Bajo la regadera, ambos tomaban un relajante baño, acariciándose y sonriéndose mientras se pierden en esas miradas profundan que les acortaban la respiración. Disfrutando de esas sensaciones únicas que provocaba el sentirse cerca, se desconectaron del exterior para volver a besarse y fundirse en esos ardientes abrazos que parecían acariciarles el alma. Sin contar que esos suspiros los envolvían en una esfera indestructible de amor. Aunque el tiempo haya pasado, ellos seguían sintiendo la misma pasión y deseo de aquellos años, cuando eran una sola alma. El amor no se había perdido, solo estaba detenido y ahora brotaba con tanta intensidad.
—No puedo creer que al fin pueda decir que, esta pesadilla ha terminado—dice Esteban acariciando sus labios.—Hasta que no salgamos de aquí, no puedes asegurarlo.—Desecha el pesimismo, mi amor. —la estrecLa gente deBarretose había infiltrado con demasiada facilidad entre los agentes que Jackson había enviado para custodiar la propiedad y a la familia. Eso no era novedad paraMayra, pues tras los últimos acontecimientos, podría espera cualquier cosa de Valentino. Su mal presentimiento era por eso, sabía que no estaba a salvo en aquel lugar. En ese instante se sentía tan impotente imaginando lo que ese infeliz podría hacerles a sus hijos para doblegar su voluntad. Esa manera de decirle que se escuchaba mejor le recordaba tato a esos días grises que tuvo que vivir entre sus brazos intentando ser lo que nunca fue para él. Sus lágrimas correr por sus mejillas viendo pasar el tiempo tan lento y el maldito teléfono no sonaba. Para variar sus nervios seguían aumentando y Esteban y Jackson seguían hablando en el segundo piso.Por su parte, Esteban se llenaba de dudas respect
Los minutos transcurrían lento y con la vista puesta en la ventana,Mayradejaba correr sus lágrimas,sintiéndosetan miserable. Faltaba poco para el amanecer y al final llegaban a laGalapa, o esoparecía, cuando los autos se detuvieron.—¿Es aquí? —pregunta ella ansiosa, intentando bajar.—Creo que no — responde Esteban —. Parecen que están abasteciéndose.Puedever a unos metros unminimarket—. ¿Acompáñame? —pide él quitándose el cinturón de seguridad.—¿A dónde vamos Esteban?—Necesitas beberun poco de agua y comer algo.—No tengo hambre, esta angustia me hace un nudo en mi garganta.—Pero debes hacerlo.—Ambos, tú tampoco has comido nada.—Por eso lo digo, llevamos casi dos dí
Una vez más la carretera era testigo de esa gran angustia atada en su corazón, desde hace dos días Mayra y su familia, no ha dormido, comido o descansado cómodamente, y aunque las fuerzas están por abandonarla se niega a ceder, su amor de madre la mantiene firme. Recostada sobre el asiento, cierra los ojos y basta ese momento de pleno silencio para entrar en un sueño profundo, Esteban la observa y acaricia sus cabellos. Dejando un respiro su mente regresa a ese día trágico cuando la perdió, hace diez años.RECUERDOTras recibir su mensaje en la mañana, Esteban se prepara para ir a la universidad, está emocionado, pues ya ha hablado con sus padres, sobre la relación que lleva conMayray su interés matrimonial ha sido aprobado. A diferencia de los padres de ella, sus padres la conocen desde a
ACTUALIDADEsteban seguía sosteniendo la mano de la mujer que tanto amaba mientras ella dormía un poco. Le hacía tanta falta descansar unos minutos, la fatiga se notaba en sus ojos, que junto a la tristeza multiplicaban la angustia del corazón de quien la mirase.Intentaba seguir mostrándose fuerte, pero estaba quebrándose, el miedo Valentino le producía era mucho, no podía soportar la idea de dejarla ir con ese animal sin hacer algo al respecto. Había llegado el momento de pedir ayuda.Luego de acomodar bien aMayraen su asiento, saca el colgante de su cuello fuera de su polo y con sumo cuidado saca un chip de él. Maniobrando toma el celular que Valentino había dejado y tras colocarlo, hace una llamadairrastreable. Espera un segundo hasta que conteste.—Hola, Connor.—¿¡Gutiérrez!?—Sí, de q
