Juan pronunció una orden suave, como si fuera la voluntad de un dios, invocando el trueno y dirigiendo en ese momento el relámpago.—¡Rrrrumble!En un instante, el cielo y la tierra cambiaron de color. Un fuerte viento comenzó a soplar y, desde el firmamento, se escucharon fuertes truenos retumbantes.Todos levantaron la vista apresurados, y vieron cómo se formaban grandes nubes de tormenta en lo alto, de donde emergían sonidos atronadores. Bajo esta abrumadora demostración del poder celestial, todas las criaturas vivientes sentían un impulso instintivo de arrodillarse.—¿Es... es posible que esto sea el verdadero método de los Cinco Rayos de Luzveria? ¿No se suponía que se había perdido hace mucho tiempo?—¡Eso no puede ser! ¡Eso es absolutamente imposible!El rostro del maestro Barú, que antes estaba lleno de arrogancia, cambió drásticamente. Ignorando el terror que sentía en su corazón, se dio la vuelta ágilmente y trató de huir.Pero al momento.Cinco rayos, cada uno tan grueso com
Justo en el momento en que iba a apretar el gatillo, una piedra atravesó el aire y perforó directo su frente.—Señor. — Luis, asustado, comenzó a sudar frío, dándose cuenta de que estuvo a punto de morir hace un instante.—Vámonos.Juan negó ligeramente con la cabeza y se marchó con los tres.No mucho después de que se fueron, un millar de personas llegaron apresuradas al lugar y lo sellaron por completo, arrestando a todos los que habían presenciado lo sucedido.Era la familia Ares y Luis quienes habían actuado de esta manera tan terrible.Dos de las fuerzas más poderosas de Crestavalle unieron fuerzas para bloquear cualquier fuga de información, todo con el único objetivo de proteger la seguridad de Juan.Dentro del edificio Antigüedades del Tesoro, Celeste colgó el teléfono y se quedó en silencio durante mucho tiempo.—El señor González es realmente impresionante, no solo posee un fuerte dominio de las artes marciales, sino que además domina las artes místicas.Sus ojos brillaron va
De repente, Raimundo gritó con fiereza: —¡Venancio!—Aquí estoy, patriarca— respondió tembloroso un anciano con aspecto de mayordomo de la familia Ortiz.—¿Has averiguado la identidad de ese tal señor González? —Raimundo lo miró fijamente, con los ojos enardecidos.El cuerpo de Venancio tembló y, con un golpe seco, cayó con humildad de rodillas al suelo. —Lo siento mucho, pero aún no hemos podido descubrir quién es.—Si ya sabes que no sirves para nada, ¿por qué mejor no te mueres de una vez?Raimundo sonrió de manera sádica, agarró furioso una silla y empezó a golpearlo salvajemente.Venancio primero gritó de dolor, pero luego su voz fue apagándose poco a poco hasta que murió bajo los golpes.Cuando todos temían convertirse en la próxima víctima de Raimundo, sonó su teléfono.Lo contestó apresurado, y después de unos segundos, comenzó a reír de una manera que helaba la sangre.—¡Ja, ja, ja….! La familia Ortiz está salvada.—El primer discípulo del patriarca está en camino, llegará mañ
—Y la Escuela de la Sabiduría, es la que la gente común no suele conocer. Ellos son los que realmente tienen habilidades auténticas.Juan explicó con detalle: —La Escuela de la Sabiduría se divide en cinco grandes ramas: Medicina, Astrología, Adivinación, Geomancia y Magia. Las artes marciales, la medicina, la adivinación y la predicción que ustedes conocen, provienen de estas cinco ramas.Al escuchar esto, los tres comprendieron con claridad, aunque no pudieron evitar sorprenderse, pues no se imaginaban que todo esto estuviera tan profundamente oculto.Luis preguntó algo curioso: —Señor, hay algo que aún no entiendo. ¿Por qué los de la Escuela de la Sabiduría nunca se muestran en público?—Esto es una cuestión muy compleja, y aunque se los explicara a profundidad, puede que no lo comprendieran del todo— dijo Juan con un tono calmado. —Solo pueden saber que ellos tampoco pueden aparecer fácilmente, porque el mundo de hoy ya no es adecuado para que se muestren. A menos que estén dispues
