Silver observó la situación con detalle, Ángela Lee había abandonado su departamento cerca de las diez de la noche, caminó lentamente hasta el bar que acostumbraba a visitar y se sentó en la barra a disfrutar de un par de tragos.Él entró diez minutos después que ella, buscó el mejor sitio del lugar para sentarse, ubicado contra una esquina y diagonal a la morena, pidió una bebida con bajo contenido alcohólico y esperó.Aquella asignación se había vuelto extraña, prolongándose demasiado tiempo para su gusto; desde el inicio de la misma el asesino aceptó dos misiones, una de ellas fuera del país, cumpliendo los objetivos de manera eficiente en el menor tiempo posible; solo para regresar a su puesto de ‘niñera’.«Qué aburrido…»Aunque eso quería creer en verdad, sin
Ángela abrió los ojos sintiéndose mareada, somnolienta y desorientada. No conseguía hilar dos pensamientos de forma coherente, parecía que su cuerpo se hundía en el colchón por un peso invisible, incluso abrir la boca para hablar era una tarea titánica.―Está bien, Angie ―escuchó una voz que pensó era parte de un sueño―. Está bien, estás a salvo.Cerró los ojos de nuevo, pensando que todo era eso, un sueño, y que si tenía algo de suerte, al despertar, estaría en su casa, y David no iba a encontrarse frente a ella.Sin embargo, antes de sumergirse de nuevo en las profundidades nebulosas del inconsciente, creyó que la tibia mano que sostenía la suya era demasiado real.David la vio removerse y abrir los ojos con mucha dificultad, supuso que poco a poco el efecto del somnífero que le dieron estaba disminuyendo y p
―Hola, princesa. ¿Cómo te sientes? ―preguntó Alex, mirando la escena con diversión.No pudo controlar el tono burlón de su voz, era una estampa digna de recordar para la posteridad. David parecía el príncipe encantado que acababa de rescatar a la damisela en apuros, arrancándola de las terribles garras de un monstruo.Inclusive el ambiente le ayudó, porque esa mañana el clima había amanecido frío y el cielo se pintó de un triste color plomizo, pero cuando David pisó la calle tras abandonar el edificio, un rayo de sol tibio y brillante se posó sobre ellos, dándole a la pareja un aire casi mágico.―Si yo soy la princesa, ¿qué eres tú? ―devolvió Ángela―. ¿El troll debajo del puente? ―inquirió con sorna.―No, el ayudante feo y jorobado del príncipe ―respondió David, sumándo
Ángela se despertó una vez más, sintiéndose un poco mejor. Su cabeza se encontraba más despejada y el dolor de cabeza solo era una leve molestia que poco a poco se iba desvaneciendo.Sin embargo, los nervios la atacaron porque no reconoció dónde estaba y eso también hizo que su memoria de las horas previas se esfumara como si no hubiesen sucedido.El lugar era espacioso, fresco y las cortinas de las ventanas filtraban la luz del sol; la morena escuchó con atención, procurando detectar los sonidos exteriores para saber dónde estaba, solo el repiqueteo de la lluvia inundó la habitación.―Necesito cepillarme los dientes ―dijo en voz baja.Salió de la enorme cama, sus músculos se quejaron pero al menos sus rodillas soportaron el peso del cuerpo, encontró sus zapatos en el suelo, al alcance de sus pies para ponérselos de inmediato; se dirigió al baño, se encontraba justo después del vestidor.Tras echarse agua fría en el rostro su mente se volvió más clara, recordó subirse al auto con Alex
David se sumó a la mesa y comieron en silencio.―Gracias ―dijo Ángela de manera repentina, mirando de reojo a su ex―. Por todo, incluido traerme aquí mientras pasaba el resto del efecto del somnífero y también por el cepillo de dientes…―¿Cepillo de dientes? ―indagó David, un tanto perplejo por sus palabras.―Sí, usé un cepillo de dientes nuevo en el baño de la habitación ―comentó la morena.―Pffffft… ―Alex no pudo aguantar la risa ante la cara confundida de su amigo.―No tienes por qué ―aseguró él, sonriéndole―. Eso incluye el cepillo de dientes. ¿Hablaste con Jade?―Sí, hace un rato. ―Ángela descansó los cubiertos en el plato vacío―. Aunque ya no tengo batería, así que hablaré más cuando llegue a mi departamento.David y Alex se miraron a los ojos con cara de circunstancias, mientras ella dormía en la habitación ellos conversaron sobre las opciones que tenían para protegerla. Tras un breve debate, concordaron que era mejor ser honestos con Ángela, y debían tratar de convencerla de q
Laura se despertó en la mañana sintiéndose miserablemente mal, al paso que iba pronto tendría que ir al gastroenterólogo porque su estómago parecía ser una entrada al séptimo círculo del infierno.Al no encontrar a David se sintió peor, sin embargo no pensó nada al respecto. Noah desayunaba en silencio en el comedor, con expresión triste y nerviosa. La pelirroja decidió llevarlo a casa de sus padres, solo con verlo la irritación se irradió por todo su cuerpo, exacerbando la acidez estomacal.Ya al mediodía estaba nerviosa, su esposo no daba señales de vida, y aunque no era nada nuevo que no la contactar, al menos siempre sabía dónde estaba y con quién, porque la costumbre los obligaba a tener chofer.Solo que antes de salir del pent house los empleados le dijeron que David había salido por su cuenta.Durante la comida con el resto de la familia ―incluidos su hermano y familia― Laura decidió buscar la ubicación del auto de su esposo, una vez que tuvo el posicionamiento, envió a uno de
―¿Por qué no le respondiste el teléfono a Laura? ―preguntó Pilar al verlo, sus ojos destilaban desprecio. Por su parte, David la imitó, su gesto frío e indiferente fue un choque para la mujer que siempre lo percibió como alguien cobarde y aprovechado.―Porque estaba ocupado tratando de resolver problemas de la empresa ―respondió de inmediato―. Si respondo una sola llamada y no le gusta mi respuesta, procede a llamarme cada media hora lo que dificulta que lleve a cabo mi trabajo… En estos momentos no puedo ser el títere de su hija, hay verdaderos problemas que solucionar.Jacobo observó la interacción con cierta indiferencia, nunca intervino entre esas dos personas, a menos que David cruzara alguna línea innecesaria, que solo sucedía en las ocasiones en que Pilar se excedía con los insultos.Él sabía que su yerno exacerbaba los nervios de su esposa por una simple razón: David Hansen le recordaba notoriamente a Bianca Lee.Una mujer de orígenes humildes que se hizo a sí misma hasta conv
Ángela estaba recostada en el sofá, concentrada en el libro que estaba leyendo. David caminó los escasos pasos que conectaban el vestíbulo a la amplia sala comedor y la encontró allí.El alivio en su rostro fue tan obvio que fue imposible no notarlo, y cuándo ella posó sus ojos en él, tuvo que preguntarle por qué sonreía de aquella forma.―Estoy feliz de que estés aquí ―respondió con honestidad―. Por un momento tuve miedo de que te hubieses ido.La morena cerró el libro y lo dejó a un lado, hizo una mueca con la boca que a David le pareció muy graciosa, un impulso fugaz cruzó su mente, el deseo de besarla fue tan avasallador que lo paralizó por un segundo.Ella tomó una gran bocanada de aire y dejó escapar el aliento lentamente.―Después de hablar con Robin decidí acceder a tu propuesta ―habló.A David no le gustó lo que dijo, pero no se opuso a ello.―¿Por qué su opinión es más importante que la mía o la de Alex? ―inquirió, alejándose a la cocina con las bolsas. Ángela lo siguió con