Luego de nuestra siesta, Sol está más contenta. Voy a la cocina por algo para beber y para comer. Decido que este es el mejor momento para preguntarle si quiere conocer a una nueva amiga.
-Princesa – le digo mientras le doy un vaso de jugo y un sándwich -, ¿te gustaría conocer a una nueva amiga?
- ¿De mi edad o la tuya? – deja el vaso y el plato sobre la mesita frente a nosotros, me mira fijamente y con los brazos cruzados -.
-De la mía – le sonrío y le doy una mordida a mi merienda -.
- ¿Es una novia? – me dice algo molesta y toma su vaso de la mesita -.
- ¿Qué?... ¡No! – le digo batiendo las manos, consigo no derramar mi jugo -. Ni siquiera yo la conozco mucho – le digo pensativo, frunzo el ceño -, pero es agradable. Podría ser una buena amiga para ambos.
-Mmm… ya me dio curiosidad, papi – se sienta más junto a mí y me da un codazo -. ¿Es linda?
-Tal vez, no lo sé – me quedo pensativo otra vez, mirando al techo -. No me fijo en eso, quiero una amiga, no una novia.
- ¿Y mis tíos?
-A veces una amiga ayudaría a escoger tu ropa. Es difícil – me rasco la cabeza -.
-Lo has hecho bien hasta ahora – me da una palmada en el hombro -.
Se baja del sofá, se va a su habitación y yo me quedo divertido pensando en su respuesta. Cuando vuelve, se sienta a mi lado con su cara de duda.
- ¿Has prensado en tener novia, papi?
-No, cariño – le respondo serio, para que vea que es verdad -. No tengo tiempo.
-Mmm… entonces mi mamá sí que tiene tiempo – me sorprende su comentario -.
-No somos iguales. Yo quiero hacer bien mi trabajo y preocuparme sólo de ti.
- ¿No te aburres solo? – me pone esa cara seria que solo ella puede poner -.
-No, para eso te veo los fines de semana – muerdo mi pan -, y en la semana estoy con los chicos del trabajo.
-Mmm… - se queda mirando sus manitas por unos segundos y luego me mira con su hermosa sonrisa -. Quiero conocer a una nueva amiga. Ojalá que sea linda. Invítala para que venga hoy.
Me abraza y se va a su habitación otra vez.
Sin más que esperar, le envío un mensaje a Valeria y le doy mi dirección. Las preguntas de mi hija me han dejado pensando, ella es muy observadora y, seguro que, por causa de las relaciones de su madre, se quiere asegurar de que en verdad es una amiga. Aunque tal vez ahora quiera que pase otra cosa.
No le he mentido, mi única intención con Valeria es la de una amistad.
No podría mantener una relación con alguien que no conozco, ahora no puedo pensar sólo en mí. Quiero darle un buen ejemplo a mi hija, no quiere decir que me quede solo el resto de mi vida, pero necesito alguien que me quiera con hija incluida.
Lamentablemente, es muy común para mí ver mujeres que alejan a los padres de sus hijos fuera de la relación. Yo lo tengo claro, mi princesa es antes que cualquier mujer, por lo mismo no me haré mala sangre con una relación.
Le digo a Sol que mi amiga vendrá en una hora y ella decide ponerse un vestido para la ocasión. Me pide que le haga una trenza, algo que tuve que aprender hace unos años por ella.
Le hago una hermosa trenza en su cabello rubio, que ha elegido de un tutorial en YouTube. Al terminar, suena el timbre y ella se alisa el vestido para correr a abrir la puerta. Al abrir, Valeria, se agacha para quedar a su altura, la mira y le sonríe:
-Hola, me llamo Valeria – le dice ofreciendo su mano en señal de saludo -.
-Hola, yo soy Sol – le dice respondiendo al saludo de mano y dejándola pasar -.
-Hola, Valeria. Que bueno verte otra vez – me acerco y me saluda con un beso en la mejilla -.
-Gracias por aceptar mi petición, la verdad es que tenía muchas ganas de conocer a tu hija. Te brillaron los ojos cuando hablaste de ella – levanta una bolsa de regalo -. Esto es por el día del niño.
- ¿En verdad es para mí? – dice Sol, mientras aparece una sonrisa-.
-Claro que sí. Desde ahora no te faltarán mis regalos en las ocasiones especiales, eso hacen los amigos – y le guiña un ojo -.
Sol lo recibe y se sienta en el sofá para abrirlo con delicadeza. Invito a Valeria a que tome asiento y le ofrezco algo de beber.
-Espero que te guste, es algo que de pequeña siempre me gustó – le dice a Sol -.
Mi princesa saca una Barbie sirena, la abraza de inmediato porque ama las muñecas.
-Gracias, está muy linda – me mira y me susurra lo mejor que puede -. Elegiste bien a tu amiga, ya me agrada.
