Verónica llegó con el hijo de Patricia, Amín ingresó por la puerta en brazos de mi mujer, la madre lo esperaba al lado de Máximo, pero fue abordado por su abuela, que al verlo lo bendijo y le dio cuatro besos. Al llegar a los brazos de su madre me di cuenta de que el bebé tenía el rosario de Alfredo, la madre también lo reconoció.—¿Y esto? —preguntó Máximo.—Es un regalo de mi parte. —mintió Verónica, era la segunda vez que la veo mentir de esta manera—. Para que lo proteja.—Gracias.Patricia se quedó muda, con el rostro rojo y los ojos a punto de llorar. Verónica me abrazó.—Tu hermano te necesita, él no está bien.En ese momento llegó Simón con mi hermana y regalos para Amín. En el cuarto estábamos Gustavo y yo. De hecho, en mi rancho se encontraba Patricia cuando comenzó a hincharse, la traje mientras Verónica llamaba a Gustavo y lo ponía al tanto.—Simón, Gustavo —salimos, los padres siguieron consintiendo al niño.—Roland.—Rastrea urgente a Alfredo.—¿Qué pasa? —preguntaron al
Por los lados de Patricia… ese era otro tema. A ella le ha servido el haberse separado de la sombra de Alfredo, era duro, pero ahora estaba empoderada, sacando a su hijo adelante y su trabajo al lado de Máximo. Esperemos que todo salga bien para cada uno de ellos.Vi salir a mi hermano con un grupo de colegas y al no pasar por su carro suspiré. Este se va a beber. Mi celular sonó, era Rata.—Cuéntame. —Si me llama era para alertarme de algo.—La psicóloga le pidió que hiciera eso, pero su respuesta ante los cambios ya sabes cómo es.—Ahora comprendo el motivo por el cual salió con un grupo de amigos, pásame la dirección a donde se van, no debe ser lejos de la clínica, se fueron a pie. Si lo sigo en la camioneta se dará cuenta.—Perfecto. Cuídalo. El culo lo tenía dormido de tanto esperar, bajé del carro cuando vi que la gente salía corriendo.—¿Ahora esta gonorrea que hizo?No pude entrar antes porque el lugar era muy pequeño y sea lo que sea, en el estado en el que estemos siempr
Todo el cuerpo me sudaba, una corriente gélida recorría mi cuerpo de arriba abajo y me hacía sudar. Por inercia ingresé al cuarto de mi hijo donde estaba sentado en su cuna. El peluche no era gigante, tampoco pequeño, era la medida perfecta… muy lindo, por cierto; un osito beige y café con la instrumentación en la misma tela de peluche de doctor.Me senté al lado de la cama cuna y comencé a llorar. Amín por los barandales, sacó su manito para que le entregara el peluche. El segundo regalo de su padre. Se lo entregué, y con esa sonrisa que a diario me recuerda quien era su padre…El labio me tembló, ¿por qué lo envía? Si por todo este tiempo no le he importado, ¡a mí por qué me sigue importando! Él no merece que lo siga amando. No es justo que ante un solo acto de afecto de su parte ya me pongo de esta manera.Mi bebé se puso a jugar con su regalo, le daba besitos y eso me arrugó el corazón. Máximo desde antes de su nacimiento me dijo que le dijera que él era su padre, pero mi maldito
Estaba con Verónica en los establos. Hoy en la tarde era el cumpleaños de Amín, ya un año y en unos meses son los quince de mis hijos.—¿Qué piensas, Cielo?—En el tiempo, ese que corre de manera rápida y te engaña con que es lento. Cierro los ojos y es como si fuera ayer cuando te quedaste encerrada en una de mis fincas.—No me quedé encerrada, tú me encerraste.—Lo acepto. —acuné su rostro y la besé.—¿Podrían dejar de besarse?Dante llegó a los corrales. Con su típico hermetismo, en la mañana me ayudó a marcar unas reces. Dentro de poco me alcanzarán los dos mayores, Liam era el más bajo, pero mucho más alto que mi princesa.—¿Tienes ganas de pedirnos algo?, estás pensativo desde que te levantaste.—¿Algún día podré mentirte, mamá?—Creo que solo con mi muerte.—Deja de hablar de muerte. —La regañé. Puso los ojos en blanco.—¿Qué tienes hijo?—Me han enseñado muchas cosas, gracias por eso. —ahora, ¿con qué me va a salir? — Verán… todos dicen que ustedes bailan muy bien y… pues… yo