Connor ya estaba moviendo cielo y tierra para movilizar a sus mejores hombres en Colombia, mientras tanto descubría las razones para que Moore estuviese colaborando conBarreto. Cuanto antes se encargó de ese pequeño gran detalle y un par de horas el vínculo estuvo roto. Solo entonces toma un avión para llegar a tierras colombianas.—¿Cómo va el operativo? — le pregunta a uno de sus hombres, al ir subiéndose al avión.—Bastante bien, localizamos a Valentino enTubaláy movimos a nuestros mejores hombres del lugar. —responde casi gritando el hombre por el ruido del despegue.—Perfecto. ¿Entonces están listos para entrar?—No podemos hacerlo, tienen a los niños y aún no podemos asegurar sus vidas. Pero ya saben que lo primordial es mantenerlos a salvo.—¿Qué saben de la gente de la CIA?—Los vieron en San Luis y solo hace un momento se movilizaron, al parecer llegando aTubalá. —le entrega un informe.Connor le da una ojea y unos mi
CuandoMayraabre los ojos, aúnestá desorientada, lo primero que ve en una ventana oscura, segundos después se da cuenta de queestá dentro de un auto, atada. No tiene idea de cuánto tiempo ha transcurrido desde que perdió la conciencia. Pero debe de ser mucho, pues ya es de noche.—Despertaste pronto, cariño —. Le dice Valentino.Lleva la vista a un lado y puedo verlo con su sonrisa estúpida pintada en sus labios. Acerca su mano para acariciarla y en medio de su debilidad no se lo permito. Se carcajea por unos segundos y luego se inclina un poco para tomar su cara, aprisionarla y obligarla a mirarlo.—No me toques—se queja a media vozMayra.—Sigues siendo mi gran debilidad. Pude dejarte ir, pero mi obsesión por tenerte será mi perdición. No puedo renunciar a ti, te amo, te necesito, te deseo. —baja sus mano
Al llegar a la cabaña, ya era de noche. Había dos hombres armados en la puerta con pasamontañas negra en la cabeza y unos más, cuidando la zona. El auto se estaciona cerca de la entrada, uno de los hombres se acerca para abrir la puerta del lado de Valentino, quien antes de bajar se estira y de un tirón, arrastra consigo aMayra.—Ven acá preciosa. —La sujeta por la espada y aprovecha para apretarla contra su cuerpo, haciéndole sentir su pene erecto bajo su pantalón—. Sigo deseándote tanto — susurra a su oído.—Si vas a intentar algo, desátame, para darte tu merecido —le responde sin miedo.—Así me gustas más; brava. Las mejores noches de amor las he pasado contigodormidita. —vuelve a susurrar al oído.—¡Maldito! —se sacude.—Más te resistes, más te deseo &md
En ese mismo lugar, en el sótano, Esteban que se ha mantenido bajo los efectos de los sedantes empieza a despertar, lo último que recuerda es que entro a esa casa y vio aMayradormida, luego alguien por detrás lo sujetó y sintió un piquete en el cuello, instantes después todo a su alrededor desaparecía.Los parpadosaún le pesan, su visión aún es borrosa, pero puede distinguir que la habitación está oscura y una lámpara sobre su cabeza le impide mirar en la oscuridad.Estáatado y sabe que hay alguien observándolo en silencio, quizá el mismo que le inyecto ese sedante; el miserable Valentino.— ¿Por qué te ocultas en las sombras? ¡Muéstrate! —le dice saliendo de ese sueño pesado —. Ya sé quién eres, miserable.—Le quitas la emoción a las cosas, agen