Mi corazón latía cada vez que Iskander me besaba. La cena estuvo deliciosa, en un restaurante fino en la ciudad. Erika había escrito; hoy era la fiesta de una amiga de ella y me invitó. Pero decliné dicha reunión. Por nada del mundo me perdería el quedarme con «Mi, no es nada».Actuábamos como novios, sin embargo, tenía claro que no lo éramos. De serlo solo duraría cuatro semanas más. Sin embargo, su manera de mirarme era cautivante, misteriosa y cautivadora. Nos habíamos quedado un buen rato en el parqueadero del restaurante dentro de auto. Hablando o compartiendo silencios, otras tantas besándonos hasta quedar sin aliento.—Me gusta mucho tu cabello rosado. ¿Piensas mantenerlo?—Por ahora sí. Luché mucho para obtener el permiso de mi madre, no quería dejarme cambiar de color. Además, no es un rosado escandaloso, es un rosado lindo.—Muy lindo. ¿Qué tal es Guarne?—Un pueblo frío. El año pasado, cuando le entregaron la finca en las tardes, usábamos ruanas. Se siente más fuerte en el
Llegamos a Guarne. La finca de los Zuluaga quedaba a veinte minutos del pueblo. Todo era montañas; como todo en Antioquia. Era una finca típica de esta región. Con una arquitectura conocida como fincas cafeteras. Se veía muy hogareña con los colores vivos, con helechos en los balcones, ventanas de madera y barrotes.Ella se bajó del auto de sus abuelos, parecía estar hablando por celular. Mi abuela y hermanita también se bajaron, les ayudé con las maletas. No logro comprender cómo la abuela traía una maleta gigante para pasar máximo tres semanas. Con razón el abuelo la regañaba.La situación con mi padre seguía igual de tirante, se había calmado porque mi madre aceptó el posponer mi mandato en las empresas hasta ser un profesional, la entrega de la herencia y las compañías seguirían por unos siete años más bajo su cuidado.A pesar de lo ocurrido notaba a mamá preocupada, se veía demacrada. En un mes nos volveremos a ver, sin embargo, me preocupaba. Ahora estaba con el abuelo arregland
No lo decíamos, pero lo sentíamos, fuimos claros, sin embargo, lo vivido había sido intenso y nuestros candentes momentos se quedarían en eso… Momentos. Seguía siendo virgen, no obstante, varios momentos fueron muy calientes. —Te debo algunas citas más, por los recientes golpes. —Cierto, Pelirosada. No sé cómo sobreviví en estas vacaciones de veranos. No alcanzarán los días que faltan para hacer cruce de cuentas. —No me has dicho cuál es la última cita. Dijiste que sería especial.—No lo he pensado. Algo se me ocurrirá. Pero cobraré ese dolor del trasero, me dejaste caminando lento por dos días —sonreí. Acuné su rostro entre mis manos.—Gracias, Iskander. Por recibir tantos golpes de mi parte.—Ha sido una proeza no morir por permanecer a tu lado. —iba a decirlo, pero él me calló—. No lo digas, es más fácil continuar si no lo dices. —Entonces, ingresa a mi habitación esta noche. —alzó su ceja.—¿Segura?—Solo ingresa, veremos que pasa después.Volvimos a besarnos y en esta oc
En el carro de los abuelos de Emily, iba mi abuela y mi hermanita, ellos salieron antes que nosotros. Nos fuimos en taxi, para poder besarnos si lo deseábamos, íbamos camino a Río Negro, donde queda el aeropuerto. No ha dicho nada, después de todo, no había nada por decir, solo sentir esa molestia en la garganta de querer decir lo que no se va a cumplir. La tenía abrazada y no me cansaré de darle besos en su cabello, siempre le olía muy bien. Mientras el auto subía montañas, pasé una a una las fotos que teníamos de los dos juntos. Me las pidió, y no se las he dado. Por eso en la última semana también sacó fotografías de ambos. La carpeta, con su apodo «Pelirosada», la tenía guardada en mi portátil. —¿Crees que nos volvamos a ver en algún momento? —Te mentiría si te dijera que no lo estoy anhelando. Y si llega a pasar, tenemos un preacuerdo. Nada más espero no recibir golpes. —Se echó a reír, se aferró más a mí. —Gracias por ayudarme a asimilar la muerte de mi madre. —Emy… —Tr
