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Separarla de quien más amaba

—¡Mica, ya sabes! estamos necesitando dinero en casa —Micaela sabía que su padre no estaba buscando para nada el dinero para ayudar a la familia, si no que lo que quería era dinero para los juegos al azar.

También, lo que le preocupaba a Micaela era que ella ya ni siquiera era virgen. Anticipando la verguenza en su cara, ella le dijo a su Padre sollozando para que desistiera de su idea, reclamando si por que la trataba como si ella fuera un objeto sin valor.

Viendo que no lograba cambiar la actitud ilógica de su padre, Micaela pensó en una segunda idea, pasar el dardo a su prima Gabriela. Esta vez ella tendría éxito si su padre se obsesionara en vender a su sobrina que a ella misma.

—Papá, soy tu hija, ¿no te doy pesar como hija tuya que soy? —el padre respondió diciendo que total eso era un acto sin tanto rodeo, que era mucho mejor sacarle provecho sacando una buena tajada de dinero por hacerlo con la persona indicada.

—Papá... ¿y por qué no vendes la primera vez de Gaby? Sácale provecho a ella. —funfuruñó buscando como salvarse el pellejo.

—Ya lo hubiera hecho, pero ¿no vez que ahora esa ingrata no para por aquí? —Sopesó con ira y aunque al señor Mainor le parecía buena idea hacer lo que proponía su hija, no había desistido de vender la primera vez de su hija Micaela también, solo que estaba haciéndose el que se hacía el desentendido.

Tan pronto Micaela escuchó decir eso a su padre colaboró con él diciendo que ella sería quien atraería a Gaby hasta la casona, así su padre la atraparía, y la llevaría a esos lugares para venderla por una noche.

Contento de tener a un aliado, Mainor y Micaela se chocaron las manos, ésta última creía haberse librado de semejante faena.

No obstante, Micaela tenía una labia, era digna actriz de galardón, escogió muy mal su carrera, pues fue a ver a Gaby para decirle que ella estaba muy enojada con su papá, que quería demostrar que estaba de lado de Gabriela, por supuesto que Gabriela no se tragaba eso.

Gabriela no se tragaba el cuento, por lo que no le dió importancia a su visita, solo respondió con la famosa respuesta de decir si, si, si, nada más.

Viendo su primer intento de persuasión ya encaminado, Micaela se fue a la vieja Casona, quería ir a ver a su novio y pasarla bien.

Sin embargo, su padre era un tipo sin escrúpulos, le valía un zacatal de desperdicio si su hija estaba de acuerdo o no, cuando Micaela entró a la bañera a darse una ducha, Mainor entró a su habitación y echó un frasco de polvo en su vino, la joven, dándose la vida de lujo, se tomó una copa, quedando expuesta ante las intenciones del padre.

Mainor no le importaba ver siquiera la desnudez de su propia hija, entró a la habitación y la sacó de ahí, la envolvió con una frazada gruesa y la llevó directo a una minivan, prácticamente estaba secuestrando a su hija, así se le llama a llevarse a alguien sin su consentimiento.

Mainor llevó a Mica a un hotel de cinco estrellas, el cual era de cien pisos, en el piso 65 había una especie de restaurante y bar, todo el hotel era de lujo y solo frecuentaba hombres de negocios como mujeres que buscaban la vida alegre o simplemente mujeres que buscaban pescar a un rico amante.

Cuando el Minivan entró al estacionamiento, Mainor ya era esperado por tres sujetos, estos al parecer practicaban la trata de personas. Ahí terminaron por limpiar el cuerpo de Mica, le inyectaron más sustancias para mantenerla adormecida y la llevaron a la suite presidencial del mismo hotel.

Una vez que la chica quedara ahí expuesta, entró un hombre de rasgos orientales, pero no era chino o indonesio, si no un hombre de rasgos árabes.

El tipo traía un turbante a cuadros, vestía ropa suelta tapando todo su cuerpo, y tenía barba cerrada. El hombre en cuanto vió a Micaela, sonrió, luego salió de nuevo y vió a los tres sujetos y a Mainor, enseguida le pasó una valija de mano lleno de billetes, eso sí, no podría especificar en qué denominaciones eran.

Cuando Mainor vió esa valija, casi se le salían los ojos, Mainor le dijo a los tres tipos.

—Bien, ella es mi hija, así que yo me llevaré las tres cuartas partes del dinero, ustedes se repartirán el 1/4 de millón de dólares. —Los tres sujetos le miraron con algo de inconformidad, este habló de nuevo y dijo.

—Aqui solo hay el 50 % de la paga, ya vendré por la otra parte y de ahí nos repartimos entre los cuatro. —los hombres menearon la cabeza en señal de darle lástima que Mainor vendiera a su propia hija, pues siendo él el padre, era quien exponia a su propia hija.

Al irse Mainor, los tres sujetos quedaron esperando afuera de la habitación.

Adentro, el árabe empezó a acariciar y besar el cuerpo de Micaela, ella seguía ahí sin moverse, parecía tener un sueño profundo y erótico, ella apenas percibía que soñaba este episodio.

El hombre poco a poco se fue desnudándose, y así levantó la frasada para ver el cuerpo desnudo de la Chica, ahí empezó a besarla y se volvió loco, pues era su vicio comprar el tiempo de mujeres jóvenes así.

Creyéndole virgen, se deslizó debajo de las sábanas y se introdujo dentro de ella sintiendo enseguida que no había obstáculo alguno, era jovencita si, era deseable, también lo era, pero no era lo que él había pedido, no pudo interrumpir el coito, pero cuando se hubo satisfacido del cuerpo de Micaela, el árabe salió y expuso su desagrado, por supuesto que los tres sujetos estaban más que sorprendidos y asustados.

Llamaron a Mainor a pedirle que se presentara de inmediato ante ellos, Mainor quién ya había estado derrochando a lo grande parte del dinero, no se concentró y perdió los primeros diez mil dólares, saliendo de la casa de juegos, fue al hotel.

Ahí casi fuera linchado por los tres sujetos, quienes habían perdido credibilidad para ofrecer chicas vírgenes. Mainor, quien para salirse del momento atravesado, dijo que todavía le quedaba una sobrina virgen, y que esta vez si era virgen e inmaculada, pues si sobrina no era como su hija.

Solo con esta condición dejaron libre al hombre, sin embargo, Mainor no se había traído el dinero que se le había pagado, en cambio el hombre extendió la mano para cobrar la otra parte del dinero, sus tres cómplices lo miraron con ojos de bala, querían hacer de su cuerpo un colador.

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