Capítulo 45
—¿Cómo llegaste aquí? —Le pregunté—. No pareces familiarizado con el auto, lo conduces torpemente, tienes mucha confianza.

—Con chofer.

—¿Y dónde está tu chofer?

Sebastián me lanzó una mirada de soslayo y respondió con indiferencia.

—Pensé que, en tu estado, sería mejor que no hubiera un tercer testigo, para evitarte futuras vergüenzas.

Apretando los dientes, dije.

—¿Debo agradecer tu consideración?

—No es necesario.

Lo miré, con una sonrisa.

—Sebastián, ¿estás soltero?

Sebastián se sorprendió al principio, luego me miró y respondió con su habitual calma.

—Sí.

Sonriendo, pregunté.

—¿En todos estos años no has tenido novia?

Sebastián frunció el ceño levemente, como si recordara algo, y una sombra de melancolía cruzó su rostro por un instante.

¿Así que tuvo una relación y lo dejaron? ¿Aún está dolido por eso?

Pensé que quizás había tocado una fibra sensible. Aunque quería molestarle, esa no era mi intención.

Pero al segundo siguiente, esa sombra desapareció de su rostro, y con indiferenc
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