Nicolás en el salón de química, no quise ir a allí...
Nicolás en la cafetería, hoy decidí no ir a comer...
Nicolás esperando junto a mi casillero, me giro y me voy...
Suspiré rendida y cuando finalmente suena la campana para poder irnos todos, camino rápidamente hacia la salida, pero alguien me intercepta jalándome adentro de un salón.
- Tenemos que hablar, Isabella – musitó cerca de mí.
Me mordí el labio nerviosa y negué mirándolo fijamente. Traté de decir algo, por más tonto que fuera, pero las cuerdas vocales no me daban y finalmente tragué saliva y observé que Nicolás me imploraba con la mirada que dijera algo. Por pequeño que fuera.
La música estaba tan alta que por fin pude dejar de escuchar mis pensamientos. La casa estaba atestada de gente y a quien primero vi cuando crucé el umbral, fue a Dylan. - ¡Viniste! – gritó alegre por encima de la música con un vaso rojo en la mano, me lo tendió y pasó su brazo por mi cuello llevándome a donde supe que era la sala que estaba completamente vacía siendo la pista de baile. Al final de esta, se encontraba un muchacho con unos cascos poniendo la música mientras adolescentes iban bailando al ritmo de las mezclas. Rápidamente me alejé de él y fui a la pista de baile donde pude atisbar a Nicolás que bailaba con una chica, cuando estuve lo bastante cerca para que me pudiera ver, me quede quieta observándolo. Jamás lo había visto como lo que se había convertido. Un hombre muy
Recordar era difícil, cada palabra la podía recordar como si la estuviera viviendo en aquel momento, sin embargo, no quería hacerlo. Temía hacerlo. Ese beso lo había cambiado todo, un acto tan mínimo, ocasionó un caos en mi vida, en mi mente y en mi corazón. Jamás me había puesto a pensar en algo más allá de la amistad con Nicolás, jamás me cuestioné si lo que sentía por él era cariño de amistad... o algo más. Siempre creí que era la primera, pero ese simple beso me hizo reconsiderar la idea. Sentía algo muy extraño, ni siquiera sabía cómo describirlo, me daba alegría solo escuchar su nombre, esbozaba una sonrisa al pronunciarlo en mi mente y sentía que mi pecho se inflaba de alegría y algo más que no tenía idea de que era. Al verlo, sentía que mis piernas desfallecerían y caería al
Tenía que hablar con Nicolás. Debía sacar el valor y hablar sobre ello, sobre aquel tema que hemos pospuesto durante tantos años. Aarón no solo me hizo recordar mis mejores momentos con Nicolás, sino que también hizo que reafirmara mis sentimientos por él, aclarándolos de una forma que por fin pude entender. Entendí porque me ponía nerviosa cuando estaba con él en algunas ocasiones, como me gustaba tanto observarlo hasta que me cansara o ya fuera tiempo para que se fuera. Entendí porque me enojaba verlo con una chica coqueteando. Entendí muchas cosas y a todas ellas, por fin le encontré una solución. Después de clases, a la hora de almuerzo fui corriendo a la cafetería donde ya todos estaban comiendo y hablando. No hice fila para comprar mi almuerzo, después de todo, no tenía hambre y tampoco me dirigí a la mesa donde estaban mis amig
Todo en mi vida era un caos, uno maravilloso y que no quería que se fuera. Me sentía llena, viva y muy feliz... y esta vez sabía la razón. Era Nicolás, siempre fue él y jamás pensé que fuera él. Pero ahora lo sabía, y me gustaba aquella sensación. Esbocé una sonrisa y toqué su mejilla cuidadosamente para que no despertara, conocía todo de él, sus miedos, virtudes, metas, lo que era capaz de hacer por los que ama, sabía todo de él y verlo frente a mí, a centímetros de mi rostro dándome una completo análisis de sus facciones mientras duerme, hizo que recorriera con las yemas de los dedos sus pómulos, bajando hasta su barbilla y subiendo nuevamente hasta sus labios. Suspiré y me acerqué dándole un beso en la boca quien al sentir mis labios sobre los suyos correspondió el beso aun con l
Todo a mi alrededor había cambiado por completo, el poder del tiempo me abrumaba y aún más mientras pasaban las horas sin parar mientras todos me observaban, unos sin pudor y otros se giraban, pero aun así sentía sus miradas en mí, finalmente cuando acabaron mis clases, salí de literatura acompañada de María para dirigirnos a la cafetería. La verdad, me daba terror siquiera entrar allí. - ¿Quieres comer en la cafetería? O ¿te gustaría afuera? – pregonó en un susurro mi amiga pelinegra a mi lado. Me giré a verla y sonreí amablemente – Inevitablemente tendré que entrar – afirmé con una ceja levantada sonriéndole aún. - No si no quieres, conozco mejores lugares para comer. Solté un
Entré rápidamente en casa, encontrando de primeras a mi hermano con un sándwich en las manos, lo tomé dándole un mordisco lo bastante grande que hizo que alguien gruñera en desaprobación. Me giré a ver en dirección del sonido encontrando a mi madre, rodé los ojos y Aarón tomó el sándwich acercándose a mi oreja. - No pelees con ella, tendrá consecuencias – rápidamente se alejó subiendo las escaleras y caminé en dirección a donde mi madre se encontraba. - Hola, madre – afirmé cuando se hizo a un lado para que pasara a su despacho. Entré y me senté en el sofá de cuero – Isabella, ¿Dónde estuviste anoche? – preguntó rápidamente sentándose frente a su escritorio. - Aquí - No me mient
No sabía qué hacer con aquellos dos chicos, no entendía la razón de su pelea, pero tampoco iba a defenderlos a ninguno de los dos, ambos ya eran prácticamente adultos y tenían que aprender a solucionar sus problemas de bebés como gente civilizada y no como gorilas. Primero me encargué de que Dylan se sentara en el asiento trasero y ayudé a Nicolás en el del copiloto mientras manejaba en completo silencio. No sentía el aire tenso, pero si percibía el odio que se proferían en la oscuridad de la noche, así que opté por primero ir a casa de Dylan para dejarlo en su casa y allí limpiarle las heridas y encargarme de que se quedara en casa para no formar más problemas a la humanidad y menos a nosotros. Estacioné frente a su casa, según sus indicaciones fijándome en la familiaridad de ella, resultaba acogedora al verla, era mucho más pequeña
Entré al auto y conduje a mi casa en completo silencio mientras Nicolás veía a través de la ventana sin emitir ningún ruido, me sentía extraña ante el hecho de lo que recién había ocurrido. Había bastado que llegara la noche para que no nos dijéramos nada y solo fingiéramos estar solos con otras personas, pero no era así. Estaba conduciendo hacia mi casa con mi madre seguramente enfurecida y Aarón allí dentro para ver que voy a entrar a mi "novio" o "mejor amigo" completamente herido como si un autobús le hubiera caído encima. Suspiré exasperada y estacioné con rapidez apagando las luces sumiéndonos en la oscuridad. - ¿Por qué lo hiciste? – interrumpí el silencio mirando hacia el frente sin ánimos de verle a la cara. Cuando salí d