Estaba a nada de cometer una de sus burradas. No dije nada, lo miré esperando a que hablara.—No te hagas la bru… tonta —dijo entre dientes, si esas son las palabras que salen de su boca, no me imagino las que estarán en su mente—. ¿Quieres que sea específico?—Cuidado con lo que dirás Roland, piensa antes de hablar.—¡¿Cómo pudiste embarazarte?! ¡Lo arruinaste todo! —El corazón se me quebró un poco, recordé a mi hijo, debo ser fuerte—. Ahora mismo nos vamos a que te saquen a ese intruso, porque será un gran estorbo. —hasta ahí llegó mi cordura, su reloj comenzó a sonar—. ¡Eso! ¡Anda! Llama a tus héroes. ¡Me importa una mierda quienes vengan!, ¡vas a solucionar ese problema!Mis ojos se humedecieron, si me igualo a su enojo, puedo afectar a mi bebé. Las lágrimas salieron.—Lo siento, yo tampoco esperaba esto, pero la abominación qué pides que haga nunca lo haré.—¡Verónica!No le aparté la mirada, con el corazón comprimido terminé de decir lo que necesitada aclarar.—Tal vez a ti te s
Verónica esperaba sentada en unas de las sillas del consultorio, la señora me esperaba. Me temblaba hasta la mierda, estoy que me cago del susto. Entré a ese consultorio como si fuera al matadero —¡¿te ahuevaste?! A caso no has hecho cosas peores en tu vida y ahora estás que te meas ante la posibilidad que te confirmen que serás padre. ¡Ahora si me jodí, nunca he sido un cobarde!—Buenas tardes, me llamo Saray Jones, señora Sandoval, me decía que no sabe con exactitud el tiempo de gestación. —No diré nada, creo que calladito he de verme más bonito.—Es correcto doctora, me cuido con la inyección trimestral y la última vez que me la puse fue hace dos meses y medio, de hecho, en diez días tenía la cita para volvérmela a poner.—Ningún anticonceptivo es cien por ciento efectivo, lo único que evita un embarazo es no tener relaciones, cosa imposible en una pareja de casados.—Efectivamente.Dijo Verónica, me di mi primera cachetada por lo idiota. Fui un bruto con la «B» mayúscula de burro.
Un susurro me despertó, no me moví, quise escuchar lo que les decía a sus hijos. Estaba a un lado de la cama, acostado de lado, con sus labios pegado a mi vientre.—Perdónenme, entiendan un poco, he sido un mal hombre en mi pasado. —acariciaba mi vientre—. Aunque yo no sea un santo e hice cosas malas, no quiere decir que ahora no sean importantes, aun así, les quiero decir que su madre es todo lo opuesto, al menos la escogí bien.» Son unos intrusos en mi vida, y aquí, quiero jurarles que trataré de convertirme en un buen padre día a día, no tengo un buen recuerdo del mío y eso era lo que me aterraba, esa era mi negativa a tener hijos… pero ahora están aquí, son parte de mí. Su tía Diana me dijo algo muy cierto y es que a partir de ahora trataré fervientemente ser un hombre al que ustedes puedan admirar y llamar con orgullo papá.—Es un bello discurso. —Era muy temprano.—Verónica se supone que estaba dormida. —Me reí.—Cielo, no podemos hacer el amor, pero dame un beso de buenos días
Salí sobre las cinco de la mañana, sonreí cuando le dije a Verónica que era mejor que me dedicara al trabajo desde la madrugada para evitar un dolor de testículos, por no hacerle el amor, más por lo acostumbrados que estamos a nuestro infaltable mañanero.—Patrón, ¿por qué tan madrugador? —saludé a Jacinto. Me puse el sombrero.—Jacinto, es mejor evitar tentaciones. —sonrió.—Felicidades por sus hijos.—Gracias. —siempre trabajo a la par con ellos, pero yo empiezo después de siete.—Ya las vacas fueron ordeñadas, a las seis debe llegar el nuevo lote de ganado. —afirmé.—Hay que marcarlas una parte hoy y la otra mañana.—Patrón, la restricción es por los primeros tres meses a menos que presenté algún problema. —solté la carcajada. No dijo nada más y él continuó con sus labores.Me acerqué a Amón estaba aislado, Hathor estaba preñada de nuevo, tenía seis meses de gestación, el potro hijo era una copia de su padre y le pusimos Zeus, quería seguir con los nombres egipcios, pero Verónica s