—Partamos del principio. —dije—. Nadie estaba de acuerdo con tu apresurada decisión y sabíamos que solo era cuestión de tiempo para que Alfredo reaccionara de su imbecilidad. El sábado siguiente a tu locura.Bajó la cabeza, no voy a echarle mantequilla para decirle las vainas. Los dos son culpables, los dos escucharán mis verdades uno más que otro.» Perdóname, pero fuiste loca y él un imbécil. En todo caso tu madre tuvo una premonición la cual compartió solo con Verónica, luego ella lo habló conmigo. Ese sábado, día después de tu gran idea de casarte, la señora Josefina le dijo que lo único que se podía hacer era hablar con los implicados para hacerlos entrar en razón.Simón se acercó al televisor de la sala y conectó el enlace para mostrarle los videos a Patricia.» Durante esos días charlamos mucho, sabes. Retomando a ese sábado sostuve una conversación con mi mujer por teléfono, luego vimos la reacción de Alfredo en la misión de Turquía en la que participó con Freddy. Por cosas de
—Termina de ver todo Patricia.Le dijo Gustavo, ella miró a su hermano mayor. Simón continuó mostrando cortos videos. Cuando se pasó de apartamento.—Freddy y Kevin instalaron pequeñas cámaras solo para tenerlo vigilado.Ahora habló Miguel. Le habíamos hecho un resumen de un hombre solitario, pensativo, apagado, y que compraba regalos para ella que nunca recibió, salvo por la pulsera que tenía en el momento, Verónica me lo contó.—Pensamos que ya lo estaba superando, estuvo en Colombia en Navidad, todo parecía tener un poco de cause, pero nació Amín y por obra y gracias del señor Dios, conoció a su hijo. Esto fue lo que pasó.Le volvimos a mostrar los videos del parqueadero, cuando comenzó a pegarle al carro, al acercarse un vigilante se bajó y empezó a pegarle, luego al otro, se ve claramente cuando llega Aníbal y lo separa, fue Churrusco quien lo encaró al principio, luego se unió Daniel, entre los dos le pegaban, pero seguía cegado por la ira. En últimas se unió Arnold, él se ofrec
—Nunca lo hizo, si nos besamos hasta nuestra boda civil, después de eso no lo volvió a hacer sino en eventos públicos, pero eran picos. Ahora lo comprendo todo. —Es un gran amigo. —Lo es. —¿Tienes miedo? —El llanto de Amín se escuchó. —Ustedes quédense hablando, yo voy a mirar a mi nieto. —Vaya manera de conocerlos. —Sí, no he visto al Alfredo que todos me cuentan, tengo las actitudes que solía tener conmigo. —Es mi hijo, pero es una cabeza dura. Así que usted levante la frente. —Gracias. —Eres como él te describió. —Me sonrojé—. Dios sabe cómo hace todo. Nos despedimos de Máximo, no hay llantos, solo alegría… solo armonía, como dijo mi madre. Mi vuelo era a las nueve, me levanté super temprano para organizar nuestro viaje, anoche dejé lista la maleta, una sola empaqué para tres días para mí y de Amín, más la pañalera. Al ingresar lista a la habitación del niño, la señora Judith mecía a su nieto. —No te demores hija, ve por el cabezota de mi hijo y acá los esperamos. —Espe
Tu vida pasa frente a ti en una fracción de segundo, eso había pasado conmigo. Todo hizo un corto para hacer miles de conjeturas y al mismo tiempo reaccionar. El socorrista dijo que ella antes de que la reanimara venía a esta clínica a buscar a su marido, el padre de su hijo. Ahora, ¿Máximo está aquí? O… Miré al bebé quien era cargado por la rescatista, esa conexión que sentí al cargarlo, esa necesidad todo este tiempo de tenerlo… El bendito helado de Oreo… una abrumante sensación emergió desde mis entrañas y se afirmó en mi corazón… Era mi bebé, mi corazón lo supo, mi culpa por haber perdido a su madre y creer que no la merecía me cegaron… no tuvo preeclampsia… No sabía si reír, llorar, gritar.—¡Vuelve a tener un ataque! —Esas palabras me hicieron mirar a la camilla donde se encontraba mi Patricia—. ¡Doctor Masa!A mí llegó la voz de Cereza cuando me entrenaba en mi juventud. «Cuando seas Rino los nervios no existen, tú y solo tú controlas la situación, eres el puto As».» ¡No pued