—Mi jefe —me apresuro a aclarar.
—Erik Dagger, su jefe —extiende su mano.
—Mark, su marido.
Mark procura que las palabras queden claras, en cuanto a la mano de Erik, la mira con desprecio y marca más su terreno apretando su mano contra mi cadera. Incluso me hace daño.
Erik también se percata de eso. Retira su mano y la mirada de mi cadera, me mira directamente a mi, casi puedo leer su mente.
“¿De verdad permites eso?”
—Esto... llegas tarde, cariño —Mark se mira el reloj que le regalé para su cumpleaños la semana pasada.
—Es verdad ¿Pero él no llega tarde también? —no me lo pregunta a mi.
—Soy mi propio jefe, y el jefe de tu esposa. Así que no, yo no llego tarde, pero ella sí.
—Mark —intento de nuevo—. Nos vemos luego.
—Claro —Mark me planta un beso más largo y más cercano de lo normal.
—Hasta luego —murmuro cuando acaba.
—Un placer —suelta Erik sarcástico.
Escapo de ahí al mismo tiempo que Mark. Subo con los chicos a casa. Me cambio y les pongo la comida, antes de que se lancen a ella los miro seriamente.
—Portaos bien. Maya, mantenlos a raya.
Me dirijo a la puerta y atacan su comida.
Mientras tanto en el ascensor… me pongo algo nerviosa… quiere hablar algo conmigo ¿No puede esperar a estar en la oficina? Haberme traído la cartera es solo una excusa barata… me ha venido a buscar.
Erik me espera con el teléfono a la oreja, en cuanto me acerco cuelga y se mete directamente en el coche, lo imito y se incorpora al tráfico.
—¿Cuándo te casaste con tu marido? —es la primera frase que me suelta.
—A los veinte, señor.
—Demasiado joven.
Quiero decirle que se meta en sus asuntos y no me juzgue. Pero sé que hablaría mi frustración por mi matrimonio temprano y me jugaría mi trabajo.
—¿Has desayunado? —vuelve.
—No —se desvía del camino principal hacia la oficina— ¿Dónde vamos?
—A desayunar.
—Señor Dagger. Llegamos tarde, tengo mucho trabajo y…
—Soy el jefe —dice tajante— puedo llegar tarde si quiero.
—Pero yo no… tengo trabajo.
—Señorita Clark, le doy permiso para llegar tarde.
No entiendo una m****a y supongo que será mejor no darle más vueltas. Tampoco sé que tema importante quiere tratar.
—Usted y Parker tenéis algo —no es una pregunta.
—No, señor. Estoy casada, y Liam es un amigo.
—He escuchado como habláis y su marido no parece el tipo de hombre que acepte que su mujer hable así con otros…
—¿Es una amenaza?
—No. Solo una pregunta.
—Liam y yo somos buenos amigos, nada más, señor Dagger.
—Ya…
Entramos a la cafetería y nos sentamos en la mesa más alejada y más tranquila. Me traen mi capuchino y a él su café solo con sacarina. Me mira a los ojos directamente, me presiona y realmente no sé que quiere. No sé que hago desayunando con mi jefe.
—Deberías comer algo —dice.
—No tengo hambre, señor Dagger.
—Fuera del trabajo puedes llamarme Erik —asiento más que confundida y pide un cruasán para mi que no tarda en llegar— come.
—No me apetece, señor Dagger —alza una ceja— perdón, Erik.
—Relájate.
Me llega un mensaje al teléfono de la empresa. No debería llegar nada, es el móvil personal de la empresa solo para que Erik me diga lo que necesita. Lo miro y veo que él también siente curiosidad.
Desconocido: Buenos días señorita Clark. Soy Dominik Müller.
Es un mensaje donde me regala los oídos diciendo lo mucho que le impresioné ayer y lo mucho que le gustaría revisar el contrato a solas.
—¿Puedo verlo? —me pide permiso aunque sabe muy bien que no lo necesita, técnicamente el teléfono es suyo. Mientras lee el extenso mensaje como algo del cruasán para no tener su mirada encima mientras lo hago y para que me deje no acabarlo— no puedes ir.
—¿Porqué? —puede que no sea muy profesional pero lo que quiere es aclarar algunas cláusulas del contrato.
—¿Hace falta que te explique porque, Mia? —suelta una risa ante mi indiferencia— le repito que no creo que a su marido le guste.
Y dale con mi marido…
—No sé que tiene que ver mi marido con el señor Müller.
—Dominik no pretende aclarar cláusulas, Mia. No vas a ir —y lo pillo tarde. Me siento avergonzada por su risa burlona hacia mi.
