Capítulo 497
Lo que pensaba la camarera, Juan no lo sabía.

Siguió los pasos de la empleada hasta llegar a un pequeño patio.

Lo que El Palacio de los Sabores llamaba habitaciones privadas resultaron ser, en realidad, una serie de jardines interiores.

Este restaurante, que ocupaba varios cientos de acres, tenía tantos jardines que parecían no terminar nunca.

El patio en el que se encontraban en ese momento estaba cubierto de hermosas flores y plantas, creando una atmósfera tan fresca que solo estar allí ya relajaba el ánimo de cualquiera.

Poco después, un hombre de complexión gruesa, cuya barriga casi ocultaba por completo su ombligo, se acercó apresurado. Detrás de él caminaban varios hombres, todos con una apariencia robusta y musculosa, claramente entrenados en artes marciales.

El hombre al frente era Froilán, el propietario del lugar.

Al ver a Juan, Froilán no dijo ni una palabra y, de inmediato, se inclinó profundamente en señal de respeto.

—¡Froilán, a sus órdenes, Comandante General Go
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