Isabella. Los pasos resonaban en la casa mientras me dirigía al estudio del señor Carrington. Matthew me había advertido que su padre era un hombre difícil de impresionar, y sabía que esta conversación sería un desafío. Aún así, no podía dejar que el miedo me dominara. Respiré hondo antes de tocar la puerta.—Adelante —se escuchó una voz profunda al otro lado.Empujé la pesada puerta de madera y entré. El estudio era elegante, con estantes llenos de libros que cubrían las paredes y una gran ventana que dejaba entrar la luz del atardecer. Detrás de un escritorio imponente estaba el señor Carrington, con el ceño fruncido, observándome con una mezcla de curiosidad y desconfianza.—Isabella, siéntate —dijo, sin levantar la vista de unos papeles.Me senté frente a él, sintiendo el peso de su presencia. El silencio en la sala era abrumador, y podía escuchar mi propio corazón latiendo con fuerza.—Matthew me ha hablado mucho de ti —empezó, finalmente levantando la mirada—. Pero antes de con
Isabella. No podía dejar de sentirme emocionada cuando vi mi rostro en la pantalla. El comercial finalmente había salido. No era gran cosa, solo unos segundos de mí sonriendo, usando un vestido de verano mientras la cámara me seguía en un parque lleno de flores, pero verlo en la televisión era algo surrealista.“Es solo el comienzo”, me repetí, como un mantra. Había aceptado el trabajo sin pago, sabiendo que abriría puertas, y ahora, comenzaban a tocar a la mía.La primera llamada llegó temprano al día siguiente. Una importante revista de moda quería hacer una sesión de fotos conmigo. Al principio, pensé que era una broma, pero cuando el editor en jefe me llamó directamente, supe que las cosas estaban tomando un giro serio.—Queremos trabajar contigo, Isabella. Tu imagen encaja perfectamente con el concepto que buscamos para nuestra próxima edición. Será una sesión importante, con algunas otras modelos. ¿Puedes estar en nuestro estudio mañana a las 9 am?Acepté sin dudar, aunque mi c
Isabella. Estas dos semanas han sido una locura. El ruido de los flashes me cegaba cada vez que intentaba salir del auto. La prensa estaba aglomerada afuera del restaurante donde me encontraría con Sarah. Desde que el comercial se había estrenado, mi cara estaba por todas partes, y ahora, ser vista en público con la hermana de Matthew solo aumentaba el interés. Intenté mantener la calma mientras los reporteros gritaban mi nombre, queriendo saber cómo me sentía acerca de mi "nuevo estilo de vida". La verdad, me sentía abrumada.—¡Isabella, por aquí! —gritó una voz femenina desde la esquina, y apenas giré la cabeza, varios fotógrafos dispararon sus cámaras. Me aferré a mi bolso y avancé, pero no sin sentirme bajo una lupa gigante.Al entrar al restaurante, el bullicio exterior quedó amortiguado. Sarah ya me esperaba en una mesa apartada, con una sonrisa cálida en los labios. Parecía genuinamente feliz de verme, lo que me ayudó a relajarme un poco.Me había llamado ayer a invitarme a c
Isabella. Decir que estoy nerviosa es poco, la verdad estoy aterrada. La madre de Matthew apareció ayer en mi universidad para invitarme al club campestre Carrington, solo sonreí mientras aceptaba y luego que se fue, llamé a Matthew enseguida. Y aquí estamos, entrando a este lugar en su auto, no puedo dejar de asombrarme con lo que veo, césped impecable, jardines maravillosos y personas que se que su vida es muy diferente a la mía. —¿Lista? — me preguntó Matthew mientras apagaba el motor, mire alrededor y suspire —No, pero hagamos esto — el sonrió de medio lado —Por cierto, estas hermosa — y se bajó del auto Entrar al club campestre de los Carrington fue como adentrarme en otro mundo. A pesar de que ya estaba acostumbrada a convivir con la familia en algunas ocasiones, ver este lugar me hizo sentir como una intrusa en un terreno ajeno. Las enormes columnas blancas, los jardines impecablemente cuidados, y las personas vestidas con prendas que gritaban "diseño exclusivo", me reco
