BLAKE
El beta, sentado en la cama con sus codos reposando en sus rodillas y sin nada que cubriera su cuerpo, observa los primeros rayos del sol elevarse a través de las rocosas montañas del valle de Mistis. La noche anterior había nevado en abundancia y todo aquello que alcanzaba su vista estaba cubierto bajo un manto blanco empolvando graciosamente el pueblo de Fergus.
“Tomar una decisión”, le insta su lobo en su mente.
El beta suspira con pesadez y mira hacia sus manos.
“No diremos nada”, contesta Blake a su otra mitad al final.
“¿Estar seguro?”, insiste.
“Sí amigo, será lo mejor”, concluye decidido.
Después de meditarlo en profundidad, había llegado a la conclusión que la mejor forma de proteger a sus Amaras de lo que pudiera suceder, era justamente dejándoles en la más absoluta ignorancia. Así
BLAKEMyers y él empiezan a moverse de inmediato hacia el origen del ruido sin tan siquiera pensar.—Tienen agallas para ir detrás de Keane así… —murmura Trish alzando su cabeza hacia el cielo.—Pues sí. O se creen muy listos o han subestimado a nuestro alfa —acuerda—. Vamos, tenemos que ir deprisa —le insta el beta a la tercera de mando.Sabían que el tiempo que tardasen hasta llegar al alfa iba a ser crucial.—¡Blake! ¡Blake espera! —le llama de repente una voz proveniente de los árboles que se extendían a lo largo de la orilla del río.El beta, al oír su nombre, para en seco buscando esa figura escondida entre la oscuridad que pedía por él. Había reconocido esa voz de inmediato pues no era nadie más que la de su compañera Alice.—Amara… —susurra al ve
DARIANDespués de pasar toda la noche junto a su hermano para asegurarse de que no hacía ninguna tontería, el lobo vuelve a casa de Blake para pasar la mañana con sus Amaras. Necesitaba abrazarles con locura.Mira hacia el cielo siguiendo el sonido de los pájaros. El sol ya se levantaba por detrás de las montañas del majestuoso valle anunciando un nuevo día. Se sentía cansado y un poco aturdido pero su mente sólo pensaba en una única cosa.“Besar Amaras, tocar Amaras”, pide el lobo con impaciencia.“Enseguida”, responde Darian.Tan siquiera tenía fuerzas para discutir con su lobo y sólo quería permanecer al lado de Alice y Blake.Pasa la llave por la cerradura y la hace girar con suavidad para seguidamente atravesar la puerta y cerrarla a sus espaldas. Una vez dentro, cierra los ojos un instante para impregnarse del acoge
(1 mes más tarde…)ALICELa loba mira a lado y lado de la calle y sonríe. Era gracioso lo poco que le importaban ahora las miradas curiosas del resto de la manada, tanto de los que lo entendían como de los que no. Algunos quizás pensaran que la suerte le sonreía a Alice Evans pero en realidad, ya había pagado de sobras su precio incluso antes de empezar.Decidida, estrecha fuerte sus manos en las de aquellos que les habían otorgado una nueva vida, tenía a sus queridos Amaras uno a cada lado, Darian a su izquierda y Blake a su derecha, y sigue caminando admirando el animado mercadillo de Navidad.—¿Tanto te gusta el mercadillo? —le pregunta Darian con calma.—Sí que me gusta —admite ella asintiendo— . ¿Por qué lo preguntas? —inquiere Alice mirando a esos ojos azules que poseía su compañero.—Porqu&
ALICE —¿Y bien? ¿Qué es ese regalo que tenemos que hacerte? —le pregunta Darian después de terminar la cena. Sus Amaras estaban realmente hambrientos después de la carrera que había acabado ganando la omega Trish. Tal como había prometido, les había triturado por completo llevándose al fin la cena de lujo en el hotel Bentrose, el mismo en el que trascurrió su castigo. Aunque tenía que reconocer que el alfa Keane se había quedado muy cerca de la victoria. —Yo también tengo mucha curiosidad… —comenta el beta el cual no estaba muy contento con su resultado. Sus compañeros ese año habían obtenido el tercer y el cuarto puesto en la carrera quedando Darian por delante. Aunque Blake juraba y perjuraba haberse perdido ligeramente en el trayecto achacando a ese hecho su mal resultado. No obstante, Alice sospechaba que en realidad quería que su cachorro ganase pero la omega y el alfa les habían sorprendido a los dos con su velocidad. Alice mira a cada u
