Mi hermano me tenía al borde de la histeria, si pudiera entrar a Colombia ya lo habría hecho solo para golpear a ese tal Juan, ahora comprendo un poco a Simón y veo que Miguel también se porta un poco posesivo con mi cuñada. He pasado estos días con gafas para que el Maluco de mi hermano vea a su mujer.Está desesperado porque llegue, solo faltan dos ciudades y por petición de Roland las desmantelará su equipo, reconozco que era muy astuto el segundo al mando. En fin… lo que me dijo Verónica hace dos días sigue dando vueltas y vueltas en mi mente, con cada minuto que pasa deseo besar a Simón.Miré a la pista, Verónica bailaba una vez más con Juan, en ese instante mi celular volvió a vibrar, ni miraré el mensaje, ¡ya le dije que dejara de molestar, hablé y le comenté que sus amigos han mantenido al margen al tipo, pero como era un celoso de primera no comprende.Caminé en dirección a la mesa donde ofrecían bebidas, soy colombiana, pero estos eventos nunca han sido lo mío. Vi que Miguel
La seguridad que me brindaron sus brazos me dio una calma que no sabía que la necesitaba, era como si bajo su protección nada malo pasaría y esa calidez derrumbó mis barreras.—Verónica me dijo que, si yo quería tener algo con un hombre, obviamente ese hombre eres tú. —escuché la risa y al mirarlo quedé prendada a él—. Si quería darme la oportunidad debía ser sincera, decirte cuál es mi problema para que me ayudes y comprendas mis reacciones.—¿Entonces le debo a la señora Verónica la dicha de tenerte en este momento entre mis brazos? —me puse roja, volvió a besar mi frente y mis pómulos.—Tenía razón, hace un momento mi bloqueo te hizo pensar que me causabas repulsión. —afirmó—. Simón, eres el primer hombre al que beso. —Sus brazos me aferraron más a él.» Evítame ser más explícita, pero todo lo que te puedas imaginar concerniente a lo que la boca de un hombre experimentado como mi padre podía hacer lo hizo en mi cuerpo. Recuerdo que grité más fuerte cuando él se desnudó y vi su miem
Eran más de las tres de la mañana cuando me metí debajo de las cobijas, en una colchoneta estaba Diana con la cuna de Isaac a su lado, Luisa salía del baño. Mi comadre se sentó, la he notado pensativa.—¿Te pasa algo?Le pregunté, estaba muerta de cansancio. Luisa se acomodó en la otra colchoneta. Estos dos días hemos hecho una buena empatía y Clarisa era un amor de mujer, con razón Daniel la adora; era una mujer bajita, rellenita sin perder las curvas de su cuerpo, cabello a los hombros y con una mirada llena de dulzura para todo el mundo.Gladis se ha unido mucho a nosotras también, era seria, Arnold la molesta mucho con eso, le lanza apodos y cuando este da la vuelta ella sonríe. No sé qué tiene con Gustavo, pero estos se traen algo entre manos. Las cinco estamos construyendo una buena amistad.—Si te dicen que quieren jugar contigo para toda la vida hasta que la muerte los separe, ¿Qué significa? —Se comía las uñas, Luisa se sentó mirándome.—Soy la mayor de las tres, pero es evid
Los nervios trataban de controlarlos. Ellos saben lo que hacen y nos mantendrían a salvo.—¿Miguel siempre conduce? —Diana rompió el silencio.—Me siento más segura que sea él quien lo haga, es el Dominic Toretto colombiano.—¿Tan bien conduce? —abrió los ojos.—No te imaginas, para ser un piloto no solo se necesita destreza, también se requiere esa astucia para hacer del volante lo que su mente se imagine. Eso es un don. Miguel siempre ha estado al frente de un volante, un helicóptero o cualquier cosa que se pueda mover por tierra, aire o agua.» Posee la mente fría para ello. Su pupilo es Daniel, para crear un equipo sólido se necesita personas buenas en determinadas habilidades. Roland era experto explotando las aptitudes de las personas y usarla a su beneficio.—Conocía muy bien a su esposo.—Nadie termina de conocer a nadie, ahora que estoy al frente de sus empresas y analizando su vida comprendo que el éxito de mi marido era ese, sabía buscar a la gente por su capacidad y por es
