Matthew.
La mirada de Isabella lo decía todo. Estaba confundida, pero también había algo más, como si a pesar de lo absurdo de la situación, hubiese cierto alivio en saber lo que se le estaba pidiendo. No sé si era por la promesa de un respiro económico o si estaba acostumbrada a enfrentar la vida con la cabeza en alto, pero lo que sí sabía era que esto no iba a ser fácil para ninguno de los dos. Estábamos en una cafetería a las afueras de la empresa, ella había llegado puntual y eso me agradaba, la impuntual idas me enojaba muchísimo. Cuando entró por la puerta vi que vestía unos jeans negros y una blusa blanca básica, su cabello rizo estaba suelto y llamaba la atención por lo frondoso qué es, así que disfrute viendo como Isabella caminaba segura hacia mi mesa, ignorando las miradas de todos. —¿Y cómo planeas que hagamos esto? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio que había llenado el lugar por varios minutos. —Nos conoceremos lo suficiente para que no haya dudas cuando estemos frente a los demás —le respondí, consciente de que nuestra farsa dependía de una coordinación perfecta. Isabella me observó detenidamente. Había algo en ella que me intrigaba desde aquella primera vez que la vi. Su fortaleza no era solo física, no eran los golpes que había dado aquella noche para defenderme. Era la manera en la que, a pesar de las dificultades, caminaba erguida, sin miedo a lo que venía. Esa determinación era lo que más admiraba de ella, y sabía que sería fundamental para lo que estaba por venir. —Tendremos que vernos más seguido —agregué—. No solo para conocernos, sino para que los demás lo vean también. Mi familia va a hacer preguntas, especialmente mi padre. Isabella asintió, aunque se veía incómoda con la idea. No la culpaba. Era una chica sencilla, sin lujos, y ahora tenía que adentrarse en un mundo completamente opuesto al suyo. Aunque por un lado eso me hacía sentir que la situación sería difícil para ella, también era consciente de que esa misma sencillez sería lo que desarmaría a todos los que nos rodeaban. Nadie sospecharía de una chica como ella. —Tu familia... ¿qué esperan de ti exactamente? —preguntó, rompiendo mis pensamientos. Suspiré. Esa era la pregunta del millón. —Esperan que me case. Mi padre ha estado insinuando que ya es hora de que siente cabeza, que tengo que pensar en herederos. Para él, ya debería estar construyendo la próxima generación de los Carrington. Isabella me observó en silencio, como si procesara cada palabra. No me sorprendía que ella, alguien que había trabajado duro por cada cosa que tenía, no entendiera esa presión social. En su mundo, las expectativas eran distintas, mucho más inmediatas y prácticas. —¿Y tu madre? —inquirió de nuevo. —Mi madre... —me detuve unos segundos—. Ella sospecha que lo de Rebecca no terminó de manera amistosa. No ha dicho nada directamente, pero estoy seguro de que intuye que hay algo más detrás de la historia oficial. —¿Y qué hay de ella? ¿De Rebecca? —sus palabras fueron suaves, pero cargadas de curiosidad. —Rebecca... —mi mandíbula se tensó al pronunciar su nombre—. Anda diciendo que estoy devastado, que la ruptura me ha dejado sin ganas de vivir. Todo es parte de su juego para justificar lo que hizo con mi hermano. Pero no puedo darle ese poder sobre mí, así que es mejor seguir adelante, ¿no crees? Isabella se quedó pensativa por un momento. Sabía que ella también estaba luchando con sus propios fantasmas, aunque no los expresara con palabras. Estaba segura de sí misma, pero la vida no había sido justa con ella. Y, sin embargo, aquí estaba, dispuesta a enfrentar este desafío. —Entiendo lo que quieres decir —dijo finalmente—. Yo también he tenido que cargar con las expectativas de los demás, aunque de una forma muy distinta. He estado sola desde que cumplí los 18, ¿sabes? Nadie me acogió, así que tuve que empezar desde cero. Y no ha sido fácil. Pero si he aprendido algo, es que no puedo darme el lujo de rendirme. Esas palabras resonaron en mi interior. A pesar de que nuestros mundos eran diferentes, nuestras luchas parecían tener algo en común. Admiraba su fortaleza, y de algún modo, también la envidiaba. Isabella no tenía la carga de llevar un apellido como el mío, pero había cargado con mucho más de lo que cualquier persona debería. —Eso es lo que más me llama la atención de ti —confesé—. Tu determinación. No importa lo que pase, siempre encuentras la manera de seguir adelante. Ella me miró con una mezcla de sorpresa y agradecimiento, pero no dijo nada más. Sabía que para Isabella, las palabras no significaban mucho si no iban acompañadas de acciones. Y