Capítulo 341
A la mañana siguiente, alrededor de las nueve y media, el auto de Pelayo se detuvo de repente frente al hotel donde se hospedaba Juan.

Algunos transeúntes reconocieron de inmediato a Pelayo y se quedaron asombrados al verlo, pero lo que más despertó su curiosidad fue ver a una figura tan importante como él, aparentemente esperando a alguien.

Pronto, un joven de aspecto sencillo, pero con un aire distinguido salió del hotel.

—¡Señor González!

Pelayo y sus acompañantes inclinaron ligeramente el cuerpo, mostrando un profundo respeto.

—Vamos.

Juan miró de reojo a los transeúntes boquiabiertos antes de subir al auto de Pelayo.

Una vez que el coche partió, las personas que habían presenciado la escena comenzaron a discutir de forma agitada.

—¡Dios mío! ¿El gran Pelayo de Ciudad del Alba recibiendo en persona a un joven?

—No solo eso, parecía ser muy respetuoso con él.

—Es increíble, simplemente es algo increíble.

El murmullo de los comentarios no se hizo esperar entre la multitud.

El coche
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