Aunque la cafetería cambió su estilo y el nuevo era dinámico y atractivo, continuó sirviendo solo postres.
La adición al menú fue que, a cambio de la partida de Leo, un chef maestro heladero y un barista se sumaron al equipo, ampliando la variedad de postres, permitiéndoles servir helados hechos por el propio chef; aparte del hecho de que comenzaron a ofrecer nuevas variedades de bebidas con bajo contenido de alcohol.
El ambiente vintage, con poster de bandas de rock, muebles de cuero, paredes enchapadas en madera, guitarras y luces de colores, le daba al lugar un aire bastante festivo, sin perder su esencia original. Los uniformes pasaron a ser un poco menos formales, pero se mantuvo el aspecto elegante, característico de la presentación de sus postres.
Incluso la ampliación de la barra, dejando un espacio amplio para tomar asiento, daba la sensación de estar directamente en un bar, mi
Ángela experimentó una sensación extraña, como si estuviese viviendo una escena sacada de una novela de mediodía que a su mejor amiga le gustaban tanto.David no la estaba mirando a ella, en realidad, tras desearle éxito, sus ojos se enfocaron única y exclusivamente en Robin, quien a su vez, lo observaba sin vergüenza, como si ambos estuviesen midiéndose antes de una pelea.La verdad era que la atmosfera fue cambiando de manera sutil, incluso las mesas más cercanas a ellos se quedaron en silencio, atestiguando la confrontación silenciosa entre los dos hombres, más parecidos a dos bestias a punto de saltar a la yugular de su contrincante.Robin era como un tigre, incluso su postura tenía cierto aire felino; en cambio David era un lobo, salvaje, vigilante, destilando una energía oscura y algo perturbadora.Cof, cof…Ella tosió un poco para romper la tensión, sin embargo, la lucha de miradas entre ambos hombres prosiguió como si nada.―Gracias ―respondió la morena con cortesía, luego sol
Laura agotó su energía al cabo de un rato, entró en un estado catatónico, incapaz de moverse, hablar o incluso pensar. Tras el ataque de histeria que tuvo al ver a David entrar al local y dirigirse a Ángela, se desconectó de la realidad, hasta el punto en que no se percató del momento en que su esposo se marchó del lugar y el café cerró acabando su turno nocturno.Cuando por fin volvió en sí, los autos estacionados en torno a la cuadra se habían marchado, siendo reemplazados por los de la gente que se dirigía a los bares y discotecas que se encontraban en la zona: al fin y al cabo, en una ciudad como aquella, que dormía poco y con una activa vida nocturna, salir de fiesta un jueves por la noche era casi una tradición.La pelirroja observó el reloj de su móvil, la medianoche había llegado y ella no sabía en dónde estaba David ni con quien.Su cabeza se llenó de imágenes, su imaginación desbocada la torturó durante unos intensos minutos en los que Ángela y su esposo se revolcaban apasio
David despertó debido al dolor de cabeza, abrió los ojos y tuvo una sensación de déjà vu desagradable. Aunque no reconoció el entorno ni pudo recordar lo que sucedió la noche anterior, el resto de su memoria estaba intacta, no obstante, la habitación se le hizo extrañamente familiar.Gimió de cansancio y dolor cuando intentó sentarse, fue en ese instante en que reconoció el lugar.Su corazón empezó a latir desbocado, lleno de pánico ante la realidad. Se encontraba completamente desnudo, y a su lado, podía sentir el calor desagradable del cuerpo de otra persona.No tenía que ser un genio para saber quién era esa otra persona.«¡Maldita sea!»La impresión borró de un solo golpe la resaca, dejando atrás el dolor de cabeza y el asco de sí mismo. Intentó rememorar los hechos, fragmentos de memoria llovieron sobre él, ninguno demasiado preciso. Laura sobre su cuerpo, una conversación con un desconocido al cual le contaba que amaba a Ángela, la ciudad pasando por la ventana de un auto, Robin
