Isabella. Decir que estoy nerviosa es poco, la verdad estoy aterrada. La madre de Matthew apareció ayer en mi universidad para invitarme al club campestre Carrington, solo sonreí mientras aceptaba y luego que se fue, llamé a Matthew enseguida. Y aquí estamos, entrando a este lugar en su auto, no puedo dejar de asombrarme con lo que veo, césped impecable, jardines maravillosos y personas que se que su vida es muy diferente a la mía. —¿Lista? — me preguntó Matthew mientras apagaba el motor, mire alrededor y suspire —No, pero hagamos esto — el sonrió de medio lado —Por cierto, estas hermosa — y se bajó del auto Entrar al club campestre de los Carrington fue como adentrarme en otro mundo. A pesar de que ya estaba acostumbrada a convivir con la familia en algunas ocasiones, ver este lugar me hizo sentir como una intrusa en un terreno ajeno. Las enormes columnas blancas, los jardines impecablemente cuidados, y las personas vestidas con prendas que gritaban "diseño exclusivo", me reco
Matthew. La tarde en el club campestre de mi familia comenzaba a desvanecerse, y el cielo se pintaba de tonos cálidos de naranja y púrpura. Las risas de los invitados resonaban en el aire, mezclándose con el aroma de la comida que se cocinaba en la parrilla. Era un ambiente alegre, pero mi mente estaba centrada en una sola persona: Isabella.Desde que comenzamos nuestra farsa, cada encuentro me dejaba más intrigado. Isabella tenía una forma de iluminar la habitación con su presencia. Esa tarde, estaba especialmente radiante con un vestido de verano que resaltaba su figura y su piel morena. Mientras la observaba interactuar con los demás, no podía evitar sentirme orgulloso de que, a pesar de las miradas curiosas, ella se mantenía firme y sonriente."¿Quién es esa chica con Matthew?" oía murmullos entre los invitados, a menudo acompañados de miradas recelosas. "No parece su tipo", comentaban algunos, y aunque esas palabras se entrelazaban con el bullicio de la fiesta, no podía ignorarl
Isabella. El bullicio de la fiesta llena cada rincón del inmenso salón de los Carrington. Las luces doradas cuelgan de lo alto, reflejando destellos sobre el suelo de mármol, mientras los invitados, vestidos con trajes impecables y vestidos que parecen costar más que todo lo que he ganado en mi vida, se mueven de un lado a otro como si el mundo les perteneciera. Para ellos, quizás lo es. Para mí, solo es otro turno de trabajo.Estoy aquí, bandeja en mano, sirviendo copas de champán a personas que ni siquiera me miran. El uniforme blanco y negro de camarera se siente más pesado de lo normal, tal vez porque en días como este, los contrastes entre ellos y yo parecen aún más marcados. Yo, una chica de tez morena, humilde y anónima, mientras que ellos, los poderosos y ricos Carrington, disfrutan de una noche más de lujos sin fin.—¿Lista para otra noche de gala? —me pregunta Sofía, una compañera del catering, con una sonrisa cómplice.—Siempre lista —respondo, aunque en el fondo lo único
Isabella. Me despierto antes de que el sol asome por la ventana de mi pequeño apartamento. El mundo sigue envuelto en sombras, pero yo ya estoy en movimiento. No hay tiempo para disfrutar la tranquilidad de la mañana, ni siquiera para un segundo de reflexión. Mi vida ha sido así desde que tengo memoria: un constante correr, sin pausa. Algunas personas tienen el privilegio de detenerse a oler las flores, pero yo apenas tengo tiempo de respirar.El despertador apenas ha sonado cuando ya estoy de pie, en mi pequeña cocina, calentando un café. El estómago me gruñe, pero no hay mucho que comer. Unas galletas viejas, quizás. El alquiler está a punto de vencer, y cada centavo cuenta. La mesa en la que apoyo los codos está llena de papeles: facturas, cuentas atrasadas y un portafolio de fotos que he rehecho tantas veces que ya no sé si tiene sentido.Ser modelo. Ese ha sido mi sueño desde que era una niña, pero cada día parece más lejano. Cada vez que entrego mi portafolio a una agencia, esp
