Tras otra semana de trabajo bastante duro, termino el viernes con las ganas de ver mañana a mi princesa. Estos días sólo he sabido de ella por Soledad, porque ahora Marcela ni siquiera se molesta en contestar mis llamadas o mis mensajes. Aunque ya estaba preparado para eso, cada vez que la enfrento acerca de la manera que cuida de Sol pasa esto.
Me voy directo a la cocina por algo para tomar. Saco un refresco y me siento un rato en el sofá, mientras busco algo para ver en la televisión. De pronto, suena mi teléfono y veo que es Marcela.
-Marcela, hola, ¿cómo está mi niña?
-Ella está bien, Armando. Está bien cuidada – me dice en un tono desagradable -. Te llamo porque mañana no podrá ir a su visita contigo.
- ¡¿Qué, por qué?!
-No grites, por favor. La invitaron a un cumpleaños y ella quiere ir.
-Yo la llevo
El fin de semana me pareció eterno. Ya quería que fuera lunes, para meterme en el trabajo y espantar la pena de no ver a mi niña.Avisé que mañana por la mañana me ausentaré, iré al tribunal o buscaré un abogado, lo que sea. El llamado de Sol me hizo entender que ella no lo está pasando bien con todo esto. Marcela la está obligando a relacionarse con personas que ella no quiere. Estoy seguro de que ni siquiera le preguntó si quería conocer a esas personas.Muchas veces los padres cometen el error de imponer a los hijos las relaciones con personas nuevas, que no son esenciales en la vida de los niños, pero que por apariencia o estatus social se nos hace indispensable involucrarlos.En mi caso, le pregunté si quería conocer a Valeria. Porque no quería imponerle a alguien, si me hubiese dicho que no, pues era no. Mi amistad con Valeria se hubiese l
Luego de una semana desde que Marcela me pidiera que me quede con Sol, estamos en la oficina de mediación esperando. Le aconsejé que aprovechara de hacerlo por los tres niños, ya que de esa manera se evitará muchos problemas.Como Sol está en el colegio y María José en el jardín infantil, sólo nos tocaba buscar alguien que se quedara con Pablito. Afortunadamente su abuela paterna lo adora, así que ella se hará cargo de cuidarlo mientras Pablo trabaja, hasta que él pueda conseguir una sala cuna.Marcela no deja de mirarse las manos, no ha dicho palabra alguna desde que llegamos. Sé que está nerviosa y una parte de ella debe decirle que es una mala idea.A mi manera de pensar, es lo mejor, para los tres niños. Sigo teniendo ese sentimiento que me dice que no es sólo por trabajo, pero le daré el beneficio de la duda. Además, no es que me est
Ya ha pasado un mes desde que firmamos el acuerdo. El juez lo aprobó sin problemas, Marcela hace dos semanas que se fue y ha llamado a Sol día por medio. Este fin de semana le corresponde la segunda visita. A la primera no pudo venir, porque todavía estaba acomodándose en su nuevo puesto de trabajo y, según me dijo, estaba buscando una casa para que a futuro Sol y sus hermanos la puedan visitar allá.Hoy es un hermoso jueves de septiembre y me encuentro con mi princesa en el supermercado, compramos lo necesario para la cena que haremos el viernes con la familia de Joaquín. Nos ha costado organizarla, ya que estuve con demasiado trabajo, incluso tuve que recurrir a Soledad un par de veces. Lo bueno es que mi princesa no me reclama por eso, ella sabe que mi trabajo es así, además de que por la noche de todas formas estaremos juntos.Mientras ella está sentada en el carrito, yo voy echando dentro los in