Se va a su habitación, seguro que para buscar más muñecas y jugar. Nos reímos de sus palabras. Le doy un vaso de jugo a Valeria, mientras vemos que Sol llega a nuestro lado con más juguetes.
Nos invita a jugar con ella, Valeria se lanza al suelo de inmediato. Al parecer no ha olvidado su gusto por las muñecas. Entre las dos se inventan una historia y se ríen. Yo me voy a la cocina para terminar la cena.
Cuando ya está lista, les digo que se laven las manos y que tomen asiento.
-Ven conmigo, yo te enseño donde está el baño – le dice Sol a Valeria y la lleva de la mano -.
Esta sonríe y se deja llevar por mi pequeña niña.
Nos sentamos a comer, antes de que Valeria pruebe el primer bocado, Sol la detiene y le dice que hay que bendecir los alimentos.
Hace unos meses, su amigo Joaquín la invitó a almorzar, su familia es miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, por lo que hacen una oración antes de cualquier alimento. A Sol le agradó y lo hace desde entonces, aunque sea una leche con chocolate en cajita. Yo no la reprimo, porque al menos aprendió algo bueno, no soy muy creyente, pero me gusta ver que mi hija se queda con los buenos valores que ve en los demás.
Ella misma la hace y al terminar ataca su plato de pasta Alfredo con carne mechada.
-Papi, tú deberías trabajar con el tío Felipe – me dice con la boca llena -.
-Entonces, te gustó – le digo sonriendo -.
-Está muy delicioso – dice señalando su plato exageradamente -, ¿verdad Valeria?
-Muchísimo – responde ella, con la boca llena también, lo que hace reír a Sol -.
La vemos comer y empezamos a hablar de cómo conoció a sus amigas. Yo le cuento cómo me hice amigo de esos traidores y Sol nos cuenta cómo se enojó con su mejor amiga porque le dio la mano a un compañero que ella detesta, porque siempre le hala las trenzas. Obvio, un tema nada que ver.
- ¿Ese niño te gustaba? – le pregunta Valeria -.
-No, para nada. Es un niño pesado, que siempre me molesta. Por eso me enojé con ella.
-A lo mejor ellos se quieren – le dice Valeria divertida por la actitud madura-infantil de mi hija -.
- ¿Y eso qué? No se van a casar, tienen seis años. Yo esperaría a tener un novio.
- ¿Hasta qué edad? – le pregunta curiosa -.
-Hasta los 14 años, como mi papá cuando conquistó a mi mamá.
-Es tu héroe, ¿verdad? – le pregunta Valeria, señalándome con la cabeza -.
-Obvio. Sólo míralo, es guapo, tiene trabajo, cocina bien y sabe peinar – le muestra su trenza -. Es mejor que Spiderman. Cuando lo conozcas más, vas a querer casarte con él.
-Sol… - le digo, un poco atorado con la comida-. Ya cálmate.
-Sólo digo lo que sucederá – me dice encogiéndose de hombros. Mira a Valeria y le dice totalmente segura -. No hay mejor hombre que él.
-Ya veremos – le responde mientras se ríe -. Pero de amigo me queda mejor.
-Si tú lo dices – se encoge de hombros y la apunta con el tenedor -. Pero tú te lo pierdes.
Sigue comiendo con la vista fija en el plato, mientras Valeria y yo nos miramos divertidos por las respuestas de Sol. Mi princesa a veces habla cosas que no entiende bien, pero siempre te deja con la boca abierta.
Tras la cena, hemos ayudado a Sol a armar el rompecabezas que Felipe le regaló. Aunque trató de seguirnos el ritmo, no pudo y se durmió. Ni siquiera una siesta le permiten que se pase de su horario de dormir, las 9 de la noche es su tope.
La ayudé a lavarse los dientes y ponerse el pijama, luego de arroparla se durmió de inmediato.
-Es una niña muy inteligente - me dice Valeria colocando otra pieza en el rompecabezas, mientras yo me acerco al sofá -.
-Sí, todavía no creo las cosas que habló durante la cena – reconozco divertido-.
-Es normal, se nota que te adora y que sólo quiere que seas feliz.
-A veces me pregunto si su madre y yo le estamos provocando algún daño – miro a la nada, con el ceño fruncido -.
-No lo creo. Al menos no tú – ella me sonríe y yo también -. ¿Cómo fue tu historia con su madre?
Y sin pena, le cuento todo. Valeria sólo habla para hacerme alguna pregunta, pero escucha toda la historia de amor que viví. Al terminar, ella me dice:
-Tal vez estás muy herido, nunca te ocupaste de tu corazón, de sanarlo. Te dedicaste a tu hija para olvidar esa parte de ti.