ACLARACIÓN Esta historia no pretende seguir ninguno de los cánones que ya se conocen sobre los licántropos para discernir entre clases sociales. Tampoco está basado en un universo omegaverse, por lo tanto, si hay alguien interesado en esa temática, quiero que sepa que no va a encontrarlo en esta novela. Sin embargo, aparecerán palabras como alfa, beta y omega con el siguiente significado: - Alfa: primero al mando, líder, se encarga de la manada. La manada lo elige (este punto se desarrolla a lo largo de la historia). No se nace alfa, cualquiera con las aptitudes adecuadas puede convertirse en alfa. - Beta: segundo al mando, consejero. Tiene po
BLAKE —Puedes ir más despacio si quieres… —dice el segundo al mando a su alfa un tanto molesto después de unos largos veinte minutos en un incómodo silencio. —Las prisas no van a solucionar nada... —suelta el otro lobo con misterio y en una ligera sonrisa. No es que su alfa fuera muy hablador, pero esa mañana, estaba extrañamente callado. —Eres tú el que me ha pedido venir, Keane —le recuerda Blake con sosiego—. ¿De verdad no vas a decirme qué tramas? —pregunta observando a su viejo amigo. Blake Heiss, actual beta de Fergus, hacía muchos años que conocía a Keane Daniels, su mejor amigo y ahora también alfa de la manada. Tiempo atrás, Keane y su familia estuvieron un tiempo viviendo lejos de su manada original, y fue entonces cuando se conocieron, en la época del instituto. Ya en sus años de juventud, el lobo había mostrado un carácter afable y comprometido, y ambos se hicieron amigos irremediablemente. Cuando esta etapa finalizó, el destino de
ALICE La música de la radio sonaba suavemente dentro de la cocina donde la loba estaba agachada en el suelo intentando arreglar la maldita cañería del desagüe. Llevaban unos largos quince días intentado solucionarlo pero no había manera de desencallarla. Lo único que deseaba era no montar otro lago en casa como ocurrió el lunes pasado. Ya había fregado suficiente por lo que le quedaba de mes, y además, se moría de ganas de dejar de comer comida para llevar. Estaba absolutamente concentrada en su tarea cuando de forma inesperada, el timbre suena y Alice se golpea la cabeza contra el mármol de la encimera a causa del susto. —¡Maldita sea! —profiere un voz alta y tocando su cabeza comprobando que no había sangre. Eso había dolido mucho—. ¿Quién puede ser? —se pregunta a sí misma en voz baja y extrañada. No estaba esperando a nadie a esas horas. Pero antes de responder, o de tan siquiera llegar a incorporase, dos olores que conocía demasiado bien
BLAKE —¿Cómo…? —pregunta Blake en completo shock. No podía creérselo. ¿Cómo era posible que la loba le hubiera rechazado? —Bromeas, ¿verdad? —inquiere el beta observando su rostro y sus apetecibles labios apenado por la negación de su beso. Todo su cuerpo hormigueaba por sentir a Alice. Cada centímetro de su piel estaba envuelto por una energía electrizante y un anhelo crudo y febril que nacía desde su estómago, y se esparcía como un torbellino por todos lados, tenía a su lobo interior al borde del colapso. Necesitaba con urgencia que la loba le tocara, le mordiera o le masturbara, lo que quisiera, pero no que lo apartarse. Si hacia eso iba a acabar con él. Blake no paraba de preguntarse cómo era posible que en todo el tiemp