla. Cómo ya sabían que era un paso que debían hacer, su compañera de vida se había puesto un sencillo vestido negro ceñido y de manga larga para facilitarle el trabajo. Blake saca su vestido con delicadeza por encima de su cabeza dejándola ahora con su ropa interior también negra. Lleva sus manos hacia su espalda buscando el cierre del sujetador y soltándolo. Alice da un pequeño respingo, toda la piel de su cuerpo se encontraba ligeramente erizada en esos momentos. —Concéntrate en mí, no pienses en nada más —le pide Blake en voz baja—. Confío en ti, Amara —sigue él clav
ALICE No sabía cuantos minutos llevaba a la carrera cuando, al fin, Alice alcanza el Santuario. Había salido tan aprisa, y con tanto alboroto, que no había caído en que a esas horas de la noche estaría cerrado. Además, el atuendo que llevaba quizás no era el más adecuado para echarse a correr a lo loco por el bosque. Sus medias estaban rotas y sus piernas cubiertas de arañazos por todos los arbustos que había atravesado. Su vestido negro era un completo desastre y dudaba que pudiese volver a ponérselo, pero nada de eso le importaba, sus esfuerzos no iban a caer en vano. No esa noche. Era demasiado importante. Atraviesa las puertas de Santuario de Fergus sin pensar y con su corazón en la garganta. El ser que buscaba estaba allí dentro, escondido en algún lugar, podía sentirlo, podía olerlo. «Ya casi llegar, un poco más adelante», dice la loba en su interior atenta a cualquier ruido. «Lo sé», responde Alice. Su cabeza iba a mil por hora,
ALICE Desde su salida del Santuario, la loba sentía todo su cuerpo invadido por una curiosa mezcla de ligereza y entumecimiento a la vez. Como cuando despiertas después de un largo tiempo y eres incapaz de ubicarte o de predecir qué hora es. Así era como se encontraba en esos momentos. ¿Era por haber descubierto la verdad al fin? ¿O por todo lo sucedido esa noche? Alice no sabía decirlo con seguridad. Habían ocurrido demasiadas cosas que aún no lograba comprender o que quizás, en realidad, no quería comprender. Su otra mitad llevaba en silencio desde la aparición de Blake en la arboleda y no había vuelto a decir ni una palabra. Sin duda, que quien reclamase a su Amara no fuera uno de ellos, sino un lobo común, no había sido ninguna de las opciones que se habían imaginado. Se sentía tan estúpida y avergonzada. Aunque Blake no sabía que no era la primera vez que le ocurría. De pequeña, solía encontrarse pidiendo a los canis lupus que jugasen con ella si
BLAKE Tenía el corazón en un puño. Darian, el bueno de Darian, el que casi podía llamar su familia... ¿su Amara? ¿De verdad? —Blake… —le llama Alice apretando su mano con fuerza. Él gira su cabeza despacio para mirarla. Sus ojos volvían a ser de ese precioso color ámbar, y sus puntiagudos caninos ya se marcaban preparados para atacar a su presa. Su respiración estaba acelerada y podía sentir la temperatura de su cuerpo y su olor corporal aumentar. La respuesta del reclamo, la estaban experimentando los dos a la vez. «¿Ella también lo siente?», cuestiona mientras su cuerpo se inunda de alivio y el pánico parece abandonarle poco a poco. Moría solo de pensar en hacerle daño a Alice otra vez. Sobre todo la noche en que le había confesado su amor. «Pues claro…», contesta su lobo. «¡Maldito lobo!», masculla entre dientes. «¡Haber empezado por ahí…!», se queja Blake aún nervioso. “Tú solo preguntar si yo estar chiflado
ALICE Todo ese día estaba suponiendo un desvarío. El castigo, el Santuario y ahora… ahora resulta que tenía a dos compañeros, a dos, dos Amaras. Darian y Blake. ¡Qué locura. Qué completa locura! Cuando su loba le había reclamado casi se queda traspuesta. Apenas empezaba a poder lidiar con Blake… ¿cómo lo iba a hacer ahora con dos? ¿Podía tan siquiera…? Tener a un compañero de vida era algo bastante intenso y exigente, tanto en lo emocional como en lo físico, por lo que había podido experimentar hasta ahora con el beta. ¿Iba su cuerpo a aguantarlo? ¿Estar pendiente todo el día de ellos? ¿Preocupada por todo? ¿Desearles sin descanso? Y… ¿tener relaciones sexuales con… los dos…? «¡Nosotras poder con Amaras!», le asegura su otra mitad con alegría. «Si tú lo dices…», responde Alice sin verlo tan claro. Quizás su loba era capaz de hacerlo, pero ella no lo tenía tan seguro. En esos momentos, los dos estaban sentados en los asi
DARIANEl aturdido lobo abre sus ojos y lo primero que divisa es a Alice Evans acurrucada en su pecho con una suave sonrisa dibujada en su rostro. Podía sentir por debajo de las sábanas su cuerpo completamente desnudo abrigándole en esa fría mañana de invierno, piel contra piel. Sus suaves manos estaban alrededor de su cintura sujetándolo con fuerza como si temiera que escapase.Se la veía tranquila pero un tanto distinta a cómo la recordaba. O quizás, en realidad, lo único distinto era el modo en que la veía ahora, porque en verdad ella era…“¡Amara!”, la llama su lobo feliz al ver su rostro dormido.“Amara…”, responde Darian en un suspiro. Eso era.Alice resultaba ser su Amara, pero no la única. No…Tenía a dos únicos, Alice y aquel que ahora también tenía sus manos en su vientre
BLAKE(Unas cuantas horas más tarde…)Los dos altos cargos de Fergus ya se encontraban reunidos en el despacho de Keane a la espera de que llegase la doctora Amybeth Chris. El ambiente estaba realmente enrarecido pues su amigo y alfa no había vuelto a mencionar ni una palabra sobre el delicado asunto de sus Amaras pero, por otro lado, evitaba mirarle a la cara. Aunque siendo honesto, a Blake no le molestaba demasiado.Keane necesitaba espacio para digerir la noticia sobre ellos y su adorado hermano pequeño e iba a darle todo el tiempo que necesitase. Y si ese era el precio a pagar, el beta estaba encantado de soportarlo.El silencio era mucho mejor que perder a sus compañeros de vida o a su amigo.“Pronto perdonarnos”, le asegura su lobo con aplomo.“Ya lo veremos”, responde Blake sin estar tan seguro como su otra mitad.Sabía que iba a ocurrir en algún momento p
ALICELa loba mira a su teléfono por tercera vez meditando qué hacer. Tenía que llamar a alguien y no sabía muy bien como decirle la noticia de Darian y ellos o tan siquiera por dónde empezar. Alice, después de dar una profunda respiración para calmarse, se arma de valor y tocar el icono para realizar la llamada.—¡Ali! —contesta una alegre voz al otro lado.—Hola —saluda ella con una sonrisa en los labios sólo de oír la voz de su querida amiga.Así es, aquella a quien tenía que llamar era a su amiga Meg.—¿Un día fuera y ya me echas de menos? —pregunta Megan divertida.—Por supuesto… —responde Alice.—Oh vamos, si me has cambiado por el señor beta de Fergus, creo que es un cambio a mejor —le recrimina.—Tú tampoco estabas mal —le devuelve A