Acaricio la pierna de mi Gran culo, ya se me estaba pasando la rabia. Cuando llegué la muy descarada estaba con ese diminuto vestido de baño que no le tapa un carajo, ¿cómo le va a tapar?, si el trasero de Pato ¡Era inmenso!, delicioso y solo yo debo vérselo. ¡Nadie más! Antes de abrazarla tomé la primera toalla que encontré, se la puse a su alrededor.No fue fácil convencerla, pero al mirar que estaba completamente cabreado tomó un vestido playero negro y la tela le cubre hasta el muslo. No sabía que era un troglodita, jamás me imaginé que ardería en celos al ver que otro la mire, tanto que me burlé de mis compañeros y ahora estaba choreando la baba por mi chiquilla culoncita. Veo su perfil y cada día me enamoro de esta mujer, así no lo quiera reconocer.Ya estábamos todos en la mesa, los encargados de la comida dejaban los platos en ella, después del almuerzo voy al yate a buscar mi maletín médico y el de municiones. Puede que ya no tengamos que enfrentarnos. También debemos ir por
He pasado todo el día monitoreando el satélite, aunque no estaba con ellos porque sería una carga más en vez de un apoyo. ¡No veo la puta hora de volver a estar bien! Ellos integran a mi esposa, pero era evidente que Shirly se aleja por su tristeza. En dos ocasiones la visto llorar desde la llegada de mis amigos. Como quisiera abrazarte Encanto.No sabes lo que me estoy esforzando para volver a ti, deseo tanto tenerte de nuevo en mis brazos, y hacerte el amor hasta el cansancio, escuchar tu risa y ahora que cargué a Gregorio, necesito volver a hacerlo. Ustedes dos son mi motor. «Solo espérame Encanto».—Debe dormir, señor Aníbal. —Ana me entregó un vaso con chocolate, eran las dos de la mañana.—No puedo, debo brindarles la seguridad a ellos, en cualquier momento son atacados y debo avisarles.—¿Siempre son así?—¿Así cómo?Ana era una mujer robusta, ya mayor, pero ahora que puedo hacer más cosas hemos prescindido de las otras dos enfermeras, me quedé con ella, era una mujer sola, ded
La onda explosiva reventó todos los vidrios de la casa. Por un momento nos aturdimos. Los gritos de Churrusco se escuchaban lejos, comencé a abrir y cerrar la mandíbula para darle movilidad al oído. Tomé el maletín médico —¡Roland, Alfredo! Ocho gonorreas van camino al balcón del lado Oeste.Gritaba desesperado. La mano del patrón apareció en mi campo de visión para ayudarme a levantar. Al menos Carlina estará atendiendo a nuestras esposas si fueron heridas, si era algo delicado quedó en avisarle a Zombi y este a nosotros.—Rata, estás al mando.Habló el jefe con voz decidida, se entregó a las órdenes táctiles de Simón, como siempre lo ha hecho, él era el estratega y Simón tiene su don para la guerra. Ahora el Patrón se somete a las instrucciones de nuestro jefe de seguridad.—Esa área es de ustedes, defiéndanla. —acatamos la orden.—Vamos Rino hacer nuestro trabajo. A Roland le salía sangre por los oídos, iba a tocarlos. Y lo evité, a partir de ahora nuestra conversación será casi
—¿Qué necesitas Rino? —Le escuché decir a Luisa, hablaba con el doctor.Seguía aturdido mi mujer embarazada, Inés herida… atacan nuestro lugar intocable, jodían a mi mujer y familia.—Transporte aéreo.No vi a nadie más. Si miro a mi vieja, no podré salir de aquí. Al llegar al área cerca de la piscina donde se llevaba a cabo la disputa. Vi que han recibido cortadas. También vi cómo Roland partía los tendones de los pies de sus adversarios, Arnold mataba intercalando arma de fuego y navaja.Gustavo partía huesos, esa era su especialidad, Kevin era sanguinario, se enfrentaba a uno, en cada mano tenía una navaja y la pasaba de un lado al otro en el cuerpo del enemigo, Freddy disparaba; en cada mano portaba un arma.Simón peleaba cuerpo a cuerpo, sacó su navaja de sus botas y comenzó a puñalear, Daniel disparaba a los que intentaban ingresar. Y yo… esta vez yo… me quedé fuera de combate. A mi vieja la dejé llena de sangre, la misma que ha sido mi madre desde que llegué a las filas del cap
