Nigra Lupus
Nigra Lupus
Por: Laura A.
Prólogo

                                                       ACLARACIÓN

Esta historia no pretende seguir ninguno de los cánones que ya se conocen sobre los licántropos para discernir entre clases sociales. Tampoco está basado en un universo omegaverse, por lo tanto, si hay alguien interesado en esa temática, quiero que sepa que no va a encontrarlo en esta novela.

Sin embargo, aparecerán palabras como alfa, beta y omega con el siguiente significado:

- Alfa: primero al mando, líder, se encarga de la manada. La manada lo elige (este punto se desarrolla a lo largo de la historia). No se nace alfa, cualquiera con las aptitudes adecuadas puede convertirse en alfa.

- Beta: segundo al mando, consejero. Tiene poder de decidir sobre la manada en nombre del alfa. También es elegido por la manada. No se nace beta, cualquiera con las aptitudes adecuadas puede convertirse en beta.

- Omega: tercer al mando, consejero. También tiene el poder de decidir en nombre del alfa. La manada lo elige. No tiene nada que ver con ser sumiso ni con feromonas descontroladas. No se nace omega, cualquiera con las aptitudes adecuadas puede convertirse en omega.

Las tres figuras son necesarias e imprescindibles parar guiar la manada y decidir sobre su bienestar.

Como ya he dicho, no pretendo clasificar con esos nombres por clases sociales, todos los licántropos nacen con las mismas posibilidades y aptitudes.

Espero que esta información os sea útil.

******

La carta

El timbre del teléfono móvil sonaba en la distancia del despacho haciendo que rebotase en las paredes creando así un eco robótico, histérico y sordo. Sin embargo, el fuerte lobo estaba tan harto de su jornada que decide ignorarlo. En realidad, no estaba de humor para hablar con nadie en esos momentos. Y como si fuese un acto reflejo, toca su sien un instante masajeando su frente a la vez que profiere un largo y cansado suspiro.

—¿No va a acabarse nunca este día o qué…? —se queja entre la penumbra del pequeño y abarrotado despacho.

Lo único que le apetecía era regresar a casa cuanto antes, tomar una cena ligera y dormir hasta que el cuerpo no aguantase más. No obstante, las numerosas peticiones, reclamaciones y en especial, las cartas, no se leían solas. Así que hasta que no terminase con su tediosa labor, su ferviente deseo debía ser postergado.

El licántropo fija su mirada de acero en el montón de papeles acumulados en la mesa en los últimos días con gesto contrariado.

—Estoy seguro de que se multiplican solas… —vuelve a quejarse molesto.

Pero pragmático como era, decide organizar las cartas por urgentes y no urgentes aún su fatiga. Así, si al final no tenía tiempo de terminar al atardecer, se sentiría un poco menos culpable.

Sin embargo, cuando apenas llevaba unos minutos ordenándolas, una carta en concreto le llama mucho la atención y sus instintos se ponen en alerta máxima.

El papel con el que venía envuelta era de color ocre mientras un sello de cera, rojo como la mismísima sangre, estaba estampado en su parte frontal de forma elegante y estratégica. Ese, era el inconfundible sello de los Nocturnos el cual, por desgracia, conocía demasiado bien.

Así pues, se olvida por un instante de todas sus demás tareas y se dispone a descubrir de qué se trataba tal extraño envío. El lobo gira la carta con angustia, y sin poder contenerlo, su sangre se hiela al leer el motivo por el cual ahora ésta reposaba entre sus manos.

Su cubierta, escrita en una brillante tinta azul oscuro, decía así;

                       PETICIÓN DE TRASLADO DE MANADA.

                                         URGENTE.

—¿Traslado? —pregunta a la nada confundido y airado.

¿Alguien de los suyos quería transferirse a otra manada? ¡Imposible!

El alfa regente mira la dirección aprisa y es entonces cuando todo empieza a cobrar sentido. La petición provenía nada más, ni nada menos, que de la manada de Montigraus.

Con habilidad, el lobo desgarra la parte superior de la carta con una de sus afiladas uñas sabiendo con lo que iba a encontrarse en su interior.

“Queridos hermanos licántropos,

Adjuntamos la petición de la loba Alice Evans para realizar el traslado definitivo de la manada Fergus a la de Montigraus.

