Siete años atrás…
Marcela está en el baño de la universidad, mientras yo espero sentado sobre el tronco de un árbol asesinado. No dejo de mover las rodillas, porque es la primera vez que pasamos por esta situación.
Ella y yo somos novios desde hace cinco años, nos conocimos al entrar en la enseñanza media. Yo era un chico lento, “pavo” como le dicen aquí. Ella era una chica tímida, pero muy hermosa. Con su pelo castaño oscuro y sus ajos café oscuro.
Mi pelo rubio oscuro y mis ojos azules les llamaba la atención a las chicas, pero a ella no.
Hasta que un día, en una fiesta en la casa de uno de mis amigos, logré entablar una conversación decente. Ninguno de los dos quería estar ahí, porque no éramos de fiestas ruidosas, mas bien preferíamos conversar con las personas y reírnos. Así que la invité a sentarse conmigo en la acera, fuera de la casa de mi amigo. Hablamos de todo un poco, hasta que llegó su padre a buscarla en su auto.
Lo saludé y me apresuré a abrirle la puerta para que subiera rápido, nos despedimos y al día siguiente me llamó para que fuera a su casa, porque sus padres me querían conocer. Acepté sin dudarlo, ella me gustaba mucho y quería al menos ser su amigo.
Ese día comimos pastel, mientras hablaba con sus padres sobre el colegio y mis planes para el futuro. Con 14 años estaba decidido a que quería ser Ingeniero en Construcción, que quería casarme joven y tener una hermosa familia.
Luego de eso, pudimos salir a caminar un rato al parque que estaba frente a su casa. Allí, ella se acercó y me dijo que yo le gustaba, desde el primer día de clases. Pero no había querido acercarse antes, porque creía que era el típico rubio creído y que no me interesaba.
Tras esa confesión, le di mi primer beso. Fue tierno, suave, inocente… y bastante torpe, porque ninguno de los dos había besado antes. Pero fue con ella, era lo que importaba.
Pasaron tres años antes de que decidiéramos tener intimidad. Su mamá la había llevado a un ginecólogo y comenzó a tomar la píldora. Además de eso, yo usaba preservativos casi siempre. Éramos muy cuidadosos.
Al entrar a la universidad, ella se decidió por Educación Parvularia y yo me quedé con mi carrera elegida años atrás. Ahora estamos en el segundo año, ninguno quiere dejar de estudiar, sin embargo, ella tiene cinco días de retraso en su periodo.
Pasan algunos compañeros, los saludo con un gesto de cabeza y sigo con mis nervios. Tras unos cinco minutos, que parecen una eternidad, ella sale con los ojos llorosos y la prueba en la mano.
Yo sólo la abrazo, mientras de manera torpe me entrega la prueba.
La veo y cierro mis ojos.
Al abrirlos miro al sol. Una lágrima escapa de mí, porque es algo que quería, no es el mejor momento, pero soy feliz.
Tomo su rostro entre mis manos y la miro. Quito sus lágrimas con mis pulgares y la beso. Le prometo que todo estará bien y que será la mejor madre del mundo.
Me prometo que si es niña se llamará Sol, porque fue lo primero que vi luego de saber que venía en camino y que me dio la paz que necesitaba en ese momento.
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Hola a todos, gracias por estar aquí otra vez, dándole una oportunidad a esta historia.
Les cuento que se publicarán los capítulos de Lunes a Viernes.
Con este libro no quiero desconocer a las madres solteras, para nada. Pero creo que hay padres en este mundo que merecen que se cuente su historia y créanme, que no son pocos.
Esta es una historia ficticia, donde los nombres y hechos pueden ser coincidencia. El lugar y el año queda a vuestra imaginación.
Los quiero y vamos a darle la oportunidad a algo diferente.
Sofía de Orellana
Facebook página y grupo Sofía de Orellana - Escritora.