Le hice caso a mi marido, terminé de abrocharlo y no solamente lo hice yo, Luisa también reaccionó, cuando el frenar del auto nos zarandeó adelante y atrás escuchamos cómo se desgastaron las llantas y ese chillido surgía del pavimento. Al frente había cinco carros.—Falta un carro, nos habían dicho que eran seis. —hablaba Simón, quien miraba todo—. Rasca culo, a mi señal. El resto, solo tenemos una oportunidad de salir. Hay que ganar tiempo para que llegue el refuerzo.De aquí voy a quedar internada por varios días en la clínica por culpa de los nervios, si bien no he gritado, no significa que no tenga ganas de ir al baño. Sé que, si grito, empeoro todo. Mi Cereza necesita concentración. Gustavo se sentó en la ventana del auto en el que iba y lo vi disparar esa gigante arma. La botó y volvió a meter, al tiempo que los tres autos aceleraban.—Pelinegra. —Simón le entregó una metralleta a su esposa y solo le bajó un poco el vidrio.—¿Es en serio Simón?Refutó ella, mientras que la vent
Todos iban en silencio. Miren nada más, en lo que terminó mi cumpleaños, en una contienda arrecha. —Se me salió el santandereano, mano— sonreí para mí. Los analizo, sin duda, son unos guerreros…Como quisiera que mi negro estuviera aquí, no puedo evitar sentir un poco de envidia; cuando llegaron cuál gallardo, varones a imponer su poderío. Se enfrentaron ellos solos a esa cantidad de hombres, fue magistral su enfrentamiento, cuál película de acción.Solo faltó mi negro, me muerdo el labio interno para no llorar, mis amigas están en los brazos de sus esposos y duele saber que el tuyo está en el cielo… «Como te extraño negro». —Su bella risa, su picardía y era bocota sucia, además de esa manera tan posesiva y demandante cuando me hacía el amor.«Extraño todo de ti Aníbal», no puedo irme contigo, me dejaste un retoñito por el cual velar… «Grego es idéntico a ti amor». Miré mi anillo de bodas, no me lo he quitado, por ahora no pienso hacerlo.Escuché la voz de Miguel anunciando el aterriz
No fuera mi mujer si no hubiera reaccionado de esa manera, y sí que pega, duro la condenada santandereana. Ana me miraba, tenía puesto en su frente la frase «yo se lo dije». No aparté la mirada hasta que sus caderonas desaparecieron de mi vista. Al girar Verónica y Patricia me miraban con alegría y rabia.—Apenas me puedo poner en pie, no quería que me viera como estaba, ahora puedo hablar.—No tienes que excusarte con nosotras. En este momento se siente burlada por mi marido que se saltó su voluntad y bueno esa parte se borra porque regresaste, solo que volvieron a defecarla cuando no le dijeron y la excluyeron de cuidarte. —Verónica tenía toda la razón—. A ella le duele que la ignoraron. No todas las personas anteponen el amor como lo hice yo, tú la conoces.—Además, fue una burla lo de la ceniza.Miré a mis amigos, sabía que esto iba a pasar, Shirly era un amor, pero cuando se le atraviesa el apellido era terca. Nos quedamos en silencio, Roland me preocupa, no por las tres cachetad
—¡Déjame solo Verónica! ¡¿NO LO ENTIENDES?!Gritó y con esa aura malévola, fría y siniestra, se levantó y llegó a mí. Este Roland no me gusta, pero en vez de salir corriendo por instinto, porque está fuera de sus cabales, de su cordura, mi alma me impulsó a hacer lo contrario. Lo abracé.—Te amo y sabes que tus hijos te adoran. Recuerda; Liam te espera en las tardes para que le enseñes a tocar la guitarra, Enrique lo hace en al mediodía para construir casas, Dante te imita, tú eres su ejemplo, su ídolo y tu princesa te idolatra. ¡Roland por favor!Lo último me salió al borde del llanto, debo hacer que reaccione de algún modo. En su mundo de capo, ya estarían enfrentándose a quien fuera sin importar nada, sé que luchaba contra la ira y lo correcto. Su cuerpo comenzó a temblar.» Recuerda lo que has logrado desde nuestro matrimonio, también la razón por la que te casaste. —necesitaba hacerlo regresar—. Recuerda la razón por la que me diste ese regalo de bodas.Los brazos de mi esposo ro