El viernes ha sido bastante entretenido. Fui por Sol a casa de su abuela, ya que este día sale más temprano y no me era posible recogerla. Cuando llegué, Soledad me dijo que mi pequeña la tapó de preguntas sobre su apellido.Resulta que el tatarabuelo de Sol era de una comunidad Aymará y se casó con una mujer de la ciudad. Desde entonces que salieron de sus tierras de origen, Sol está fascinada por esa historia.-Que pena que tu abuelo no te pudiera contar todo lo que sabía. A veces hablaba en la lengua de su bisabuelo, sabía varias palabras.- ¿Te acuerdas de alguna, abuelita? – le preguntó Sol muy ansiosa -.-No, pero sé que tu abuelo tenía algunas anotadas en un diario de sueños que llevaba. Los buscaré y te lo daré. Creo que a ti te servirá más.Luego de eso, nos vinimos a casa, porque hay una cena que prepa
Aquí estoy, en la calle y de la mano de mi hija con nuestros disfraces de caballeros. Pude conseguir unos bastante buenos, de color plateado y algo pesado. Al menos el mío. Ella luce uno muy sencillo, sin yelmo y con una hermosa trenza que Valeria le ha hecho. En unos minutos se nos unirá, su disfraz es de reina, a petición de Sol.Mi hija se imagina que será como la reina de corazones de Alicia en el país de las maravillas, yo como la de las pinturas antiguas. Como sea, se verá hermosa.Este último mes ha sido por un lado caótico y por otro… el más maravilloso de toda mi vida.Marcela no ha cumplido sus visitas, mucho menos con la pensión. Eso último me da lo mismo, ya le había dicho que no lo hiciera y si quedó así fue para que no tuviéramos problemas. Lo que me preocupa es que si le pague a Soledad, ya que María José no
Luego un estupendo fin de semana largo con mi pequeña hija, volvemos a la realidad. Hoy, para ella, es un día importante, ya que debe presentar su trabajo acerca del origen de sus apellidos.Le he pedido a una modista que le haga un traje de Aymará completo. Le hice unas hermosas trenzas y va vestida con el traje, con una sonrisa en la cara que es altamente contagiosa. Hemos buscado mucha información, ha aprendido sobre las comidas, sus actividades productivas, su vestimenta, etc.Pero lo que más le gustó fue el diario de su abuelo. Don Abel, que falleció dos años antes de que ella naciera, llevaba un diario de sueños. En él narró los sueños que tuvo, pero además escribió las interpretaciones que él creyó que tenían de acuerdo con lo que su propio abuelo le enseñó de pequeño. Así es como encontramos varias palabras en la len
Se acerca la ceremonia de Licenciatura de los octavos, por lo que llamo a Marcela para invitarla. Estamos a finales de noviembre y ella no ha venido a ver a los niños, además de que hace un par de semanas que no llama a Sol.Al menos, lo más importante, eso parece no afectarle a Sol. Aunque sí me ha pedido que la lleve a ver a sus hermanos los fines de semana, aunque sea un rato. La lejanía le ha sentado bien en la relación con sus hermanos. A María José le regaló uno de sus b favoritos, para que no la extrañara. Soledad le contó el viernes pasado que su hermana duerme abrazada a su peluche y no deja que nadie lo toque, ella misma lo pone en la lavadora y luego lo pone a secar.En cuanto a Pablito, a él le regaló un juguete blando, para que pudiera dormir con el. Pablo nos envió una foto del pequeño durmiendo con el juguete. Sol se siente feliz, porque sabe que una
Es un hermoso sábado, eso no lo podemos discutir. Es por eso por lo que, con mi pequeña hija, hemos pensado en venir a pasarlo a la playa. Hemos invitado a Valeria, quien se ve un poco más alegre que los días anteriores, ríe y juega con Sol, pero sus ojos siguen teniendo esa tristeza implícita que marca el sufrimiento de su alma.Solo me queda pensar que mi pequeño Sol le da algo de su luz a esa mujer que se me está volviendo indispensable. Verlas de esa manera me hace sentir ansioso, pensando en cómo sería mi vida si Valeria aceptara ser mi mujer por el resto de nuestras vidas.- ¡Papi, mira lo que encontramos! – Sol me saca de mis pensamientos con una expresión emocionada, trae algo entre sus manos -.- ¿Qué es, Solecito? – me acerco a ella y me muestra una concha de caracol, tiene un color azul oscuro y se degrada a blanco, casi cubre su manito -. Pero