Capítulo 330
Marta miró de reojo a Patricia a su lado y vio cómo ella acariciaba con cuidado las tres cuentas restantes de su pulsera, como si fueran un tesoro invaluable.

Marta sonrió con amargura, y las lágrimas, que había estado conteniendo durante tanto tiempo, comenzaron a brotar sin control.

Lo siento, Juan.

Lo siento, hermano Pierdrita.

En ese momento, sintió una necesidad desesperada de ver a Juan.

Porque quería redimirse de alguna forma con él.

A las cinco de la tarde de ese mismo día, un vuelo comercial procedente del aeropuerto de Crestavalle aterrizó en el aeropuerto de Ciudad del Alba.

Juan salió solo del avión, mirando el aeropuerto mientras murmuraba para sí mismo: —Finalmente llegué a Ciudad del Alba.

Justo entonces, su teléfono sonó. Era casualmente Araceli.

—Juan, tengo una prima lejana en Ciudad del Alba, se llama Damaris. Ya la mandé a recogerte en la terminal 3.

—Si tienes alguna duda al respecto o necesitas algo, puedes preguntarle. Ya le avisé.

—De acuerdo.

Después de colgar,
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