CAPÍTULO 83

Laura se marchó, justo detrás de David, que a su vez se despidió cuando Jacobo, casi de manera mecánica, se levantó y se fue.

Justo antes de que cruzara la puerta, Ruben llamó su nombre, ella se giró para encarar a su abuelo.

―Recuerda que debemos hablar, es urgente.

―Está bien, abuelo, pero no hoy… ―evadió la pelirroja―. Hay mucho por hacer.

El viejo asintió, así que ella no dilató su partida y entró en el elevador.

Cerró los ojos, estaba cansada, aturdida, molesta y hambrienta, sin embargo, la sola idea de comer le generaba más náuseas y ganas de vomitar.

Laura pensó que el estrés de toda esa situación estaba al borde de enfermarla.

Aunque no sabía de qué quería hablar con exactitud, su intuición le aseguraba que no era algo bueno, en su fuero interno casi podí

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