Sophia Williams podía sentir la refrescante brisa del viento sobre ella, su mirada se dirigía por el balcón a la cercana playa con palmeras altas en los alrededores, sin embargo, a pesar del bello paisaje frente a ella…

Esa molesta incomodidad seguía en su interior perturbando su mente.

"¿Por qué me tiene que suceder esto a mi?"

"No es lo que quería… No imaginaba este futuro en mi vida…"

Los pensamientos negativos se hacían presentes uno tras otro.

Ella dirigió su mirada a su mano izquierda, pronto habría un lujoso anillo de bodas adornando su dedo anular.

Sintió una tristeza invadiendo su ser y fue en ese momento que Sophia escuchó el sonido de la puerta al abrirse y de inmediato posó su mirada atrás…

Ahí estaba de pie Caroline, su mejor amiga desde la infancia, una elegante dama de grandes riquezas hoy en día, cabellera rubia corta y hermosos ojos verdes limón.

— Te ves preciosa. — Comentó ella acercándose a Sophia.

La bella mujer vestida de novia, sostuvo los costados de la falda de ese blanco y pomposo vestido mostrando la lujosa pedrería que le decoraba.

— ¡Solo míralo! ¡El precio de este vestido es absurdo! — Dijo mientras una risa nerviosa curvó sus labios color cereza.

— ¿Cómo te sientes? ¿Nerviosa? ¿Ansiosa? ¿Con pánico? — Preguntaba Caroline mientras se acercaba a su amiga y le acomodaba la tiara y el velo; su calida sonrisa hacían que Sophia se sintiera un poco más calmada, tenerla ahí significaba mucho para ella.

— Tengo que hacer esto, es todo lo que puedo por mis padres y familia. — Contestó intentando mantener la calma.

— Te ves hermosa Sophia, los invitados ya están ingresando al jardín del evento, escuché que el novio llegó hace media hora pero aún no hace acto de presencia, hay muchos invitados importantes, pero no digo esto para que te sientas más nerviosa; recuerda que no puedes huir mucho menos negarte, ya es demasiado tarde y el honor y futuro de tu familia depende de está unión marital.

— Por supuesto, ¿Cómo podría olvidarlo? — Contestó Sophia.

Las palabras que le decía su mejor amiga ya habían sido atadas a la mente de la joven por todos los miembros de su familia durante los últimos tres meses; desde que su padre Harold Williams le dijo que ella se casaría por la supervivencia de la compañía familiar.

Hace tres meses atrás, ella se ocupaba felizmente de su veterinaria, era su trabajo como dueña del lugar junto a su querido ayudante Charlie; Sophia trabajaba en lo que más amaba y por lo cual se esforzó estudiando.

A su edad de veinticuatro años, nunca creyó que se vería obligada a casarse.

Su padre llevaba teniendo problemas en la empresa comercial de productos alimenticios de la familia por críticas de los medios, la calidad bajaba y el público lo prefería menos que a otras marcas.

Eso comenzó cuatro años atrás, él trabajo duro por mantenerse en el mercado, pero recientemente cuando los problemas parecían comenzar a finalizar.

No fue así.

El padre de Sophia se vió obligado a buscar socios, un interesado llamado Frederick Taylor señor mayor y magnate en la misma industria que conoció por medio de un amigo, le proporcionaría ayuda; para el señor Taylor no estaba en su pensar invertir dinero en una marca decadente sin algún otro beneficio o seguro.

Había algo que al señor Taylor de cincuenta y nueve años le interesaba más que propiedades o cualquier posesión material que tuvieran los Williams.

Él quería a… Sophia.

Una mujer castaña, de bellos ojos grises claros, estudiada, joven, que administraba una veterinaria; alguien educada, capaz, de encantadora personalidad y de una buena familia que hasta ahora comenzaban a tener problemas financieros.

Por supuesto, el viejo multimillonario no quería a la dulce y joven Sophia para él.

Si no más bien, para su hijo y actual CEO de sus muchos negocios.

Vincent Taylor.

Hombre joven de veintiocho años, cabello semi largo, rizado castaño claro y de unos bellos ojos verdes, carismático y agradable, muy popular entre mujeres, pero que se había negado rotundamente a casarse en bastantes ocasiones, hechando a perder sus últimas siete citas potenciales y cinco últimos compromisos obligados en un transcurso de seis años.

