15. Hay que arriesgarse

Mientras Ale estaba indecisa respecto a lo que haría con Noah, su celular empezó a sonar en su bolsillo. Sin mirar la pantalla, contestó, pues sus ojos seguían fijos en un cordial y atento Noah, que regresaba a darle algunas indicaciones a la mujer mayor, que no dejaba de jugar en la máquina tragamonedas.

—Aló —contestó.

—Traje algo para que comamos juntas, ¿ya sales de trabajar? —preguntó Grace, sin necesidad de saludar.

—¿Ya estás en el apartamento? —La llamada de su amiga la sorprendió, pues sabía que todo el día estaría por fuera, haciendo algunas diligencias para su boda.

—Sí, creí que ya estarías acá, pero como no es así, decidí llamar y recordarte que debes salir de trabajar —bromeó Grace.

—Ya voy para allá, tengo algo que contarte —dijo Ale y se giró hacia Brandon.

—¡Entonces serviré unas copas de vino! ¡No demores! —gritó Grace con ansiedad y colgó la llamada.

Ale antes de volver a guardar su teléfono le dio una mirada a la pantalla, para saber la hora, pues se sentía un poco
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