Hoy…Luego de una terrible semana en la obra, Felipe y Matías me han invitado a salir con ellos.Ellos son mis amigos desde el colegio. Fue en casa de Felipe donde se llevó a cabo la fiesta en la que rompí el hielo con Marcela.Lamentablemente, ella y yo ya no somos pareja. De hecho, llevo solo desde que rompimos. El único amor que me queda es mi niña hermosa, mi Sol.Me doy una ducha rápida, me visto y me voy al encuentro con los chicos. Les advertí que sería una salida corta y sin alcohol para mí, porque mañana me toca visita con mi hija.Quisiera verla todos los días, porque, a pesar de mi trabajo, podría hacerlo. Sin embargo, Marcela no me lo permite, regularizamos las visitas y una pensión de alimentos de forma legal, como si un juez tuviera que obligarme a cumplir como padre. No se me permite verla má
Llevo media hora esperando a que Marcela abra la puerta.La llamé, como siempre, pero no me respondió. Seguro volvió a quedarse dormida, su hijo más pequeño a veces no la deja dormir por las noches.Y es que, como era de no imaginarse jamás, volvió a ser madre. Sí, tiene tres hijos. Pablito tiene tan sólo ocho meses de vida, por alguna razón, no siguió con el padre de este. Aunque el tipo si estaba enamorado, aún la busca. Lo compadezco, porque yo también pasé por eso, hasta que me enteré de que salía con otro.Saco mi teléfono otra vez para llamarla, pero justo recibo un llamado de Soledad, su madre.-Armando, querido. Te estoy esperando con la niña para que pases por ella. Está desesperada, ¿no vendrás? – maldigo en mi interior y me voy corriendo al auto -.-Señora Soledad, buenos dí
Luego de nuestra siesta, Sol está más contenta. Voy a la cocina por algo para beber y para comer. Decido que este es el mejor momento para preguntarle si quiere conocer a una nueva amiga.-Princesa – le digo mientras le doy un vaso de jugo y un sándwich -, ¿te gustaría conocer a una nueva amiga?- ¿De mi edad o la tuya? – deja el vaso y el plato sobre la mesita frente a nosotros, me mira fijamente y con los brazos cruzados -.-De la mía – le sonrío y le doy una mordida a mi merienda -.- ¿Es una novia? – me dice algo molesta y toma su vaso de la mesita -.- ¿Qué?... ¡No! – le digo batiendo las manos, consigo no derramar mi jugo -. Ni siquiera yo la conozco mucho – le digo pensativo, frunzo el ceño -, pero es agradable. Podría ser una buena amiga para ambos.-Mmm… ya me dio curiosidad, papi – se sie
Me despierto con mi hija saltando en la cama, veo la hora con decepción: son las 7:30 de la mañana.-Hoy es mi día, hoy es mi día – grita a todo pulmón -.-Está bien princesa, pero ¿podrías dejar de saltar y dejarme dormir un poco más? – le digo tapándome hasta la cabeza, como si eso ayudara a no sentir su escándalo -.-No. Es mi día – siento que deja de saltar, se lanza sobre mí y me descubre el rostro -. Quiero desayuno y salir a pasear.-Sol, es temprano para salir a pasear – es una mezcla de súplica y queja, mientras ella comienza a saltar otra vez -.-Pero no para el desayuno – se deja caer en la cama y me mira feliz -. Veamos una película.Su carita de felicidad es tan motivante, que me levanto y me voy a preparar el desayuno. Pan tostado con queso, leche con chocolate para ella y jugo para mí.
Tras nuestra celebración de ayer, paseando todo el día, mi hija y yo llegamos a casa para no hacer nada. Hasta que recordé luego que ella se durmiera que debía preparar su ropa para el día siguiente.Salí de la cama y me fui directo a plancharla. La dejé ordenada en su pieza y me fui otra vez a descansar. Al poner la alarma en mi teléfono, me di cuenta que Valeria me había escrito:“Espero que hayan tenido un lindo día. Mañana nos vemos en la obra, ojalá todo salga bien. Besos para Sol”Le respondí de inmediato:“Gracias, ha sido un día espectacular, con ella siempre lo son. Nos vemos mañana, todo saldrá bien ;)”Puse el teléfono en silencio, apagué la luz de la mesita y me acomodé en la cama. Cuando estaba al fin quedándome dormido, sentí que mi pequeña m
En el camino trato de calmarme, sé que no puedo culpar de todo a Marcela. Yo también soy responsable de esto, debí darme cuenta antes. Al menos no me han dicho nada de la higiene de mi hija, eso debe ser porque ella tiene la costumbre de bañarse todos los días luego de llegar del colegio. Desde que aprendió a hacerlo sola, adquirió cierta independencia.Aparco fuera de la casa de Soledad, respiro profundo nuevamente y me bajo. Entro y llamo a la puerta, tratando de buscar las palabras más suaves para no generar conflicto. Escucho la risa de Marcela tras la puerta, frunzo el ceño, porque a esta hora debería estar trabajando.-Hola – me dice pálida y mira hacia dentro. Se interpone entre la puerta y yo -. ¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes visitar a Sol cuando se te dé la gana.-Por más que quisiera ver a mi niña, no vengo por eso. Pero su
Tras lo que fue una semana tranquila, en comparación a la manera en la que inició, hoy me preparo para salir con mis amigos. En media hora debo pasar por Valeria y nos reuniremos en el restaurante de Felipe, en donde será la cena de celebración.Ayer por la tarde, la señorita Donoso me ha escrito para decirme que Sol tuve un cambio radical desde el martes. Eso me alegra, pero al costo de no poder hablar con mi hija ni uno de estos días. Tampoco puedo presentarme en casa de Marcela ya que, al no corresponderme visitas, puede llamar a la policía por hostigamiento. Sí, esa es la realidad de muchos padres que quieren a sus hijos.Al menos, logré que comience a preocuparse un poco más de mi niña. Sol es una niña preciosa y merece verse siempre bien vestida, limpia y con sus peinados que le fascinan.Tomo mis documentos, una chaqueta y apago las luces de la casa. Pongo la alarma y me d
Tras otra semana de trabajo bastante duro, termino el viernes con las ganas de ver mañana a mi princesa. Estos días sólo he sabido de ella por Soledad, porque ahora Marcela ni siquiera se molesta en contestar mis llamadas o mis mensajes. Aunque ya estaba preparado para eso, cada vez que la enfrento acerca de la manera que cuida de Sol pasa esto.Me voy directo a la cocina por algo para tomar. Saco un refresco y me siento un rato en el sofá, mientras busco algo para ver en la televisión. De pronto, suena mi teléfono y veo que es Marcela.-Marcela, hola, ¿cómo está mi niña?-Ella está bien, Armando. Está bien cuidada – me dice en un tono desagradable -. Te llamo porque mañana no podrá ir a su visita contigo.- ¡¿Qué, por qué?!-No grites, por favor. La invitaron a un cumpleaños y ella quiere ir.-Yo la llevo