Es por eso que su padre utilizó una nueva estrategia en esta ocasión.

No perdería el tiempo organizando citas potenciales para su hijo y mucho menos lo comprometería; el señor Frederick Taylor se había cansado de los juegos inmaduros de su hijo y está vez…

¡Lo llevaría obligado directamente al altar!

¿La razón?

El padre de Frederick y abuelo de Vincent, se encontraba en un grave estado de salud por la edad y quería ver a sus nietos y al heredero para los muchos negocios que fundó en su juventud antes de partir.

Sin embargo ese era un detalle, que la joven Sophia Williams desconocía hasta el momento.

•••••

La fortuna de los Taylor era tanta que el vestido de novia importado de París que Sophia utilizaba le parecía algo absurdo y exagerado, pero para ellos era cualquier trapo con el que vestirán por solo unas horas a una última candidata.

"Le dejé claro a mi padre que quería una boda sencilla, pero dice que está boda será lo más sencillo que los Taylor puedan hacer sin ver comprometida su reputación"

Pensó la joven estresada.

Caminó hasta el gran espejo de la habitación viéndose una última vez antes de salir rumbo al altar.

— ¡Luzco horrible! — Dijo haciendo un gesto de desagrado, su cabello castaño oscuro y ondulado tenia pequeñas flores blancas decorativas y su rostro lucía un maquillaje simple que hacían resaltar el tono gris de sus finos ojos.

Era demasiado, todo el glamour era mucho para ella.

A Sophia le gustaban las cosas sencillas, por eso prefirió estudiar su carrera y ser veterinaria de su propia y pequeña clínica a ocuparse de los negocios de su padre o la empresa.

Ser la nueva señora Taylor no estaba en sus planes hace tres meses atrás.

El futuro que le esperaba solo le hacía sentir ansiedad y no de la buena, no era como cuando deseas que algo comience con entusiasmo, si no más bien cuando no quieres que suceda por qué temes y no quieres enfrentarlo.

Ella respiró profundamente y exhaló, repitió varias veces hasta sentirse un poco más calmada.

— Pásame mi ramo. — Dijo a su mejor amiga, ella lo tomó de inmediato del sofá largo cercano y se lo entregó.

— Rosas rojas, el color del amor y la pasión… Quizá si lo intentas puedas enamorarte de ese hombre, es joven, apuesto y salvará a tu familia de la banca rota. — Sonrió Caroline intentando animar a su amiga.

— Su reputación romántica es basura. — Le dijo Sophia. — No es un hombre maduro para formar una familia. — Añadió.

— Bueno, no tienen que ir tan rápido, ambos son jóvenes aún.

Sophia decidió no decir palabra alguna de más, de lo contrario tendría desacuerdos que causarían problemas con su amiga, no quería decir algo y que ella se sienta mal cuando solo la quería ayudar.

•••••

Ella escuchaba la suave melodía de fondo, se veían a distancia las olas rompiendo en la costa y el viento moviendo lentamente los velos blancos decorativos de los arreglos florales.

Las personas de pie observando su entrada, su padre llevándola del brazo, su mano libre apretando con fuerza el ramo de rosas.

Comenzó a sentirse nerviosa.

Entre más avanzaba más cerca veía la seria y aburrida expresión que tenía ese alto hombre, posando su mirada verde en ella, como si fuera algo molesto con lo que tendría que lidiar.

Su padre le dió un tierno beso en su frente, para seguidamente bajar el velo y entregar su mano a la extendida de Vincent Taylor, quien la sostuvo sin quiera decir nada.

Los siguientes minutos parecían una eternidad, escuchar todo el discurso del sagrado matrimonio la hacía sentirse agotada.

Sus ojos se posaron al paisaje trás Vincent, ver las olas romper una tras otra y cuando se dio cuenta Vincent apretó con fuerza su mano, ella finalmente reaccionó.

El padre de la ceremonia volvió a repetir la pregunta, ya que la novia parecía no haber escuchado bien.

— ¿Sophia Williams, acepta a Vincent Taylor como su futuro esposo?

"NO"

Gritó su mente y corazón.

— Acepto. — Dijo Sophia.