- ¿Es... ¿Esto es un sueño? - pregunté, con la piel estremeciéndose de inmediato ante el mero sonido de su voz.- Confieso que yo también tengo dudas... - Sonrió y me tocó la cara.Sentí su cálida mano y cerré los ojos, rozando sus dedos con los míos:- No es un sueño...- ¿De verdad creías que te dejaría sola con esta idea tan loca? - me susurró al oído.Abrí los ojos y vi una sonrisa en sus labios:- ¿Viste mi mensaje entonces?- Claro que lo vi.- ¿Y por qué... ¿No me respondiste?- Primero porque necesitaba tiempo para asimilar todo lo que me decías. Y luego... Porque pensé en sorprenderte e intentar ayudarte de alguna manera.- Fue una sorpresa maravillosa. Sólo... No lo pongas todo en peligro. - Miré a mi alrededor, asegurándome de que no había nadie de la familia Hernández cerca de nosotros.- Sólo para tranquilizarte, hablé con Ben y Anon también.- ¡No puedo creerlo! Esos traidores... - Sonreí.- Mamá y papá me enviaron besos y abrazos... Por supuesto que les daré uno a cada
- Cálmate, cielo... - me dijo, haciéndome saborear sus dedos, que chupé uno a uno mientras él penetraba profundamente en mi interior, sacándose por completo con cada embestida.- No puedo soportarlo así... Estoy desesperada. - confesé.Theo me agarró con fuerza por la cintura, tirando de mí hacia él, follándome finalmente con fuerza, frenéticamente, con embestidas profundas y enloquecedoras.Me agaché ligeramente, ayudando a que nuestros cuerpos encajaran a la perfección, el sonido de nuestros movimientos resonando en el cuarto de baño de techos altos y sin revestimiento.- Dime que tienes un condón. - le pregunté.Me sacó rápidamente y oí el sonido del paquete al abrirse, luego sentí la fina goma que separaba nuestras pieles.- Joder... ¿Estaría loca si dijera que esto es casi excitante? - Me reí, aún sin aliento.- ¿Estaría loco si dijera que venirme dentro de esta polla era horrible, cuando lo único que deseaba era llenarla con mi esperma?- É... Por poco tiempo... Y por una buena
- Vaya, vaya... Si es Theo Casanova... No es el dueño de todo el puto lugar.... Pero es el hijo del dueño. - Todos miramos a Anya.- Y tú eres... - Theo la miró, curioso.- Anya Hernández, la abuela de María.Theo cogió la mano de Anya y le besó el dorso:- María Lua se olvidó de decirme lo guapa que era su abuela... - Me miró: -Espero que tu genética esté ligada a la familia Hernández, mi amor.- Ah... Eso es... Muy amable de tu parte. - Vi a Anya derretirse por primera vez, su voz débil, tan conmovida por el cumplido de Theo.Theo le soltó la mano mientras todos la observábamos.- No podía perderme el cumpleaños de María Lua, ya que llevo muchos años celebrándolo con ella, como probablemente sabrás. - le explicó a Anya.- Así que debes estar al tanto de que su padre la ha desheredado.- Sí, me enteré de su desacuerdo. Y lamento lo de María Lua...- Heitor Casanova no está siendo justo con su hija adoptiva, a la que ha criado desde que era un bebé.- En absoluto. - Theo asintió - Per
- ¿Se creyeron los papeles de renuncia a la herencia y lo que firmó papá?- No hay razón para no hacerlo... Ya que todo era original... Y verdadero.- No puedo creer que hicieras firmar a nuestro padre un documento que le quitaba la herencia, sin saberlo.- Desafortunadamente, tuve que hacerlo, Theo.- Sunshine... ¿Cómo pudiste?- Es sólo una maldita herencia... Y este dinero que hace que esta gente me persiga. Pero hubo un lado bueno. Conocí a las chicas... Son especiales.- ¿Quiénes son?- Hijas de uno de los tíos fallecidos. No estoy seguro de que Anya tenga la custodia de ellas. Pero trabajan como esclavas. Y no van a la escuela.- ¿Qué quieres decir con que no van a la escuela? Eso es imposible.- Nada aquí es imposible. Theo. Y creo que será mejor que no sigas piropeando a Anya, o pensará que le estás tirando los tejos.- Si no hubiera actuado así, no me habría dejado quedarme. Me arriesgué y funcionó.- No puedes quedarte, Theo. Este es mi negocio y necesito resolverlo por mi c