-Puede ser, pero no me arrepiento. Han sido años maravillosos junto a ella.
-Sí, pero ella crecerá.
Y veo lo que eso implica. Pienso en lo que significa eso.
-No le tengo miedo a la soledad.
-Eres uno de los pocos. Yo le tengo terror.
- ¿En serio? No se nota, se te ve segura.
-Tengo que serlo, trabajo en un área donde estoy rodeada de hombres mayormente – deja el rompecabezas y me mira -. Un atisbo de duda y pierdo credibilidad.
-Eso es en el plano laboral, pero en lo personal es diferente.
-No me puedo dividir – se encoge de hombros y sigue uniendo piezas -. El trabajo me ayuda a no caer en mi vida personal. He tenido pésimas relaciones, llevo sola más de un año y sigo buscando alguien que no sea un total engaño.
-Y eso cuesta demasiado – le digo, porque sé que tiene razón, colocando otra pieza en el lugar incorrecto -.
Nos miramos y, por un momento, veo que Valeria se sonroja un poco. Es muy bella, me fijo en sus ojos color miel. ¿Por qué no me había fijado antes en el color de sus ojos?
Hablamos un poco más de trabajo, me cuenta la anécdota que la llevó a tener un teléfono para sus asuntos personales y otro para el trabajo. Yo le cuento mis errores como aprendiz de construcción, pero lo que más me gusta es que se abraza a un cojín del sofá para que su risa no despierte a Sol.
Tras un rato, ve su reloj y decide que es hora de irse. Coge su abrigo y su cartera, salgo con ella a la calle para despedirla.
-Gracias por invitarme a tu casa – tiene sus mejillas sonrosadas, evidencia de tantas risas -. Hace mucho que no me sentía a gusto con alguien.
-Fue un placer – le digo, con mis manos en los bolsillos, balanceándome sobre mis pies -. Para ser sincero, hace años que no compartía un momento agradable con una mujer que no fuera mi hija.
Reímos juntos por última vez, ella se acerca y se despide con un beso en la mejilla. Mientras se sube a su auto con total naturalidad, yo me quedo estático, totalmente paralizado. Este beso es totalmente diferente al que me dio cuando llegó. No recuerdo la última vez que sentí esa cercanía con una mujer, quien fue la última en darme un beso así, que me desarmara.
Ella se despide con la mano desde su auto y yo lo devuelvo torpemente. Al perderse su auto en la esquina, me sobo la mejilla sin poder creerlo.
Al entrar, una sonrisa de adolescente aparece en mi rostro.
Me despierto con mi hija saltando en la cama, veo la hora con decepción: son las 7:30 de la mañana.-Hoy es mi día, hoy es mi día – grita a todo pulmón -.-Está bien princesa, pero ¿podrías dejar de saltar y dejarme dormir un poco más? – le digo tapándome hasta la cabeza, como si eso ayudara a no sentir su escándalo -.-No. Es mi día – siento que deja de saltar, se lanza sobre mí y me descubre el rostro -. Quiero desayuno y salir a pasear.-Sol, es temprano para salir a pasear – es una mezcla de súplica y queja, mientras ella comienza a saltar otra vez -.-Pero no para el desayuno – se deja caer en la cama y me mira feliz -. Veamos una película.Su carita de felicidad es tan motivante, que me levanto y me voy a preparar el desayuno. Pan tostado con queso, leche con chocolate para ella y jugo para mí.
