CAPÍTULO VEINTE

Ginna Renaux

Saque el paquete de toallas de mi gaveta y limpie el exceso de fluidos que bañaba mi entrepierna. Alcancé mis bragas destrozadas y miré a Emiliano de mal modo que en ese momento se abotonaba la estrujada camisa.

—No me culpes—dijo alzándose de hombros— disfrutaré de sobremanera la tarde sabiendo que ese culo divino estará descubierto y disponible para ser tocado por mi en cualquier momento.

—No se que te hace pensar eso—refute.

—Ya veremos—agregó ladeando la cabeza.

Salimos con cuida

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