Silver observó la situación con detalle, Ángela Lee había abandonado su departamento cerca de las diez de la noche, caminó lentamente hasta el bar que acostumbraba a visitar y se sentó en la barra a disfrutar de un par de tragos.Él entró diez minutos después que ella, buscó el mejor sitio del lugar para sentarse, ubicado contra una esquina y diagonal a la morena, pidió una bebida con bajo contenido alcohólico y esperó.Aquella asignación se había vuelto extraña, prolongándose demasiado tiempo para su gusto; desde el inicio de la misma el asesino aceptó dos misiones, una de ellas fuera del país, cumpliendo los objetivos de manera eficiente en el menor tiempo posible; solo para regresar a su puesto de ‘niñera’.«Qué aburrido…»Aunque eso quería creer en verdad, sin
Ángela abrió los ojos sintiéndose mareada, somnolienta y desorientada. No conseguía hilar dos pensamientos de forma coherente, parecía que su cuerpo se hundía en el colchón por un peso invisible, incluso abrir la boca para hablar era una tarea titánica.―Está bien, Angie ―escuchó una voz que pensó era parte de un sueño―. Está bien, estás a salvo.Cerró los ojos de nuevo, pensando que todo era eso, un sueño, y que si tenía algo de suerte, al despertar, estaría en su casa, y David no iba a encontrarse frente a ella.Sin embargo, antes de sumergirse de nuevo en las profundidades nebulosas del inconsciente, creyó que la tibia mano que sostenía la suya era demasiado real.David la vio removerse y abrir los ojos con mucha dificultad, supuso que poco a poco el efecto del somnífero que le dieron estaba disminuyendo y p
―Hola, princesa. ¿Cómo te sientes? ―preguntó Alex, mirando la escena con diversión.No pudo controlar el tono burlón de su voz, era una estampa digna de recordar para la posteridad. David parecía el príncipe encantado que acababa de rescatar a la damisela en apuros, arrancándola de las terribles garras de un monstruo.Inclusive el ambiente le ayudó, porque esa mañana el clima había amanecido frío y el cielo se pintó de un triste color plomizo, pero cuando David pisó la calle tras abandonar el edificio, un rayo de sol tibio y brillante se posó sobre ellos, dándole a la pareja un aire casi mágico.―Si yo soy la princesa, ¿qué eres tú? ―devolvió Ángela―. ¿El troll debajo del puente? ―inquirió con sorna.―No, el ayudante feo y jorobado del príncipe ―respondió David, sumándo
Ángela se despertó una vez más, sintiéndose un poco mejor. Su cabeza se encontraba más despejada y el dolor de cabeza solo era una leve molestia que poco a poco se iba desvaneciendo.Sin embargo, los nervios la atacaron porque no reconoció dónde estaba y eso también hizo que su memoria de las horas previas se esfumara como si no hubiesen sucedido.El lugar era espacioso, fresco y las cortinas de las ventanas filtraban la luz del sol; la morena escuchó con atención, procurando detectar los sonidos exteriores para saber dónde estaba, solo el repiqueteo de la lluvia inundó la habitación.―Necesito cepillarme los dientes ―dijo en voz baja.Salió de la enorme cama, sus músculos se quejaron pero al menos sus rodillas soportaron el peso del cuerpo, encontró sus zapatos en el suelo, al alcance de sus pies para ponérselos de inmediato; se dirigió al baño, se encontraba justo después del vestidor.Tras echarse agua fría en el rostro su mente se volvió más clara, recordó subirse al auto con Alex
David se sumó a la mesa y comieron en silencio.―Gracias ―dijo Ángela de manera repentina, mirando de reojo a su ex―. Por todo, incluido traerme aquí mientras pasaba el resto del efecto del somnífero y también por el cepillo de dientes…―¿Cepillo de dientes? ―indagó David, un tanto perplejo por sus palabras.―Sí, usé un cepillo de dientes nuevo en el baño de la habitación ―comentó la morena.―Pffffft… ―Alex no pudo aguantar la risa ante la cara confundida de su amigo.―No tienes por qué ―aseguró él, sonriéndole―. Eso incluye el cepillo de dientes. ¿Hablaste con Jade?―Sí, hace un rato. ―Ángela descansó los cubiertos en el plato vacío―. Aunque ya no tengo batería, así que hablaré más cuando llegue a mi departamento.David y Alex se miraron a los ojos con cara de circunstancias, mientras ella dormía en la habitación ellos conversaron sobre las opciones que tenían para protegerla. Tras un breve debate, concordaron que era mejor ser honestos con Ángela, y debían tratar de convencerla de q