Capítulo 34

Bajo la regadera, ambos tomaban un relajante baño, acariciándose y sonriéndose mientras se pierden en esas miradas profundan que les acortaban la respiración. Disfrutando de esas sensaciones únicas que provocaba el sentirse cerca, se desconectaron del exterior para volver a besarse y fundirse en esos ardientes abrazos que parecían acariciarles el alma. Sin contar que esos suspiros los envolvían en una esfera indestructible de amor. Aunque el tiempo haya pasado, ellos seguían sintiendo la misma pasión y deseo de aquellos años, cuando eran una sola alma. El amor no se había perdido, solo estaba detenido y ahora brotaba con tanta intensidad.

—No puedo creer que al fin pueda decir que, esta pesadilla ha terminado—dice Esteban acariciando sus labios.

—Hasta que no salgamos de aquí, no puedes asegurarlo.

—Desecha el pesimismo, mi amor. —la estrec
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