Me desperté con dolor de espalda, al darme cuenta de que había hecho de las piernas de Theo una almohada durante la noche. Lo observé dormir sentado, apoyado en la pared, ligeramente hacia la derecha. Su pelo oscuro estaba un poco revuelto y su camiseta blanca ajustada mostraba cada músculo de su cuerpo perfecto.Habían sido muchos años de estar completamente loca por aquel hombre. Y allí estaba, a mi lado, pasando penurias y sometiéndose a dormir toda una noche sentado, sólo para estar en mi compañía.A veces me parecía surrealista. Sería mucho más sencillo si se lo contara a mi padre y él lo solucionara todo de una forma práctica: pagándome para que no me molestara y para que, tal vez, nunca supiera lo que el Hernández hacía o exigía a los Casanova a cambio de mi tranquilidad.Pero ya era hora de acabar con aquello: con el chantaje, con la idea de salir siempre bien parados a costa de los demás. Tenían que darse cuenta de que era mejor tenerme lejos, con los Casanovas, que cerca, si
- Tienes que probarlo para estar seguro de que no te gusta. Está bueno. - Ella sonrió y guiñó un ojo.- Gracias, pero no. - Theo se mostró firme y serio.- Tu curiosidad por probar cosas nuevas debería extenderse también a las mujeres... Sé que te gustan las mujeres mayores. - Se mordió el labio y luego se tragó el cigarrillo de un modo que parecía sensual.- Pero no tanto. - Theo no se contuvo.Entrecerró los ojos y, antes de que pudiera decir nada, oímos un ruido horrible procedente de la parte de atrás y yo me levanté de un salto, agarrándome a Theo.- ¿Qué...? ¿Es eso? - pregunté con voz débil, sintiendo que el corazón de Theo se aceleraba tanto como el mío.- Sandro y Daltro están probando miras en la parte trasera de la casa. - Explicó ella, sentándose de nuevo, un poco preocupada.- ¿Con armas? ¿Esto es disparar? - preguntó Theo.- Sí", se encogió de hombros.Cogí la mano de Theo:- Vámonos...Mientras caminábamos por el pasillo y las chicas nos seguían, les advertí:- Id a vue
Theo tiró el arma y corrimos hacia Anya, que gritaba en medio de la maleza como un animal herido.Vi la sangre en su pie descalzo, con unas gotas en el esparadrapo que le cubría la pierna.- ¡Que me jodan! ¡Le he dado! - gritó Theo desesperado, levantando a Anya y llevándosela hacia la casa.Corrí tras él, aterrorizada al ver su pie completamente inmóvil, goteando sangre por el camino. En cuanto llegamos a la casa, me señaló dónde estaba su habitación, que se encontraba en un pequeño portal junto al salón, alejada de los demás dormitorios del estrecho pasillo.El lugar apestaba y las paredes beige estaban oscurecidas por el humo de los cigarrillos. Había una diminuta ventana sin cristal, que apenas dejaba salir el aire de la habitación. La cama era una de matrimonio mediana, más pequeña que a las que estaba acostumbrado. El armario tenía dos puertas y mis dos maletas estaban abiertas en el suelo, con ropa esparcida por todas partes.Sandro y Daltro aparecieron poco después. No parecía
- ¡Estoy hablando de tus putas nietas! - grité.- Yo no soy su madre. Yo crié a mis hijas.- Muy mal, por cierto.- Pequeña zorra descarada. - vociferó, incapaz de levantarse de la cama.- Eres responsable de las niñas.- No, no soy responsable de ellas. Estás muy equivocada.- ¿Entonces quién lo es?- Si no tienen un padre y una madre, nadie es responsable. Las dejo vivir aquí porque tengo un corazón muy blando.- ¿Tienes un corazón blando? - Me reí burlonamente, incrédula ante su cinismo.- Estas chicas siempre andan por ahí... Pronto aparecen. No hay razón para ponerse así de nerviosa, María. - Se puso de lado y volvió a dormirse.Corrí a la habitación de Sandro y llamé. Abrió la puerta, sólo llevaba unos pantalones cortos holgados y el pecho desnudo. Tenía el pelo revuelto.- Tú... ¿Estabas dormido?- Intentando... - Afirmó, mirándome aún sosteniendo la puerta.- Las chicas se han ido.- Aparecerán pronto.- Sandro, podría haberles pasado algo grave.- ¿Como qué? - se rió - ¡Reláj