Tiempo para pensar

Theo seguía llamando. No contestaba y ni siquiera leía los mensajes.

Sentada en el sillón del jet privado, acompañada únicamente por mi perro, sentí que las lágrimas me corrían por las mejillas. ¿Por qué me dolía tanto saber que estaba con ella? ¿Por qué se me había metido en la cabeza que Malica no era un peligro para mí, cuando en realidad ella misma era el peligro? La había subestimado. Y no debí hacerlo. Y lo peor era que ya ni siquiera tenía fuerzas para luchar... Porque estaba agotado física y mentalmente.

Toqué el sillón de al lado y el gran gato se levantó de un salto, apoyando la cabeza en mis muslos:

- Creo que no le he agradecido lo suficiente a Dimi por haberme dado a ti... - Acaricié su suave pelaje. Eres el ser más leal que una persona puede tener en su vida. - Me enjugué las

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