No quería mirar a Roland y no porque esté enojada. Era solo que si lo hago me derrumbaré y si él me ve de esa manera se culpará más de lo que me imagino se está culpado.—Doctora, ¿la solución a mi estado sería? —Le sonreí, más por cortesía que por la situación.—Te haremos muchos exámenes, descartaremos si tu recto y garganta estén contagiados, eso es lo primero. —¿Yo debo entrar en tratamiento? —Esa voz, mi marido, ahora se encerrará en su mundo.—Señor Sandoval, el virus del papiloma humano no tiene tratamiento, puede que ya no lo tenga, el mismo sistema inmunológico masculino se encarga de eliminarlo. Le pregunto ¿tiene verrugas en su pene o testículos?—No.—¿El sexo anal fue concebido al inicio de su matrimonio? —negué y Roland fue quien contestó.—Fue casi un año después.—Bueno, tenemos dos escenarios. Si la señora Sandoval no tiene comprometido su recto, significa que usted ya no tiene el virus y la señora tampoco, lo que sucedió fue que mutó. La otra es si lo tiene comprom
La misma perra, aunque no era con ella que tengo rabia, era conmigo mismo, por mis celos sin fundamentos lo jodí todo. ¿Cómo creen que podré ver a Verónica a la cara? Y lo que me duele más. Era que quisiera escucharla, maldecirme e insultarme o me pegara por el daño que le causé, pero no, solo dijo que me amaba.No saben lo mierda que se siente. De todo lo que dijo la doctora, ella solo lloró por no poder amamantar a mis hijos. No le importó la enfermedad, ni que le quitarán todo su sistema reproductivo, ¡nada de eso le importó!, lo único por lo que lloró fue por no crear una conexión con mis hijos. ¡Mis hijos!—Viejo, todos arrastramos nuestros pecados y en cualquier momento debemos enfrentarlos. —miré a Cebolla, hace un par de días él tiene algo.—Desde hace unos días tú estás raro. —Le dijo Simón. Miguel me miró, vi remordimiento en él.—No eres el único Roland que no puede ver a su mujer a los ojos.—¿Le fuiste infiel a Diana?Simón esperaba una respuesta de su parte. Él negó y si
Luisa bajaba las escaleras con mis mocosas, la intercepté para ayudarla, tomé en brazos a Milena.—Gracias, amor. Andrea no se calma, sabes cómo se enoja si me demoro en alimentarla, no sabes la falta que me hará mi mamá, debemos pensar en contratar una niñera.—¿La señora Consuelo se regresó a su rancho?—No, amor. Anoche Inés la llamó, le suplicó que debía estar en casa de Roland. Anoche me quedé dormida y no hablamos.Era cierto, no quise levantarla, desde que nacieron las niñas Luisa no ha tenido descanso, si no son ellas, soy yo quien pide atención. Debo dejar de ser inconsciente, tener más consideración.—Luisa, perdóname.—¿Qué es lo que le está pasando a mi familia? ¿Ahora tú pides perdón?Su actitud cambió, nos sentamos en los muebles, Andrea dejó de llorar, apenas su madre empezó a alimentarla, verla tan entregada con mis hijas, me hacía amarla más.—Te amo Pelinegra, te ves preciosa amamantando a mi hija.—No le dijiste mocosa. —miró a Andrea—. Papá está avanzando princesa.
La situación entre nosotros desde lo que pasó sigue tensa y no por mi Pequeña, sino por mí.—¡Miguel!El grito de mi mujer me sacó de mis pensamientos, salí del despacho, hoy tenía junta virtual con Daniel, Gustavo y Arnold, debo mirar las cifras de la empresa de transporte. Corrí a sus gritos, estaba en la terraza con Isaac, me regaló esa hermosa sonrisa que me derretía, cruzamos la mirada, desde que la violé no lo hacía, al comprender la aparté y la vi negar.—Me asustaste, ¿por qué los gritos? —volvió a sonreír.—Quédate ahí. —puso al niño frente a ella—. ¿Mi amor tú le das la sorpresa a papá?Dejó al niño en el piso, mientras se arrodillaba, vi como mi hijo, con sus piernecitas temblorosas daba sus primeros pasos en mi dirección. Me arrodillé para esperarlo, lo vi tambalearse.—Vamos campeón.El pecho se me hinchó de alegría, cuando él se quedó quieto realizando una mueca de susto hasta conseguir el equilibrio, luego continuó caminando hasta llegar a mis brazos, los últimos pasos