en ese momento, su mirada firme y decidida me lo confirmó. —Bien —dijo, rompiendo de nuevo el silencio—. Si vamos a hacer esto, más vale que lo hagamos bien. Asentí, sabiendo que, de alguna manera, había encontrado a la persona perfecta para este plan. Ambos sabíamos lo que estaba en juego, y ninguno estaba dispuesto a fallar. —Te pagaré 500 dólares por casa reunión qué tengamos — comencé a decirle — Además no te preocupes por ropa, pasajes y demás gastos, yo me encargaré — ella solo me mira —Esta bien Carrington — responde levantando una ceja y admito que se ve desafiante, pero a la vez bonita haciendo ese gesto, yo solo sonrio y quito la mirada —¿Estás de acuerdo con el precio? — cuestiono y ella asiente —Si es un evento de gala o cena en casa de mi familia, te pagaré el doble — sus ojos se abrieron por un segundo y luego recuperaron su forma natural —Con mi círculo social y familiar, es una buena paga por soportarlos — Isabella no dijo nada, se quedó callada viéndome fijamente, lo que empezó a ponerme nervioso. ¿Me rechazara ahora? ¿Acaso me había sobrepasado con lo que ofrecía? —Entonces, ¿cuándo empezamos? —preguntó ella, con una leve sonrisa que indicaba que estaba lista. —Hoy mismo — respondí y, ella sonrió y decidimos ordenar Gracias por leer este capitulo.Isabella. Hoy es el gran día. ¡Finalmente puedo pagar el último semestre! El último escalón en la montaña que he estado subiendo durante tantos años. Con la carpeta de mis papeles en mano y la pequeña bolsa con el dinero exacto para la matrícula, entro en la universidad con una sonrisa que no puedo ocultar. El aire parece más ligero, más fresco, como si el universo supiera lo que significa este momento para mí. Me tomo un segundo para apreciar el edificio que tantas veces me ha recibido, lleno de retos y oportunidades. Mi esfuerzo finalmente está rindiendo frutos.—¡Hola, Isabella! —me saluda una de mis compañeras de clase, con una sonrisa que refleja algo de admiración.—¡Hola! —respondo con entusiasmo, mientras camino rápidamente hacia la oficina de administración.Todo en mí vibra de emoción. Después de tanto trabajo, tantos sacrificios y noches de preocupación, he logrado llegar a este momento. A veces pensaba que no lo lograría, que quizás tendría que dejar mis sueños a un lado.
Isabella. Dias después. El sonido del motor del auto de Matthew era casi relajante mientras recorríamos las calles de la ciudad. Mis pensamientos iban y venían, y no podía evitar preguntarme cómo había llegado hasta este punto. De ser una simple camarera con sueños de ser modelo, ahora estaba a punto de enfrentarme a la familia Carrington, fingiendo ser la novia de Matthew. Todo parecía tan surrealista. —Mañana es la cena —dijo Matthew, rompiendo el silencio—. Necesitamos estar bien preparados. —¿Qué quieres decir con "bien preparados"? —pregunté, girando mi cabeza para mirarlo. —Es importante que conozcas a mi familia. Te contaré quién es quién. Así no te sentirás perdida. —Su tono era serio, como si estuviera planeando una estrategia militar. Asentí, tratando de mostrarme más tranquila de lo que realmente estaba. A pesar de ser un acuerdo estrictamente profesional, la idea de conocer a su familia y mantener esta fachada me ponía los nervios de punta. —Para empezar, está mi
Isabella Al bajar del auto me quedé viendo la casa frente a mi, si es que esto se podía llamar casa, más parecía una mansión. Hacia estado antes aquí, como mesera, ahora venía como la novia de Matthew. Es por esa razón que me sentía completamente diferente y muy nerviosa, aunque me ordenaba no demostrarlo. Matthew tomó mi mano y sentir la calidez de la misma, me dió un poco de más seguridad, además la sonrisa que me brindaba se me hizo imposible no ser recíproca. Al pasar el umbral ya todo fue diferente, díez ojos estaban fijos en nosotros, bueno, más bien en mi. Por lo que no bajo la cabeza ni la mirada y sonrío gozando el momento, aunque por dentro parezca gelatina de lo nerviosa que estoy. El ambiente en la casa de los Carrington estaba tenso, y no podía decir que fuera solo por mí. Apenas habíamos cruzado el umbral, y ya sentía las miradas de todos posarse sobre nosotros. Matthew me sostenía del brazo con una mezcla de seguridad y algo más que no podía identificar del todo