Cuando Diego se llevó a Patricia, Juan y Luis se dirigieron apresurados a la pensión donde tenían a Elena.—Quédate en la puerta. No permitas que nadie entre sin mi permiso—le ordenó Juan a Luis mientras se entraba en la pensión.Elena permanecía en su habitación, alejada de la luz y con un miedo particular al fuego. Apenas Juan encendió la luz, ella se encogió temerosa en una esquina de la habitación, envolviéndose con una delgada manta, temblando de miedo al ver a Juan.Aunque su estado mental no había mejorado mucho desde la última vez que Juan la vio, su ropa estaba más limpia y su tez mostraba grandes signos de mejoría.—Elena, no tengas miedo. Esta vez he venido para ayudarte a sanar— le dijo Juan con suavidad, acercándose lentamente, aunque cuidando de no asustarla más, intentando calmarla con absoluta paciencia.Cuando por fin logró estabilizar un poco el ánimo de Elena, Juan no dudó más. Sacó en ese momento el talismán que había preparado previamente y lo lanzó suavemente haci
—Elena, no se preocupe. El fin de los Ortiz está cerca. No dejaré que ninguno de los involucrados en el incendio del orfanato quede impune— prometió Juan con firmeza.Elena, con un nudo en la garganta, respondió: —Buen muchacho, sé que eres muy capaz, pero siempre recuerda priorizar tu propia seguridad. Tu vida es larga, por lo tanto, no dejes que el odio nuble tu juicio.—Además, estoy segura de que tu abuelo, el director, tampoco querría verte en peligro.—Elena no te preocupes, yo puedo manejarlo— aseguró Juan, agachándose para ponerse a su altura. Luego, preguntó con suavidad: —Por cierto, Elena, he descubierto que las hermanas siguen vivas. ¿Sabe usted dónde podrían estar?—No... yo tampoco lo sé— respondió Elena, con la mirada perdida y en un tono bastante apagado. —Durante ese terrible incendio, después de que te sacaron, Martita y yo creímos que todos íbamos a morir.—En el último momento, tu abuelo, el director, nos recordó que había un pozo seco en el patio y nos insistió a s
En la habitación 802.Leandro, lleno de emoción, miró asombrado a Marta, quien había llegado según lo acordado: —Marta, pensé que no vendrías.—No te hagas ilusiones, solo he venido para hablar sobre la fórmula— respondió firmemente Marta, con una leve tristeza reflejada en sus ojos. Desde que había visto a Juan y Patricia tan cercanos, Marta había estado abatida, sumida en una profunda e intensa melancolía.En ese momento, Marta vestía un conjunto de ropa informal muy conservador, pero aun así no podía ocultar su esbelta figura.—Lo sé, lo sé, sé que solo has venido por la fórmula— afirmó Leandro mientras lo afirmaba repetidamente. Sin poder evitarlo, sus ojos recorrían de forma sugestiva el cuerpo de Marta, encendiéndose de deseo. Su pecho lleno y su belleza natural la hacían parecer una diosa terrenal.Tal vez porque Marta acababa de bañarse, su cuerpo desprendía un delicado aroma que casi hizo que Leandro perdiera al instante el control.Rápidamente apartó la mirada, intentando apa
En ese momento, el cuerpo de Marta tembló ligeramente y luego quedó inmóvil por completo.Leandro la observó con cautela y le preguntó: —¿Cómo te llamas?—En respuesta a mi amo, me llamo Marta— respondió Marta de manera mecánica.—¿Cómo fue que me llamaste? —Leandro se llenó de emoción al escuchar sus palabras.—Amo.—¡Ja, ja, ja…!Leandro no pudo contenerse en ese momento y comenzó a reír de manera desenfrenada: —¡Funcionó! ¡El amuleto que me enseñó mi maestro es real! ¡De verdad puedo controlar a Marta!Este amuleto se llama símbolo de ilusión y permite controlar a una mujer, haciendo que pierda por completo la razón y obedezca todas las órdenes del hombre, llevándola a tener relaciones íntimas con él. A diferencia de los narcóticos, este amuleto hace que la mujer, aunque sin razón, actúe según las instrucciones del que lanza el hechizo, obedeciéndole ciegamente.Ese era el verdadero motivo por el que Leandro había insistido tanto en que Marta viniera. En cuanto al supuesto remedio d