Matthew. La tarde en el club campestre de mi familia comenzaba a desvanecerse, y el cielo se pintaba de tonos cálidos de naranja y púrpura. Las risas de los invitados resonaban en el aire, mezclándose con el aroma de la comida que se cocinaba en la parrilla. Era un ambiente alegre, pero mi mente estaba centrada en una sola persona: Isabella.Desde que comenzamos nuestra farsa, cada encuentro me dejaba más intrigado. Isabella tenía una forma de iluminar la habitación con su presencia. Esa tarde, estaba especialmente radiante con un vestido de verano que resaltaba su figura y su piel morena. Mientras la observaba interactuar con los demás, no podía evitar sentirme orgulloso de que, a pesar de las miradas curiosas, ella se mantenía firme y sonriente."¿Quién es esa chica con Matthew?" oía murmullos entre los invitados, a menudo acompañados de miradas recelosas. "No parece su tipo", comentaban algunos, y aunque esas palabras se entrelazaban con el bullicio de la fiesta, no podía ignorarl
Matthew. Este día había empezado bien. Le había enviado un mensaje a Isabella invitandola a cenar esta noche como siempre ella había aceptado, pero me dijo que pagaría ella, ya que el último comercial que hizo fue gracias a nuestra farsa, reí ante eso. Pero el día estaba por amargarse. Estaba revisando unos informes cuando escuché unos pasos decididos y apresurados por el pasillo. No tuve que mirar para saber quién se acercaba. Rebecca siempre hacía una entrada, incluso cuando estaba molesta, y por el sonido de sus tacones, estaba muy molesta esta vez.—¿Qué estás haciendo, Matthew? —preguntó mientras irrumpía en mi oficina sin llamar. Se plantó frente a mi escritorio con los brazos cruzados, su rostro enrojecido por la ira.La miré con calma. Sabía que esto llegaría eventualmente, pero no imaginaba que sería tan rápido.—¿Qué es lo que parece que estoy haciendo? —respondí, sin levantarme de mi asiento—. Trabajo, como siempre.Rebecca resopló, claramente frustrada por mi tono relaj
Días después. Habían pasado solo unas horas desde que Matthew recibió la llamada de su padre exigiéndole que fuera a su despacho en la mansión familiar. El tono autoritario en la voz de su padre era claro, y Matthew sabía que no podía ignorarlo, aunque sospechaba el motivo.Al llegar, su padre se encontraba de pie frente a la ventana, las manos cruzadas a la espalda, con una postura rígida y dominante que parecía llenar toda la habitación. Sin volverse a mirarlo, el padre de Matthew comenzó, su tono frío y despectivo:–Finalmente llegas, Matthew. Parece que tu... “relación” te tiene bastante ocupado –dijo, enfatizando la palabra con desprecio.Matthew respiró profundo, preparándose para la confrontación.–Si me llamaste solo para criticar mi vida, no pienso quedarme a escuchar. Ya he tenido suficiente de esto –respondió con firmeza, acercándose y cruzando los brazos.Finalmente, su padre se volvió, con una expresión dura en el rostro.–Matthew, no te equivoques –dijo con voz cortante
Días después. Era un día inusualmente silencioso en la vida de Matthew, aunque su mente estaba en constante ruido. Desde el momento en que había escuchado la verdad sobre el pasado de Isabella, una presión nueva lo atormentaba, y la necesidad de ocultárselo a ella hacía que esa presión fuera insoportable. Al entrar en su oficina, se lanzó a buscar toda la información posible sobre los padres de Isabella, especialmente en los archivos de su padre. No tenía sentido que Isabella fuera huérfana, y ahora lo entendía todo... pero necesitaba pruebas, algo tangible para no quedarse solo con una confesión que sonaba demasiado cruel. Unos minutos después, mientras miraba las fotos antiguas de una familia destrozada, recordó algo que lo sorprendió. —Sus padres… —murmuró para sí mismo—. Y su tío… De inmediato, se dirigió a su asistente y le pidió que localizara la dirección del hombre. Sabía que había estado en prisión y que, al salir, había intentado localizar a Isabella, pero, según lo