Habíamos llegado a Bogotá. Esperábamos en la sala de espera a que saliera el avión con destino a España y de ahí hacíamos otro trasbordo para llegar a Turquía. No he dejado de mirar las fotos que tengo con ella, la que más me gustan son cuando he captado su vulnerabilidad, cuando capturé su nostalgia. Una en la piedra de El Peñol y varias cuando veía llover en la finca de sus abuelos. —Todo estará bien hijo.—Lo sé abuela.—Son muy jóvenes. Y recuerda que en la vida nada es casualidad. Todo tiene un propósito, bueno, malo, reflexivo. Sin embargo, cada ser humano se cruza con quienes debían cruzarse.—¿Crees que nos volvamos a ver de nuevo?—Posibilidades las hay. Los abuelos de los dos viven en la misma ciudad y son muy amigos. Además, sin que se conocieran, coincidieron de maneras tan atípicas… No pierdas la esperanza y puede que la vida te sorprenda. —Iskander, tengo hambre.La abuela y yo nos reímos. No hace mucho habíamos almorzado en el aeropuerto El Dorado. Los nervios siemp
Las vacaciones de verano habían llegado a su fin. Mañana regresábamos a Atlanta. En unos días retomaba clases. Fácil… No, para nada. La ausencia de Iskander me dejó de frente con el vacío de mi madre. Sin embargo, lo vivido con él. Me había dado una nueva visión ante lo pasajero que podía ser algunas personas y lo importante que llegaban a ser para tu vida. Cuando volvimos el fin de semana pasado de la finca con mis hermanos y mi padre a quien veía desde lejos observar el horizonte y llorar. Aun así, no había dejado de estar para nosotros. Nos dijo del cambio de casa, de vida y sus nuevos proyectos. Nos tomó a todos de sorpresa, sin embargo, era su deseo. Nosotros debíamos adaptarnos de nuevo a una nueva escuela en los Ángeles. Yo debía devolver el afecto apoyándolo. Mi madre lo hubiera deseado. Desde la partida de ese enigmático caballero de armadura resistente a mis golpes, me la pasaba mirando el celular para ver si al menos había algún mensaje que diga: «Hola, Pelirosada». Pero n
Enero del 2020No era fácil enfrentar a los fantasmas del pasado. Hace cuatro años habíamos partido de esta ciudad luego de la muerte de mi hermana… —No pienses en eso—. Navidad la pasamos en la nueva casa, el Año Nuevo igual. Mi madre volvió a ser la misma de hace muchos años y eso nos hizo muy feliz. Eren Aslan, mi abogado y quien fue el hombre de confianza del abuelo, se mantuvo alejado en secreto para que papá no le hiciera nada. Había sido de gran ayuda, el abuelo le dejó órdenes estipuladas estrictas para nuestro bienestar y el de sus nietos.Gracias a su ayuda nos hemos podido liberar de tantas ataduras de ese señor, Serkan continuó con sus negocios, lo documentábamos. Pero no era tiempo para enfrentarlo. Lo importante era mantener una paz mental lejos de él. Mi madre se veía sonriente y poco a poco volvió a ganar confianza de sí misma. Dejó el cigarrillo una vez más, volvió a ganar peso y ahora tenía sesiones con una psicóloga dos veces a la semana.Mis abuelos regresaron a
Cumplir años sin tu madre no era algo agradable, sin embargo, por esos hombres que ahora corrían para poner unos globos, la torta no muy bien hecha y tratar de hacer lo que mamá solía hacer me hizo tragarme las ganas de llorar. No podía pagarles con indiferencia. Además, mi mente estaba en Estambul, él también estaba de cumpleaños… Sí, el chico que te hacía suspirar también celebra hoy su nacimiento. Era una sensación extraña. Por el dolor en nuestros corazones se sentía en el ambiente. Aun así, lo celebramos, no como otros años, pero si con lo esencial. Ya habíamos sobrevivido a la primera Navidad y Año Nuevo sin ella. Luego de cantarme, comer el pastel… que no le quedó tan rico a Emiliano, pero importa la intención. Papá nos llevó a un cine, luego a una repostería para comer una porción de la torta decente. Nos forzándonos a sonreír para no hacer enojar el recuerdo de la mujer que nos llenaba de alegrías la existencia. Recibí muchas llamadas, abrazos de compañeros y familia. Mis a