Resistí la tentación de llamar a mi padre y contarle todo lo que había pasado; además, sabía perfectamente el extenso sermón que me daría por todo lo que sucedió y no me apetecía escucharlo.Opté por pasar el resto de la tarde encerrado en el departamento, comer helado y mirar películas de acción. Era un hábito que “agarré” cuando obtuve mi primer corazón roto, hace tantos años atrás, por haber puesto los ojos en alguien a quien no le importé lo suficiente como para mantenerme a su lado. Bien, estoy exagerando un poquito. No fue tan así, aunque supongo que le sucede a la mayoría de las personas en plena etapa hormonal (la tan revoltosa adolescencia, por decir algo).La realidad es que nunca tuve un novio, pero si tuve relaciones cortas para experimentar y esas cosas. Sin embargo, recuerdo que tuve un enamoramiento por mi profesor de literatura. Me resulta algo gracioso, hoy día, porque solo tenía trece años y había descubierto que mi interés sexual se desviaba al otro lado de la calle
Continuación inmediata del capítulo anterior.No tenía idea de lo que estaba pasando, pero…—Cuando le confesé a papá que me sentí estúpidamente atraído por ti, él accedió al trato —continuó y asentí como un tonto, sin saber qué otra cosa hacer más que mirarlo fijamente—. Por supuesto, hubo serias objeciones de su parte y recibí un muy largo sermón, pero también dijo que tendría que ir despacio y tantear el terreno para contigo. Me conoce lo suficiente como para intuir que mi forma de proceder es todo lo opuesto a lo que realmente tendría que haber sido.»¿Ese trato todo demandante y arbitrario de mi parte para contigo? Bueno, fue toda una treta que armé para llamar tu atención. No funcionó como yo quería ahora que lo pienso. Es ilógico que alguien te hiciera caso si lo tratas todo quejumbroso e indiferente. Vaya mierda, ¿eh? Y lo siento mucho, Elías, en serio. Nunca fue intencional, nunca quise ofenderte o causarte molestias, ese no era el objetivo y...—Fuiste un jodido cabrón de mi
Advertencia de contenido sexual explícito.—¡Policía! ¡Alto, deténgase! —Inhaló una bocanada de aire y siguió corriendo—. ¡Deje de correr!—¡En tus sueños! —exclamó, volteando la cabeza y haciendo un guiño al uniformado.No pensaba detenerse solo porque sí, daría una dura batalla o maratón, en todo caso, con tal de no ser atrapado fácilmente.—¡Tengo un arma y sé usarla! —gritó el hombre uniformado.—Por supuesto que sí —musitó risueño.Realizó una voltereta rara y esquivó un obstáculo en medio del camino y continuó con la huida. Intuía que no sería fácil para el hombre detrás de él atraparlo, sus largas piernas le estaban proporcionando una buena distancia y siempre se mantuvo en forma, no como el uniformado.—¡Esta placa y esta arma no las tengo de adorno! —gritó el policía.—¡Pues es evidente que no las sabes usar! —exclamó, volteando leve la cabeza hacia atrás.Vaya, logró ver el sudor en la frente del hombre y soltó una risita por lo bajo. Volvió a centrarse al frente y divisó un
Advertencia de contenido sexual explícito.Lukas logró quitarle las esposas y Sam se perdió en el deseo e hizo todo aquello que pensaba mientras Lukas arremetía en su interior.Arañó, mordió, lamió y no era suficiente, quería más, mucho más.Enredó una pierna alrededor de la cintura de Lukas y levantó la otra, pero Lukas lo inmovilizó. Lo hizo rodar hasta dejarlo sobre su estómago y sintió las manos envolver y erguir sus caderas, su trasero expuesto y a merced de Lukas.—Te comeré —imperó Lukas detrás de él.—Sí, sí... —gimió cuando sintió la lengua caliente y húmeda deslizarse entre sus nalgas hasta llegar a su agujero.Jadeó y gimió, dejándose llevar por el placer, por la lujuria que emergía y se exteriorizaba mientras sentía la lengua de Lukas dentro de sí, pero no era suficiente y al parecer su novio lo intuyó. Ya no era solo la lengua, había dos dedos acompañando el vaivén calinoso y húmedo.—Delicioso —gruñó Lukas, la voz atiborrada de placer.Estaba mojado, resbaladizo y aquell
