06

Edward POV:

Estoy en mi oficina sentado frente a mí escritorio, tengo sobre mi mano una de las fotos que ha tomado Zac para mí, guardo toda la colección dentro del cajón excepto esta, una donde parece ella, donde sus ojos están posados frente a mí.

Estás volviéndome loco, Katherine.

Su llegada no estaba en mis planes, odio las cosas fuera de su lugar, odio las cosas fuera de mi control, y ella parece estarlo todo el tiempo, malditamente lejos de mi control.

La ví posando por primera vez en una de mis habitaciones, estaba ahí, frente a la cámara luciendo tán brillante, pensé que eran suficientes, un par de fotografías, podía tratarse de una especie de encanto pasajero, podía haberle dado un fajo más grande de billetes, pero se negó mientras me miraba a los ojos, la mayoría ni siquiera puede conectar su mirada con la mía, ese fue su primer error, pero no fue suficiente, tuve que cobrarme un favor de Zac y después averigüe su nombre y con ello mis hombres se encargaron de traerme un folder con toda su vida dentro, cada maldito detalle de ella estaba escrito ahí.

Me descubrí a mí mismo leyendo esas hojas más de una vez, quería saber todo, conocerla de todas las formas posibles.

Me reí para mí mismo cuando noté su nombre en unas solicitudes, un par por aquí y un par por allá, su nombre estaba en mis empresas.

Creí ciegamente que podría sacarla de mi cabeza si la veía una vez más, una sola vez a solas, encontraría defectos en ella, y la dejaría ir pero no puede.

En cuanto la vi pasar las puertas de entrada con ese vestido ni siquiera pude pararme de mi asiento, la quería, ella era un regalo, unas gotas de agua en medio del maldito desierto en el que había vivido los últimos años.

Invente una tonta excusa en la que pudiera trabajar, quería llevarla en el auto, sin más pero entonces ella eligió caminar y mi corazón casi sale del pecho, caminar en medio las calles de Chicago, no lo hacía desde hace años.

No sé si es la paranoia o los malos recuerdos los que me hacen mirar inconcientemente hacia todas direcciones, me siento más seguro cuando paso la mano por mi espalda en un movimiento que ella parece no notar en medio del silencio y me siento más seguro cuando noto el relieve de mi arma, nunca salgo sin ella.

Está aquí, la tengo conmigo, está carganda, esto funciona cada vez que los pensamientos del pasado vuelven, me digo las mismas palabras para tranquilizarme, normalmente lo hacen pero está vez es diferente, esta vez la tengo a ella a mi lado, esta vez cargar un arma y balas no es suficiente porque ella está conmigo y eso significa... que la he puesto en peligro.

Si alguna rata de alcantarilla me ve con ella podría soltar la boca con las personas equivocadas y entonces...

- No había escuchado de usted- me río internamente, no, claro que no, en el pequeño pueblo que ha crecido apenas y pueden llegar las noticias y aún así mi perfil es demasiado bajo para que escuchara cualquier cosa mala de mí, ella o alguna otra persona.

Pero en Chicago es diferente, ahora ella está aquí y trabajará en una gran empresa, no tardará en que los rumores lleguen a ella pero me encargaré de eso en su momento.

Ella es curiosa, hace pregunta, muchas, tengo familia pero es como si estuviera muerta y ella no necesita saber eso, no necesita saber ni alguno de mis malditos demonios, nunca.

La llevo hasta el negocio que he dejado abandonado, solo necesito cualquier cosa para mantenerla cerca, necesito tener el control de este sentimiento, tal vez he pasado demasiadas noches en soledad, tal vez solo necesito una noche de buen sexo con esta mujer y todos sus efectos pasarán y entre más rápido pueda sacarla de mis pensamientos más pronto podría volver a su vida normal, porque no la hundiré conmigo, no la arrastrarse a este infierno personalizado que he creado.

Eso me recuerda que estamos expuestos en medio de este lugar vacío, la llevo hasta la decente cafetería más cercana en un acto rápido.

Ella toma la iniciativa para una mesa, está justo enfrente de mí, todo en ella parece un imán para atraer mi atención.

- ¿Puedo traerles algo?- casi podría lanzar al suelo a este hombre por haber interrumpido mi charla con Katherine, sus mejillas toman un color rosado ante mis palabras que oculta cuando llega este mesero.

Control, Edward, ella está aquí y es como un pequeño pájaro que puede salir volando.

Ni siquiera noto cuando el hombre se va, podría besarla, tomarla ahora en esta mesa para saciar el creciente sentimiento que quiero arrancar del pecho, si la beso tal vez lo hago disminuir.

Ella no se está alejando, debería hacerlo, no quiero que lo haga pero debería.

- Sus cafés- Ahora si voy a asesinarlo, mesero entrometido, pero eso me ayuda para dar dos pasos atrás en sus cercanía y ella parece parpadear anonadada.

-Lamento eso señorita Katherine-

No lo lamento en absoluto pero tengo que fingir tener buen sentido delante de ella.

-No, yo lo lamento señor Brawn- dejo de escucharla cuando veo el rostro del mesero, no es el mismo, aprieto mis puños cuando miro su cuello, puedo verlo atreves de ese ridículo uniforme, tiene un tatuaje en el cuello, ese maldito tatuaje, ellos están aquí.

Veo cómo Katherine tira unos billetes en la mesa, quiero aclarar las cosas, sentarla en esa silla y decirle lo que haremos ahora, pero no puedo.

Los hombres de seguridad que me han seguido sigilosamente hasta aquí, me miran cuando notan salir a Katherine, toma un taxi que pasa por el camino y le hago una seña por detrás a mi hombre de seguridad para que la siga y me confirme su llegada a salvo.

Trueno mi cuello y me doy media vuelta confiando en que tengo hombres que pueden hacer bien su trabajo, saco mi arma desde mi espalda, no necesito quitar el seguro, siempre está cargada, siempre está lista.

Porqué justo ahora tengo que volver a ser Edward Brawn, el maldito dueño de la Mafia del Norte

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