—Lo que haga después del trabajo y fuera de él no es de tu incumbencia —le suelto.
—Mia Clark, ese hombre no le conviene. Estás casada.
Qué pesado con el que estoy casada…
—¿Y si quiero aunque no me convenga y esté casada? —me acabo el café todavía ofendida y avergonzada
¡No soy ninguna mojigata!
—¿Que tipo de relaciones tiene en la cama? ¿BDSM?—y mi lado más mojigato hace que mis mejillas ardan y me sienta escandalizada porque mi jefe pregunte eso y de esa manera tan directa.
—¿Perdona? —sonríe— si va a seguir riéndose de mi, señor Dagger, será mejor que lo haga en la oficina, fuera de ella no tengo por qué aguantar esto.
—Siento haberte ofendido —le da un trago a su café— Dominik solo quiere eso de ti.
No sé que me incomoda más, que un hombre quiera practicar ese tipo de sexo conmigo o que Erik lo sepa. Le doy un trago a mi café y me lo acabo.
—¿Cómo lo sabe?
—Por que lo sé.
—¿Y si a mi me gusta? —alza ambas cejas sorprendido y eso me ofende aún más.
—No pensé que… Mark no parece el típico chico que… —hace una pausa— la verdad es que tienes la actitud.
La conversación ha perdido demasiado el hilo y me está incomodando ¿Qué narices sabe él de eso? ¿Y qué le importa?
—Creo que deberíamos ir ya a la oficina —digo.
Paga la cuenta y volvemos a su coche en silencio.
—Así que aceptarás la oferta de Dominik, aunque estés casada.
—Es asunto mío.
—Por supuesto.
¿De que va mi jefe?
De camino a casa ya a las ocho y media Liam me llama al teléfono, le cuelgo y guardo mi teléfono. En el almuerzo he tenido una discusión con Mark por teléfono y no tengo ganas de explicarla, mentir a Liam no es una opción, me conoce. Abro la puerta de casa y los chicos me saludan eufóricos, saltan, corretean y se tiran al suelo. Mark está sentado en el sofá viendo el partido de fútbol. Me pongo una camiseta de tirantes y un culotte negro de estar por casa, me recojo el pelo en un moño y me siento a su lado. —Hola cielo —intento. Como respuesta se lleva el botellín de cerveza a sus labios sin decirme nada— ¿Qué pasa? —veo cuatro botellines vacíos.—Hoy he echado a perder un cuadro sin querer. —No pasa nada. —Sí que pasa, Alex quería los cuadros para mañana.Alex es su mecenas, nunca le mete prisa, no entiendo el problema. Por lo que sé es un buen tio. —Cielo, lo solucionarás pronto… pero necesitamos el dinero cuanto antes...—Lo sé. —Bueno, ahora trabajando más podremos llegar a
Me preparo lo último comestible que tengo en la nevera. El alquiler es demasiado alto, tenemos la nevera vacía, y ahora hay que pagar esas pastillas de Max y el veterinario. Mark va a la ducha y me dan ganas de decirle que vaya a ducharse a casa de su madre. —Nos tendremos que ajustar el cinturón, chicos —Maya ladea su cabeza— eso significa que los premios se han acabado, os queda esa media bolsa —vuelve a apoyar su cabeza en la espalda de Max. Mientras cocino los miro de reojo y veo como Sombra le lame la cabeza a Max mientras duerme. Tuve que adoptarlos a los tres, eran los tres de la camada que siempre estaban juntos. El cuidador me dijo que Max había nacido el último y que Sombra y Maya siempre estaban encima de Max. Se me hizo imposible separarlos. Meto la mano en mi bolso y mientras como los últimos filetes de pollo consulto mi teléfono. No tengo más llamadas que la de Liam hace horas y de Kate.Son las once, no es hora de llamarlos. Cojo el teléfono de la empresa y veo nada
Y Erik sigue con sus preguntas que me dejan algo desconcertada. —¿Tu marido puede cuidar de tus perros una semana?—¿Porqué…? —Responde. La. Pregunta.Resoplo frustrada. —Sí, podría. —Tenemos que ir una semana a Alemania y necesito que vengas conmigo. —¿Para qué?—Eres mi ayudante, eres traductora ¿Hace falta que te lo aclare más?—¿Sabes? no tienes que ser tan borde conmigo —sonríe y decido darle un trago al vino antes que darle un puñetazo en la cara— ¿Para qué tenemos que ir? El trato con Müller está prácticamente cerrado.—No es por Müller ¿Conoces a la empresa Dagmar? —Claro que la conozco.—Christa Dagmar me llamó ayer por la noche. Cuando tendría que haberte llamado a ti —me reprocha— y me dio la posibilidad de que nuestra empresa distribuyera sus productos por Europa —me quedo boquiabierta.¿Cómo puede ser? la mismísima Christa le dio carpetazo a la propuesta de Grace. —¿Cómo consigues estos acuerdos? —Consigo todo lo que quiero, Mia —ruedo los ojos molesta por su arro
