Ángela estaba recostada en el sofá, concentrada en el libro que estaba leyendo. David caminó los escasos pasos que conectaban el vestíbulo a la amplia sala comedor y la encontró allí.El alivio en su rostro fue tan obvio que fue imposible no notarlo, y cuándo ella posó sus ojos en él, tuvo que preguntarle por qué sonreía de aquella forma.―Estoy feliz de que estés aquí ―respondió con honestidad―. Por un momento tuve miedo de que te hubieses ido.La morena cerró el libro y lo dejó a un lado, hizo una mueca con la boca que a David le pareció muy graciosa, un impulso fugaz cruzó su mente, el deseo de besarla fue tan avasallador que lo paralizó por un segundo.Ella tomó una gran bocanada de aire y dejó escapar el aliento lentamente.―Después de hablar con Robin decidí acceder a tu propuesta ―habló.A David no le gustó lo que dijo, pero no se opuso a ello.―¿Por qué su opinión es más importante que la mía o la de Alex? ―inquirió, alejándose a la cocina con las bolsas. Ángela lo siguió con
Ángela regresó a su departamento el día lunes, el fin de semana fue un ir y venir de momentos intensos entre ella y David.Él intentaba acortar las distancias, había perdido la vergüenza por completo, dispuesto a que ella aceptara que tampoco lo había superado durante todos esos años que estuvieron separados y que, si los dos ponían de su parte, podrían luchar por un futuro mucho mejor del que habían deseado.Por suerte para la morena, Alex apareció el sábado en la noche acompañado de un par de botellas de escocés que sirvieron para pasar la velada. Como aún quedaban residuos del somnífero en su sistema, el alcohol la noqueó poco después de la medianoche, y se quedó dormida en el sofá. El domingo despertó en la cama, cuando salió del cuarto encontró a los dos hombres durmiendo en el sofá y el suelo respectivamente.Alex volvió a su departamento después de desayunar, pero regresó después del almuerzo; el lunes se apersonó de llevarla hasta el café, y le aseguró que iban a protegerla.―
―Entiendo perfectamente que nuestra relación no es la mejor, señorita Lee ―objetó Ruben―. Sin embargo, es de buena educación aceptar los gestos amables de las personas.―Pffffft… ¿Gestos amables? ¿Cómo mandar a su secretario a drogarme el viernes por la noche para hacerme quién sabe qué? ―cuestionó con burla descarada. Ángela no se sintió intimidada por la mirada amenazadora del hombre―. Siento que esta puesta en escena es ridícula, no entiendo los motivos que usted tendría para contactarme, a menos que sea que desee amenazarme por el “bien” de su familia y su nieta Laura, como sucedió años atrás. ―Hizo los gestos de comillas con las manos; luego soltó una exhalación de fastidio y procedió a sentarse frente a él―. No tengo ningún interés en ninguno de ellos, y me da lo mismo si su nieta tiene delirios de grandeza o complejos de estupidez, no es mi problema, mientras ella y su esposo se mantengan lejos de mí estaremos bien…Ruben la observó con detenimiento por un momento, Ángela habló
Esa mañana Laura llegó a casa de sus padres a petición de su abuelo; entre su trabajo, los escándalos de ambas familias y su estado de salud deteriorado, evadió la conversación con él, no obstante, Ruben le exigió que debían verse esa mañana y no podía dilatarlo más.Lo primero que vio al entrar a la casa fue a Noah, se encontraba desayunando junto a Ruben y sus primas. Para el anciano no pasó desapercibido la mirada llena de miedo y tristeza de su bisnieto; el pequeño, que segundos antes estuvo riéndose de las historias de su prima mayor, se sumió en un profundo mutismo y bajó la vista a su plato, evitando el contacto visual con la pelirroja.―Vayamos al estudio ―indicó el patriarca de la familia, Laura ni siquiera saludó a Noah, siguió a su abuelo, caminando despacio a una distancia respetuosa de él, ignorando la expresión dolida de su hijo.―¿Qué deseas hablar conmigo, abuelo? ―preguntó ella, ayudándolo a tomar asiento en la butaca junto a la ventana.―Siéntate ―ordenó Ruben, Laura
