Capítulo 492
Juan sabía lo que pasaba por la mente de los demás. Tras dar unas órdenes, les pidió que se retiraran a sus respectivos entrenamientos.

Solo quedaron Anabel y Tiberio.

Viendo a los cuatro grandes líderes partir para sus respectivos entrenamientos, el Gran Comandante dejó a los dos en el salón a solas.

Tiberio, incapaz de contener su impaciencia, no tardó en preguntar con ansiedad: —Jefe, ¿podemos nosotros también entrenar el Secreto del Sol Celestial de los Nueve Cielos?

Al ver la actitud de Tiberio, Juan no pudo evitar sonreír. Se había olvidado de lo impaciente que era este hombre.

Aún recordaba claramente que la razón por la cual había aceptado ser el Gran Comandante de la Orden del Dragón Celestial había sido precisamente por la pasión de Tiberio.

Esa misma pasión por su país, por su lealtad hacia Luzveria…

Era algo que había sido evidente en cada uno de sus gestos, en cada herida visible en su cuerpo.

Enderezándose y adoptando una expresión más seria, Juan habló con firmeza: —T
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