Advertencia de contenido sexual explícito.Los pasos lentos, el sonido tenue de los tacones y el balanceo elegante de sus caderas, se convertían en una invitación indecorosa.Las piezas del conjunto de encaje se ajustaban exquisitamente a su figura y la sonrisa tímida en los labios contradecía con la lujuria en su mirada. Era un pecado hermoso a la vista y lo sabía.—Más despacio —Se detuvo, ladeando sutilmente la cabeza hacia un lado, causando que un mechón de cabello cayera sobre su perfil izquierdo—. Gira lentamente. Quiero deleitarme con las vistas.Acató las órdenes, girando despacio sobre sí y dando un pecaminoso espectáculo, exponiendo su trasero y espalda. Sabía que la pequeña braga de encaje blanco resaltaba sobre su piel acaramelada, un factor que supo aprovechar cuando se inclinó lo suficiente para dejar mucho más expuesto su trasero.—Oh, sí, muy bien —Esbozó otra sonrisa mientras se erguía y volteaba en torno a la voz—. Ahora, quítate el sostén muy, muy lentamente.Siguie
Las manos de Ismael recorrieron su vientre, subiendo lentas por su abdomen, abarcando cada porción de piel, hasta dejarlas sobre su pecho. Los dedos envolvieron sus erectos pezones y tuvo que suprimir un grito cuando las caderas ajenas embistieron hacia arriba, encontrándose con las suyas y provocando que el pene dentro de él palpara su punto dulce.Arremetió una y otra vez, cabalgando sobre aquel mojado y grueso pene, oyendo los bajos jadeos que su esposo soltaba. Le encantaba montarlo, le encantaba sentirlo tan profundo y amaba las manos de Ismael sostenerlo por las caderas y empujarlo hacia abajo para un encuentro canicular.Las emociones que afloraban cada que se dejaban guiar por el desenfreno eran inverosímiles, explotando y gozando del sexo primitivo, casi animal.—Sí, cariño, sigue así —Ismael tenía encarcelado su pene en una mano, el pulgar esparciendo el pre-semen cada más abundante mientras él lo montaba con frenesí—. Te sientes tan bien, tan caliente. Tu interior me está a
Observó embelesado la rama de aquel árbol en el cual —en un pequeño nido— piaban las crías de algún tipo de pájaro. ¿Serían pequeños zorzales?, posiblemente, aunque él no tenía mucho conocimiento sobre especies de aves ni nada semejante. El punto, se dedicó a tomar varias fotografías.Quizás, en vista de muchos, aquello podría parecer aburrido y sin gracia porque, ¿qué había de interesante en fotografiar a un grupo de avecillas apenas emplumadas? Pero, a sus ojos, la imagen era digna de ser capturada por su cámara para luego petrificarla en papel glossy.Posterior de ver las imágenes digitales, quedó conforme. Guardó la cámara dentro del morral, dispuesto a marcharse de aquel parque y entonces lo vio.Su primer pensamiento: «pequeño y frágil» y no dudó en sacar la cámara del bolso. Si alguien lo viera, le diría que lo que estaba a punto de hacer era completamente ilegal, que tomar fotos a una persona sin su permiso iba en contra de la moral y principios y no, no le importó nada, absol
Ingresó al local cabizbajo, caminando hacia el mostrador donde su compañero aguardaba por el relevo. Su cálculo no falló y llegó cinco minutos antes.—¿Qué tal amigo? —Alzó la mirada y el muchacho, de un llamativo cabello color granate, le sonreía enorme—. Lo bueno de este día es que está relativamente tranquilo.—Hola, Caleb —enunció, rodeando el mostrador—. Las personas de hoy día no se interesan por la música o, bueno, por este tipo de música.—Pues, yo las comprendo —expresó el pelirrojo, moviendo una de las manos hacia los estantes—. ¿Quién en su sano juicio querría comprar vinilos? Bien, sí, aquí hay miles de discos antiguos que valen fortuna, pero ya han pasado de moda. La música cambia, se transforma, se amolda a las generaciones, Kilian, y no se puede detener el paso del tiempo, de los años.—A mí, por ejemplo, me gusta —Arqueó ambas cejas en torno al chico—. Tiene su encanto, su belleza.—¡Dios, hermano! Deberías dedicarte a la poesía o algo así —imperó Caleb y soltó una car