Isabella. Mi teléfono no ha dejado de sonar desde la cena familiar. Las noticias sobre mi supuesto noviazgo con Matthew Carrington se esparcieron como el fuego. Apenas han pasado unos días, pero ya no puedo caminar por la calle sin sentir las miradas sobre mí. Y lo peor es que no soy solo yo quien lo siente. En la universidad, en las clases de danza, incluso en el orfanato, todos parecen estar enterados, y no hay forma de evitar las preguntas. Esta mañana me levanté temprano como siempre, dispuesta a concentrarme en mis estudios. Sin embargo, cuando entré a la sala de clases, noté enseguida que algo estaba diferente. Un par de chicas cuchicheaban entre ellas y, al verme, se callaron de inmediato. Intenté ignorarlo. Me senté en mi pupitre y saqué mis apuntes, pero apenas había abierto mi cuaderno cuando sentí una mirada fija. —¿Es verdad? —preguntó una chica desde el otro extremo del aula. Era Mariana, una de las chicas más sociables del grupo. Su tono no era agresivo, pero había
Isabella.El mensaje de la madre de Matthew llegó en un momento inesperado. Apenas había tenido tiempo de recuperarme de la conversación con Sarah cuando mi teléfono vibró, y al ver el nombre "Sra. Carrington" en la pantalla, supe que las cosas no se iban a calmar pronto. No me había esperado una invitación tan directa y menos para un plan que parecía tan casual.“Isabella, me encantaría que me acompañaras a hacer unas compras esta tarde. Será una buena oportunidad para conocernos mejor. Te recogeré a las tres.”El tono formal de su mensaje no dejaba lugar a dudas: esto no era una simple salida. Iba a ser una prueba, un interrogatorio disfrazado de compras. A pesar de todo, no podía negarme.A las tres en punto, un auto negro apareció frente a mi casa. La señora Carrington estaba sentada en la parte trasera, impecablemente vestida, con gafas de sol y un aire de elegancia que parecía natural en ella.—Isabella —dijo cuando me subí al auto—, qué gusto verte de nuevo.—El gusto es mío, s
Isabella. Después de mi salida con la madre de Matthew, pensé que las cosas se calmarían por un tiempo. Me había enfrentado a preguntas difíciles, y aunque había salido bien parada, estaba agotada emocionalmente. Había imaginado que la salida sería incómoda y hasta hiriente para mi, pero después del interrogatorio, lo habíamos pasado bien, conversamos y hasta reímos de algunas cosas. No pensé que con la madre de Matthew la pasaría tan bien y la verdad me había gustado. Sin embargo, no contaba con lo que vendría después. Logan.Todo comenzó de manera inocente. Un mensaje apareció en mi teléfono mientras terminaba una clase de baile.“Hola, Isabella. Soy Logan. Solo quería agradecerte por venir a la cena familiar. Fue un alivio verte manejar todo con tanta elegancia. Ojalá podamos hablar más la próxima vez. ¿Café algún día?”Fruncí el ceño al leer el mensaje. Aunque Logan había sido cortés durante la cena, no esperaba que se pusiera en contacto conmigo directamente. ¿Por qué querría
Isabella. Los pasos resonaban en la casa mientras me dirigía al estudio del señor Carrington. Matthew me había advertido que su padre era un hombre difícil de impresionar, y sabía que esta conversación sería un desafío. Aún así, no podía dejar que el miedo me dominara. Respiré hondo antes de tocar la puerta.—Adelante —se escuchó una voz profunda al otro lado.Empujé la pesada puerta de madera y entré. El estudio era elegante, con estantes llenos de libros que cubrían las paredes y una gran ventana que dejaba entrar la luz del atardecer. Detrás de un escritorio imponente estaba el señor Carrington, con el ceño fruncido, observándome con una mezcla de curiosidad y desconfianza.—Isabella, siéntate —dijo, sin levantar la vista de unos papeles.Me senté frente a él, sintiendo el peso de su presencia. El silencio en la sala era abrumador, y podía escuchar mi propio corazón latiendo con fuerza.—Matthew me ha hablado mucho de ti —empezó, finalmente levantando la mirada—. Pero antes de con
Isabella. No podía dejar de sentirme emocionada cuando vi mi rostro en la pantalla. El comercial finalmente había salido. No era gran cosa, solo unos segundos de mí sonriendo, usando un vestido de verano mientras la cámara me seguía en un parque lleno de flores, pero verlo en la televisión era algo surrealista.“Es solo el comienzo”, me repetí, como un mantra. Había aceptado el trabajo sin pago, sabiendo que abriría puertas, y ahora, comenzaban a tocar a la mía.La primera llamada llegó temprano al día siguiente. Una importante revista de moda quería hacer una sesión de fotos conmigo. Al principio, pensé que era una broma, pero cuando el editor en jefe me llamó directamente, supe que las cosas estaban tomando un giro serio.—Queremos trabajar contigo, Isabella. Tu imagen encaja perfectamente con el concepto que buscamos para nuestra próxima edición. Será una sesión importante, con algunas otras modelos. ¿Puedes estar en nuestro estudio mañana a las 9 am?Acepté sin dudar, aunque mi c