Aníbal terminó de hablar y nos quedamos en silencio un rato, Roland se acariciaba el mentón con esa mirada perdida, lo conozco, está mirando las posibilidades en la que nuestro hermano tuvo que haber cambiado.—No lo presionemos a qué venga al rancho, él tendrá sus motivos y respetémoslo por ahora.—¿Crees que lo estén amenazando? —pregunté.—Totalmente seguro, el que Marcela sea amante del padre de Arnold y que este de la noche a la mañana se alejara de Lupe… lo amenazaron con hacerle algo a ella.—¿Acaso esa gonorrea no confía en nosotros?Nos quedamos en silencio, el puño contra la mesa lanzado por Roland nos sacó de nuestras meditaciones.—Maldita gonorrea…Esa manera de pensar del patrón era de la que siempre alardearé, puede que no diga nada, pero ya tuvo que descubrir algo.—¿No nos vas a decir?—No tengo nada que decirles, solo tengo rabia que estén amenazando a uno de los nuestros y no podamos ayudarlo de manera inmediata.—Perdón patrón, pero meta el dedo en mi boca pa’ ver
—Después de tu atentado, ¿crees que nos importaba algo más que tu seguridad?, además Jacinto le está pagando la cuota, dejó muy en claro que hasta que no te casaras con él tus gastos eran asumidos por nosotros, que somos tus padres.—Mamáááá —¿Qué mierda pasó? No importa, no quiero nada de él—. Dile a mi padre que no pague más esa cuota, devolveré ese auto, así ustedes estarán más holgados de dinero, ya suficiente tienen con las carreras de sus hijos.—Lupe…—Te llamo más tarde amá.Miré el celular, también fue un regalo de él. Lo destapé, saqué la SIM. Me puse a guardar mi ropa, en las dos maletas metí todo. No me llevaré nada más. A la hora estaba al frente de la puerta de la habitación y respiré profundo antes de abrir. «Dios ayúdame, Virgencita de Guadalupe no me dejes sola». Salí, arrastré las maletas, al escuchar el ruido salió de su habitación.—Pensé que te habías ido. —miraba las maletas.—¿A dónde vas?—Que te importa.Comenté de lo más tranquila, en la cocina busqué el male
Subí a nuestra habitación. Verónica ya salía del baño, mis hijos ya estaban solo en pañales esperando a que los bañáramos. Miguel es el más rápido en conducir, debe estar en unos veinte minutos. Iba a decir que no podía ayudar cuando Victoria me extendió los brazos con esa sonrisa preciosa, me noqueó.—¿Pasa algo Cielo?—Te lo contaré en unos días, por ahora, no salgas y menos con los niños.—¿Piensas que me voy a quedar con esa información?—Los muchachos vienen para acá, no demoran en llegar. Te venía a ayudar, después que hable con ellos te cuento lo que pueda. Verónica, sin mí o alguno de los muchachos no sales, Júramelo Hermosa. —La vi negar no tan convencida—. ¿Qué?—Tengo varias citas para la celebración de los cumpleaños de los niños… además ya estoy retomando mis labores de veterinaria y quería mirar varios insumos que necesito.—Yo te acompaño, siempre y cuando sea en Blanco.—Bien, veo que es delicado, júrame que me lo dirás esta noche, de lo contrario te corto los servicio
—Lo que dijiste del regalo de la yegua Amentet, ¿es cierto? —Me eché a reír.—No se imaginan lo que me divertiré viendo a esa mujer montar a esa resabiada, el nombre les quedó a penas, solo a mí, Jacinto y Duwer es a quien respeta la descarriada yegua.—Ese momento no quiero perdérmelo. —comentó Miguel—Será lo primero que haré, a ver si se larga y nos deja con Arnold. —Me levanté—. Esta tarde los quiero a todos cerca, está tierra Rata las tiene bajo cobertura, si nos lanzan algo, el gobierno de los Estados Unidos intervendrá. A trabajar muchachos.Desayunamos, mis hijos están inquietos, tienen a las dos nanas y a mi mujer persiguiéndolos, gatean rápido, en las tardes terminan con esas rodillas sucias y rojas. Arnold llegó a las diez como habíamos acordado con su prometida.Nosotros acabábamos de salir a las caballerizas, los vimos descender del auto, automáticamente todos nos pusimos los lentes, me dirigí hacia ellos cuando Arnold llegaba serio y la tal Marcela trataba de alcanzarlo,