Como sabrán, el año pasado se incorporó como miembro provisional por asuntos laborales y ahora ha expresado el deseo de residir con nosotros de forma permanente.

Por ese motivo, precisamos de la documentación que se menciona en la página consiguiente que deseamos puedan proporcionarnos cuanto antes posible y que este trámite no se prolongue en exceso.

Esperamos una pronta respuesta.

Atentamente,

Donovan Santiago, alfa de la manada Montigraus.”

Sin perder el tiempo, Keane alcanza en un ágil movimiento su móvil, el mismo que había decido ignorar hacía tan sólo unos minutos atrás, y marca un número que se sabía de memoria.

—¿Diga? —responde la voz que esperaba oír desde la otra línea.

—¿Qué haces mañana? —pregunta el alfa sin tan siquiera saludar.

—¿Me estas pidiendo una cita? —inquiere su interlocutora de forma burlona.

—Qué más quisieras... —profiere Keane bufando—. Acabo de recibir una notificación para un cambio de manada... —explica sin irse por las ramas.

—¿¡Cómo!? —exclama la otra voz claramente sorprendida—. ¿De dónde? —inquiere sin poder creer sus palabras.

—De Montigraus… —se limita a decir el alfa con la voz más sosegada que puede.

Un pequeño y frío silencio sigue sus palabras hasta que su confidente decide responder.

—Alice… —murmulla la femenina voz cambiando su tono.

—Así es... —afirma el alfa confirmando sus sospechas.

—No sé qué podemos hacer si ya ha decido trasladarse… —comenta su tercera al mando en sintonía con sus pensamientos.

Otro suspiro escapa de sus labios.

—¿Todavía sigues pensando que tu instinto dice la verdad? —le pregunta sin rodeos.

No había olvidado sus palabras acerca la súbita partida de Alice el año pasado.

—Sí —admite secamente la otra—. Simplemente hay algo que no cuadra... ¿Qué más podría ser sino? —inquiere con calma.

—Temo que tengas razón... —expresa Keane al fin—. Fui un necio al aceptar que se marchara de ese modo sin profundizar en su verdadero motivo y pensar que no habría consecuencias... —se lamenta el alfa molesto consigo mismo.

Era un asunto al que le había estado dando numerosas vueltas, y cada vez más, veía con más claridad cual era la verdadera razón por la que la loba huyó de ese modo tan repentino de Fergus.

—Nada podía prepararnos para esto... —intenta calmarle su tercera al mando—. Aunque es difícil de confirmar sin verlo... —sigue con cautela.

—Cierto, pero tengo una idea. No estaré tranquilo hasta comprobarlo por mí mismo... —le informa.

—¿Cómo pretendes hacerlo? —cuestiona su interlocutora con curiosidad.

—Ya sabrás los detalles más adelante... pero antes de nada... ¿Puedes avisarle? —inquiere con voz suave—. Necesito que quien tú ya sabes esté presente...

—Está bien, le diré que debe acompañarte —acuerda la otra.

—Dile que le recogeré a primera hora... —comenta con autoridad.

—Bien, se lo comunico... —responde la voz.

—Gracias por tu ayuda… —se despide el alfa colgando con rapidez.

El fuerte lobo apoya su cabeza entre sus manos mientras observa el calendario lunar que decoraba su mesa y que le servía de recordatorio para los ciclos del nocturno y reinante astro.

Faltaban exactamente quince días para la siguiente luna llena, y el alfa de Fergus, no puede evitar reir sin ganas.

Así que Alice quería realizar el traslado antes de que llegase el nuevo periodo de enlazamiento...

"Loba astuta", piensa para sus adentros.

—Esta muchacha… —murmulla Keane sintiéndose agotado y restregando sus manos por su cansado rostro—. ¿En qué está pensando realmente…? —cuestiona de nuevo sin esperar respuesta alguna.

Si sus sospechas tornaban ser ciertas, él había cometido un grave y gran error dejando que partiera de la manada. Sin embargo, al mismo tiempo, eso iba a significar que Alice les había engañado a todos...

Y Keane Daniels, como alfa regente de la manada de Fergus, no iba a tolerar tal farsa ni tampoco iba a quedarse de brazos cruzados. Si al final resultaba ser todo cierto, Alice Evans iba a tener que pagar un precio muy pero que muy alto.

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