Tras nuestra celebración de ayer, paseando todo el día, mi hija y yo llegamos a casa para no hacer nada. Hasta que recordé luego que ella se durmiera que debía preparar su ropa para el día siguiente.Salí de la cama y me fui directo a plancharla. La dejé ordenada en su pieza y me fui otra vez a descansar. Al poner la alarma en mi teléfono, me di cuenta que Valeria me había escrito:“Espero que hayan tenido un lindo día. Mañana nos vemos en la obra, ojalá todo salga bien. Besos para Sol”Le respondí de inmediato:“Gracias, ha sido un día espectacular, con ella siempre lo son. Nos vemos mañana, todo saldrá bien ;)”Puse el teléfono en silencio, apagué la luz de la mesita y me acomodé en la cama. Cuando estaba al fin quedándome dormido, sentí que mi pequeña m
En el camino trato de calmarme, sé que no puedo culpar de todo a Marcela. Yo también soy responsable de esto, debí darme cuenta antes. Al menos no me han dicho nada de la higiene de mi hija, eso debe ser porque ella tiene la costumbre de bañarse todos los días luego de llegar del colegio. Desde que aprendió a hacerlo sola, adquirió cierta independencia.Aparco fuera de la casa de Soledad, respiro profundo nuevamente y me bajo. Entro y llamo a la puerta, tratando de buscar las palabras más suaves para no generar conflicto. Escucho la risa de Marcela tras la puerta, frunzo el ceño, porque a esta hora debería estar trabajando.-Hola – me dice pálida y mira hacia dentro. Se interpone entre la puerta y yo -. ¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes visitar a Sol cuando se te dé la gana.-Por más que quisiera ver a mi niña, no vengo por eso. Pero su
Tras lo que fue una semana tranquila, en comparación a la manera en la que inició, hoy me preparo para salir con mis amigos. En media hora debo pasar por Valeria y nos reuniremos en el restaurante de Felipe, en donde será la cena de celebración.Ayer por la tarde, la señorita Donoso me ha escrito para decirme que Sol tuve un cambio radical desde el martes. Eso me alegra, pero al costo de no poder hablar con mi hija ni uno de estos días. Tampoco puedo presentarme en casa de Marcela ya que, al no corresponderme visitas, puede llamar a la policía por hostigamiento. Sí, esa es la realidad de muchos padres que quieren a sus hijos.Al menos, logré que comience a preocuparse un poco más de mi niña. Sol es una niña preciosa y merece verse siempre bien vestida, limpia y con sus peinados que le fascinan.Tomo mis documentos, una chaqueta y apago las luces de la casa. Pongo la alarma y me d
Tras otra semana de trabajo bastante duro, termino el viernes con las ganas de ver mañana a mi princesa. Estos días sólo he sabido de ella por Soledad, porque ahora Marcela ni siquiera se molesta en contestar mis llamadas o mis mensajes. Aunque ya estaba preparado para eso, cada vez que la enfrento acerca de la manera que cuida de Sol pasa esto.Me voy directo a la cocina por algo para tomar. Saco un refresco y me siento un rato en el sofá, mientras busco algo para ver en la televisión. De pronto, suena mi teléfono y veo que es Marcela.-Marcela, hola, ¿cómo está mi niña?-Ella está bien, Armando. Está bien cuidada – me dice en un tono desagradable -. Te llamo porque mañana no podrá ir a su visita contigo.- ¡¿Qué, por qué?!-No grites, por favor. La invitaron a un cumpleaños y ella quiere ir.-Yo la llevo
El fin de semana me pareció eterno. Ya quería que fuera lunes, para meterme en el trabajo y espantar la pena de no ver a mi niña.Avisé que mañana por la mañana me ausentaré, iré al tribunal o buscaré un abogado, lo que sea. El llamado de Sol me hizo entender que ella no lo está pasando bien con todo esto. Marcela la está obligando a relacionarse con personas que ella no quiere. Estoy seguro de que ni siquiera le preguntó si quería conocer a esas personas.Muchas veces los padres cometen el error de imponer a los hijos las relaciones con personas nuevas, que no son esenciales en la vida de los niños, pero que por apariencia o estatus social se nos hace indispensable involucrarlos.En mi caso, le pregunté si quería conocer a Valeria. Porque no quería imponerle a alguien, si me hubiese dicho que no, pues era no. Mi amistad con Valeria se hubiese l
Luego de una semana desde que Marcela me pidiera que me quede con Sol, estamos en la oficina de mediación esperando. Le aconsejé que aprovechara de hacerlo por los tres niños, ya que de esa manera se evitará muchos problemas.Como Sol está en el colegio y María José en el jardín infantil, sólo nos tocaba buscar alguien que se quedara con Pablito. Afortunadamente su abuela paterna lo adora, así que ella se hará cargo de cuidarlo mientras Pablo trabaja, hasta que él pueda conseguir una sala cuna.Marcela no deja de mirarse las manos, no ha dicho palabra alguna desde que llegamos. Sé que está nerviosa y una parte de ella debe decirle que es una mala idea.A mi manera de pensar, es lo mejor, para los tres niños. Sigo teniendo ese sentimiento que me dice que no es sólo por trabajo, pero le daré el beneficio de la duda. Además, no es que me est
Ya ha pasado un mes desde que firmamos el acuerdo. El juez lo aprobó sin problemas, Marcela hace dos semanas que se fue y ha llamado a Sol día por medio. Este fin de semana le corresponde la segunda visita. A la primera no pudo venir, porque todavía estaba acomodándose en su nuevo puesto de trabajo y, según me dijo, estaba buscando una casa para que a futuro Sol y sus hermanos la puedan visitar allá.Hoy es un hermoso jueves de septiembre y me encuentro con mi princesa en el supermercado, compramos lo necesario para la cena que haremos el viernes con la familia de Joaquín. Nos ha costado organizarla, ya que estuve con demasiado trabajo, incluso tuve que recurrir a Soledad un par de veces. Lo bueno es que mi princesa no me reclama por eso, ella sabe que mi trabajo es así, además de que por la noche de todas formas estaremos juntos.Mientras ella está sentada en el carrito, yo voy echando dentro los in