No quiero verlo, pero tampoco fui capaz de apartar la mirada de él cuando lo vi con sus amigos, eso sí, la señora Verónica estuvo de ataque y la verdad sentí un poquito de alivio al ver a esa cabeza hueca correr despavorida entaconada.Hace mucho salieron ellos en caballos, me imagino que a recorrer los terrenos como lo suelen hacer. Quiero hablar con Inés, ya debió de llegar y espero que ellos sigan en su paseo.Salí de mi cuarto, hoy paso donde Inés y luego voy a conocer a Sergio. Ingresé por la puerta trasera del rancho, no quiero toparme con nadie, pero me detuve cuando escuché el llamado de atención de Inés hacia el güerejo.—¡Mira jovencito!—¡Cálmate vieja, se te puede explotar lo que tienes! —escuché un manotazo, quien sabe con qué le estará pegando.—A mí no me mandas a callar. Así que dime ¿Qué mierda te pasó? No me como el bendito cuento chino, ese de que no tenías nada especial con Lupe. —El corazón me latió.—Mira Inés, te lo diré y espero vieja que no molestes más con el
—No lo sabía.—Ten cuidado… —Nos miramos—. Cada uno de ellos está cuidando a sus esposas, y Arnold a ti te terminó.—¿Cree que tenga relación todo esto?—Algo si estamos segura todas nosotras y es que, con el menor de esa camada de lobos, tú eres muy importante para él.—¡Se va a casar con otra! —dije al borde del desespero.—No se ha casado, a lo mejor es una fachada para encubrir algo, conozco a mi hermano y los tiene a todos trabajando. No pierdas la esperanza, soy detective, algo están planeando y mi hermano es… apenas me pueda parar de aquí lo averiguaré y te diré, pero ¡qué descubro lo descubro o dejo de llamarme Luisa Sandoval, corrijo Moreno! —La abracé fuerte.—Gracias, Luisa.—Para eso estamos, Simón me dijo que Verónica sacó a punta de tiros a la prometida de Arnold, sí él no la defendió, es porque no le interesa, ahí hay gato encerrado. Por ahora tú ve a tu cita que si le importas a Arnold no te dejará sola o armará un escándalo.» Créeme, esos hombres tienen alma de vaque
—Cálmate, todo saldrá bien, está en manos de Mendoza.Miramos al capo, el cuarto que se acomodó para hacerse la cirugía estaba en completo silencio, los aparatos que se trajeron los dejaron sin emitir ningún sonido para no llamar la atención de los rusos.» Creen que no sé en manos de quién pongo la vida de uno de mis hermanos, les recuerdo Mendoza fue el que lideró la operación de mi muerte, mientras me trasladaban a este país, él me operaba y llegando a Estados Unidos se regresó para no despertar sospechas, también tiene nervios de acero.—Ya llevan una hora.—Esperemos.Rata había mandado a hacer un audífono redondo de media diadema para sostenerlo en la cabeza, le hemos hecho todas las pruebas y funciona, pero aún no se lo hemos entregado a Arnold. No queremos correr riesgos, debemos esperar que no tenga ese nimalejo en su cuerpo.—Estoy como si esperara el parto de un hijo. —comentó Cereza. En ese momento salieron los doctores.—¿Todo bien?Afirmó y nos entregó el dispositivo no
—No le sigo señor.—El tema no es mi cuñada, sino que necesito que mates a la hija de Blaz Fischer. —Me levanté.—No hay trato. —Me miró con ira y le sostuve la mirada.—¿Estás negando una orden mía?—No asesino a mujeres, ni niños. —alzó su ceja.—Te lo estoy ordenando. —No me moví de mi lugar.—Sí mato a esa mujer, también mataré a su hermana menor. —El tipo se levantó y se me acercó, no me moví ni un milímetro.—Mi hermana es tu novia.—Haría una excepción a mis reglas. Eso sí, primero mato a Irina y luego voy a hacer el trabajo.—Puedo matarte con solo presionar un botón.—Hágalo ya si quiere. —método de persuasión y presión. Fue él quien bajó la mirada.—Veo que no amas a mi hermana.—La aprecio, pero en el mundo que me muevo no amo a nadie, usted me entiende. Señor Nikolay, no mato mujeres ni niños, se lo dije en un inicio, así me dé cuatro veces lo que yo cobro por mis servicios de asesino. Espero que respete mi código.—¿Puedo saber por qué?—Son reglas que respeto de quién me