CAPÍTULO 78

A pesar de sentirse cansada no estaba somnolienta, y Ángela estuvo despierta todo el camino hacia la playa. Robin conversó de vez en cuando con ella, pero en general la música fue el acompañante de sus silencios.

Aunque el rubio aseguró que su auto podría hacer el trayecto en la mitad del tiempo si se lo proponían, prefirió viajar a una velocidad constante, lo que les permitió disfrutar del panorama.

La costa se alcanzaba a ver tras media hora de viaje, y a intervalos, ambos disfrutaban del horizonte nocturnos con la luna creciente en el firmamento. Alcanzaron el nivel de la playa a las tres de la madrugada, Robin dirigió su auto a una de las rutas privadas que se hallaba paralela al camino principal. Toda esa zona se encontraba poblada por enormes mansiones con amplios terrenos, permitiéndole a sus dueños disfrutar del mar sin inconvenientes de bañistas extraños.

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