Capítulo 37
Suspiré y respondí con desánimo.

—¿Por qué cada vez que me pasa algo malo tiene que estar Sebastián cerca? ¿No puede ser otra persona la que me vea en mis peores momentos? Honestamente, cada vez que veo sus ojos fríos y llenos de desprecio, me pongo nerviosa y no puedo evitar pensar si alguna vez, cegada por mi amor por Hugo, hice algo para ofender a Sebastián.

Diana se rio.

—Entonces, ¿recuerdas haber hecho alguna tontería?

—¡Juro que no!

—Entonces, ¿por qué te pones así, como si tuvieras la conciencia sucia?

—No lo sé, pero siempre siento que la mirada de Sebastián tiene un enojo contenido, como si de verdad le hubiera hecho algo malo y me guardara rencor. Pero, por mi relación con mis padres, se ve obligado a ayudarme.

—No te preocupes, algún día lo entenderás —dijo Diana.

Después de colgar, miré la camiseta y los shorts que me había quitado, sintiéndome un poco incómoda. Tras pensarlo un momento, decidí lavar la ropa de Sebastián.

Llevé la ropa al baño de visitas, llené el lavabo c
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