―¿Qué hacía Ángela Lee aquí, padre? ―preguntó Jacobo al entrar.Ruben miró a su hijo, aquel hombre parecía tener su misma edad, era un ser sin fuerza, como si hubiese perdido la voluntad de vivir desde hacía años. No pudo esconder su decepción.Jacobo ya conocía esa expresión, no le importaba lo que su padre pensara de él, dejó de perseguir su aprobación una vez se divorció de su primera esposa. Creyó que, en cierto modo, había cumplido con su voluntad cuando nació Antoni, al fin que el heredero que tanto deseó Ruben ya estaba en el mundo.Él no se creía una buena persona, aunque no se embarcó en nada ilegal, tampoco se comportó de manera ética ni correcta; Jacobo estuvo dispuesto a sacrificar a su primogénito, como si su padre fuese una especie de demonio esperando la ofrenda en un altar. Ese fue el motivo por el cual se rebeló, él había visto al amor de su vida desaparecer tras su boda, y eso le rompió el corazón, condenando su vida de casado, a pesar de que su esposa no tenía culpa
Ángela sostuvo a Noah entre sus brazos todo el trayecto, el pequeño niño pelirrojo recostó su cabeza en el hombro de ella y sollozó en silencio durante el viaje.―Estarás bien, Noah ―le aseguró la morena, dándole palmaditas en la espalda―. Llamaremos a tu papá cuando lleguemos a mi trabajo. ¿Te gustaría comer torta de chocolate? ―preguntó con suavidad―. También hay helado, si quieres, podemos comer brownies con helado y jarabe de chocolate.Él no dijo nada, solo se estremeció un poco y ella pensó que podía tener frío; Ángela lo abrazó con un poco más de fuerza y frotó sus brazos de manera delicada.―¿Te gustaría ver otras fotografías? ―insistió en hablarle―. Puedo mostrarte todas las fotos que he tomado, también puedo enseñarte a usar mi cámara… ¿qu
Ángela recogió sus cosas y subió al estudio del último piso para dejar todo en un lugar seguro.Apenas entró, depositó el bolso en una mesa. Se detuvo en medio de la sala vacía, observando por los amplios ventanales cómo la tarde decaía rápidamente. El frente nublado volvía deprimente el ambiente, rodeada de soledad, Ángela se sintió asfixiada.En años anteriores, solía hablar en voz alta cuando estaba sola, con la única finalidad de llenar el vacío que la ausencia de su madre dejaba. Por más que se hubiese emancipado, evitando terminar en un orfanato, no significaba que había dejado de ser una adolescente asustada del futuro, cansada por el peso de las responsabilidades, desesperada por las injusticias de la vida.Al igual que en ese entonces, estaba sola.Incluso peor, al menos durante esos años tuvo a David, Alex y
Hay momentos en la vida en los que el alcohol parece no tener efecto en el cuerpo, que por más que una persona desea beber hasta quedar inconsciente esto no sucede; siguen muy conscientes de su entorno, sus pensamientos no se difuminan, y a pesar del mareo, conservan total dominio de su cuerpo.Ángela pensó en ese momento que tal vez el whisky no le funcionaba por la cantidad de ira que sentía; especulando estrictamente como médico, creyó que esas emociones alteraron de tal forma su metabolismo que su cuerpo no procesaba el licor de la manera convencional.Lo cual era muy decepcionante.Ni siquiera sabía la hora que era y tampoco era que le importase demasiado; la idea de regresar a su departamento se le antojó aterradora. ¿Qué iba a suceder ahora? ¿Iba a ser cazada por Ruben Miller para que le donara su hígado?―Ese hombre no tiene vergüenza ―susurró a la nada, bebiéndose el último trago de la segunda botella.Se palpó los bolsillos en busca de su móvil, sin importar cuánto detestaba