MatthewEstaba sentado en la sala de reuniones, pero en mi mente solo resonaba un eco. Mis ojos se posaban sobre las gráficas del proyector, pero no absorbía nada. Todo se sentía distante, lejano. La imagen de Isabella no dejaba de aparecer en mi cabeza, esa chica de piel morena y cabello rizado que me había salvado aquella noche. Trataba de apartarla de mis pensamientos, diciéndome que no tenía sentido seguir pensando en ella. Rebecca era la mujer perfecta, la que todos consideraban la elección correcta para mí, aunque últimamente esa idea me parecía más hueca que nunca.Terminé la reunión y dejé que los demás salieran mientras yo recogía mis cosas lentamente, intentando forzarme a concentrarme en lo que realmente importaba: los negocios, las inversiones, la boda de mi hermano. Ah, la boda de Logan. Solo de pensar en ello, sentía cómo algo se torcía en mi estómago. Mi relación con Rebecca estaba en un estado que apenas podía llamarse relación. Pero todo el mundo esperaba que nosotro
Matthew. Después de aquel incidente en la fiesta, no pude dejar de pensar en ella. Isabella. Esa chica de tez morena y cabello rizado, la misma que había hecho lo impensable: me había salvado, sin esperar nada a cambio. Mientras todo el mundo se movía a su ritmo, en mi mente solo resonaba su nombre. Era absurdo, lo sé. Era una camarera, alguien que nunca encajaría en mi mundo, y aun así, no podía apartarla de mis pensamientos.Decidí usar mis recursos, algo en lo que siempre he sido bueno. Un simple chasquido de dedos y mis contactos más confiables me proporcionaron todo lo que necesitaba saber sobre ella. Isabella Martínez. Latina. Vive en un barrio humilde al sur de la ciudad. Estudiante de actuación, aunque no puede permitirse pagar el último semestre. Además, da clases de danza en su tiempo libre. Sus ingresos no son suficientes, pero a pesar de todo, sigue adelante. Era la definición de alguien luchando por sobrevivir.No podía evitar sentir una mezcla de admiración y curiosida
MatthewEl eco de mis pasos resuena en la enorme sala vacía mientras camino de un lado a otro, esperando. He estado en muchas situaciones incómodas a lo largo de mi vida, pero esta... esta supera cualquier cosa que haya imaginado. Pedirle a una camarera que finja ser mi novia. Suena ridículo incluso en mi cabeza, pero no tengo opción.La puerta se abre, y la veo entrar. Isabella. Su cabello rizado enmarca su rostro de forma casi desordenada, pero hay algo en su porte que me llama la atención. Camina con la cabeza en alto, segura, como si estuviera entrando a cualquier lugar excepto la mansión Carrington. No puedo evitar admirar su confianza, su determinación, incluso cuando sé que está enfrentando dificultades."Gracias por venir", le digo, tratando de sonar casual. Ella asiente, pero no dice nada al principio. Sus ojos me observan con cautela, como si estuviera midiendo cada palabra que digo. No puedo culparla."¿Por qué estoy aquí?", pregunta finalmente, cruzando los brazos frente a
Días atrás. IsabellaLa alarma suena a las cinco de la mañana, como todos los días. La apago de un golpe y me quedo un segundo más bajo las mantas. La cama es incómoda, el colchón está gastado, pero es mi refugio, al menos por unos minutos más antes de enfrentar el día. Respiro hondo y, mientras estiro los músculos doloridos, pienso en cómo llegué aquí. Las deudas, el alquiler atrasado y las cuotas de la universidad me golpean la cabeza como si fueran una segunda alarma.No tengo dinero para pagar el último semestre. Me duele admitirlo, pero es la verdad. Cada centavo que gano en el catering se va en comida y en mantener este pequeño departamento que comparto con más gente de la que debería. No me quejo. Hay gente que la tiene peor. A veces me pregunto si lograré algo más que sobrevivir, si podré algún día estudiar actuación como lo soñé desde niña. Ser actriz, estar en una pantalla grande, o al menos en una pasarela. Ese es mi sueño más profundo, pero los días pasan, y sigo atrapad