La ira me envolvió, solo fue un pico que me dio este imbécil y ahora es Miguel quién me aleja de Juan al que le di dos cachetadas y comencé a pegarle.—¡Verónica no fue para tanto! —dijo el estúpido ese.—¡IDIOTA! —Las lágrimas comenzaron a salir una tras otra—. ¡NO LO ENTIENDES! —El llanto fue más notorio, comencé a temblar por la rabia—. SUS BESOS ESTABAN EN MIS LABIOS… No quiero otro recuerdo, ¡¿QUÉ MIERDA no entiendes?!Las personas que me conocen les parecerá extraño el que diga una mala palabra, pero en este instante me importaba una mierda.» ¡LARGATE! Confié en ti, te permití acercarte si era como amigo, en tu vida vuelvas a buscarme porque te juro que te meto un tiro en la cabeza. ¡LARGATE!La cara de Juan era de dolor, me importaba un bledo—. Te dije que solo podías permanecer cerca si te mantenías al margen, ahora ni a un kilómetro quiero verte.—Vero…—Mejor retírate Juan, la señora está muy alterada.Dijo Inés, llegó a nuestro lado, tomó mi mano. La abracé, todo el cuerpo
Nunca imaginé salir de Colombia, ahora estoy en los Estados Unidos, Blanco es una ciudad pequeña para lo que vimos en San Antonio. El Renacer está bastante retirado de la población más cercana, queda a una hora y media.Aún no termino de agradecerle a Dios el que llegaran a mi vida, todo esto ha sido una locura, una maravillosa locura —secaba los platos de la cena preparada por la señora Vero, quien ya se había encerrado en su habitación con su perro—. Unas manos se posaron en mi cintura, automáticamente mi corazón comenzó a galopar, su aliento erizó todos mis vellos.—Pequeña, sigo a la espera de una respuesta.A ojos cerrados quería decir sí, pero la señora tiene razón, tengo muchas inseguridades. Besó mi cuello.» Diana… —Di la vuelta, quedé frente a él.—Primero debo alimentar a Isaac, tú debes dormirlo y después de eso es importante que hablemos.—¿Por qué no me miras a los ojos? ¿Algo de mí te incomoda? ¿Te han dicho algo?No pude mirarlo, noté la preocupación en su voz. Dios no
Diana me pide ser sinceros, estuve a punto de confesarle, pero no me siento capaz de hacerlo. Decidí alejarme por unos minutos, ahora debo debatir algo conmigo mismo. Ese pequeño tormento tuvo la valentía para confesarme cosas que no sabía, intuía, una cosa era suponerlos, otra muy distinta tener la certeza que pasaron, eso no me afecta, no le quita lo valiente que era.Llegué a mi cuarto, tomé el bolso donde tenía las armas y bajé con él, debo armar la casa, esta era una construcción hecha por Roland, algo que él siempre dejaba en el mismo lugar, eran los compartimientos donde se guardan las armas por si alguna eventualidad. Debo hacer algo mientras pienso, mientras tomo el valor e imito a Diana a confesarle mi secreto.Sé que merece saber la verdad, aunque me aborrezca—. Llegué a la puerta, al lado hay un interruptor de luz, lo presioné en la punta izquierda, automáticamente un panel se abrió en la parte de arriba, ahí guardé dos 9mm. Hice lo mismo en la sala, el comedor, la cocina,
Lo había dicho, fue tranquilizador confesar la verdad.—Miguel, no me harías daño, debemos esperar a que pase un evento de esos, pero el amor lo cura todo. Tal vez el amor que sientes por mí en ese momento sea suficiente para calmar la ira que nace en ti. Lo harás conmigo, no te voy a perdonar que metas ese delicioso pene en un hueco diferente a los tres disponible, en mí. —Me reí—. ¿Estás de acuerdo con eso?—Y dices que yo tengo la boca sucia. —presioné su sexo hacia el mío.—Tu respuesta no la he escuchado.—Con hechos te he respondido dos veces, y es acepto, ¿cuál es tu otra condición?—A partir de ahora no saldrás de mi cama y me gustaría mucho que me arrunches.No sé si esto era un sueño, me imaginé que al confesarle mi vergüenza me rechazaría y míranos aquí, he de confesar siento libertad.» Te amo. —El corazón se me infló—. Estaré orgullosa de portar el apellido García…No la dejé terminar, le quité la bata de seda, le di la vuelta para que quedara debajo de mí.—Te amo. —Le d