Capítulo 44
Pensé que Diana había llamado a Gabriel para venir a buscarme, pero me sorprendió ver que era Sebastián.

Al ver su rostro serio y sus cejas fruncidas, instintivamente me giré para secarme las lágrimas rápidamente, deseando poder desaparecer. No quería que Sebastián me viera en este estado tan desastroso, y mucho menos ser objeto de sus burlas por mi estupidez y ceguera que me habían llevado a este punto.

Pero las lágrimas seguían fluyendo, empapando mis mejillas. Cuanto más las limpiaba, más caían. Al menos, hoy no llevaba maquillaje, así que no me convertí en un oso panda.

Sebastián, al ver que no tomaba el pañuelo, dijo de nuevo.

—Sofía, no llores más.

Respiré hondo, recordando las veces que me había ridiculizado antes. Su «no llores más» sonaba un poco resignado, y también un poco impaciente.

Con mi terquedad habitual, respondí.

—No necesitas meterte en mis asuntos, no nos conocemos bien.

Esperaba que Sebastián me soltara alguna burla, pero en cambio, solo me miró en silencio. La fr
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