En casa Mark me espera con la cena en la mesa, velas, una copa de vino y un ramo de rosas. —Hola mi vida —me dice con esa cara de niño bueno. —Mark. —Lo siento… he hecho la cena y… rosas, te he comprado rosas. Hago un gran esfuerzo por apartar todo de mi cabeza y cenar con Mark como hacíamos cuando todavía nos llevábamos bien. Intento reírme de sus chistes, tocar su mano cuando la acerca, beber el vino que me sirve y darle los besos que me pide. Pero cuando en el postre intenta algo más, me invento la gran excusa.—Tengo el período. —Oh, vaya. Y yo que pensaba que los hombres lo calculaban más o menos. —Voy a darme una ducha. —Bien, yo recojo esto. —Gracias cielo. Dejo que el agua fría caiga por todo mi cuerpo antes de darme cuenta de que Mark me está hablando. —Así que mañana cerráis el trato con el alemán —dice. Miro la cortina y veo su silueta al final de mi baño con paredes echas por tres biombos. —Sí —pero no me hagas pensar demasiado en eso… aún sigo sin saber como
Les saludo con amabilidad y les digo que me acompañen a la sala de reuniones donde el señor Dagger les espera. Traduzco ambos saludos y nos sentamos en la mesa. Sigo trabajando en la traducción, es algo que me encanta, pero me agota por completo. Cuando la reunión acaba después de dos horas me duele mucho la cabeza. La reunión tendría que haber durado media hora, por eso no se le pidió al señor Wang que trajera un traductor… —Eres inteligente —dice Erik al entrar a su despacho— en tu ficha dice que sabes ocho idiomas —saco una aspirina de mi bolso y me da un vaso de agua de la máquina que hay al final de su despacho. —Sí, me encantan los idiomas; inglés, español, alemán, italiano, chino, francés, ruso y portugués. —¿Cómo puedes hacerlo?—Siempre se me han dado bien. —¿Qué más se le da bien? Una parte de mi desea que lo diga con un doble sentido perverso. —No hacerle caso, señor Dagger. Sonríe de esa manera tan sexi. —Tendremos que corregir eso… —de nuevo, se acerca a mi. Mi yo
Al medio día llamo a Mark para acordarme de que le quiero, de que es mi marido, mi pareja y que es al que de verdad tengo que desear. Pero no me sirve, o al menos, no del todo. Por suerte el remordimiento me quita el calentón. Cojo el teléfono de mi mesa, son las ocho, esperaba que me dejara tranquila todo el día. —A mi despacho. Voy a su despacho pero antes bajo mi falda disimuladamente y me ato todos los botones de la camisa. Mira su ordenador con el ceño fruncido. Vuelve a ser el mismo amargado. —¿Que vas ha hacer esta noche? Joder que eres mi jefe... —Iré a casa —mentira. Iré a casa, estaré un rato con mis pequeños y Mark y luego saldré a tomar una copa con la zorra de Kate. Mark y yo establecimos que los viernes era nuestra noche libre.—No tienes pinta de quedarte en tu casa un viernes por la noche. Te repito de nuevo la pregunta, y espero que respondas con sinceridad. Ya me has mentido una vez. —Eres un mandón —le suelto— eres mi jefe, pero no tienes por qué saber mi v
Erik le pone en situación, yo apenas puedo hablar. —Soy el doctor O’Neil —asiento. Me examina. Temperatura. Reflejos...— ¿Tomas la píldora? —Sí —digo avergonzada por la mirada fija de Erik. —¿Cuando fue la última vez que tuviste relaciones? —No estoy embarazada —y espero que eso le sirva. —Responde —dice Erik. Capullo... —Hoy. —¿El período? Que más da. No puedo humillarme más. —Hace una semana. —Es una intoxicación alimentaria por el pescado —coge del maletín una jeringuilla— esto es un probiótico ¿Eres alérgica a algún medicamento? —niego— esto ayudará a estabilizar las bacterias de tu intestino y estómago —me limpia la zona con un algodón y alcohol y me pincha en el brazo, hago una mueca mientras vacía el interior de la jeringuilla— es solo eso —me sonríe y me guiña un ojo— en dos días estarás totalmente recuperada. Bebe muchos líquidos y come ligero —me da una tarjeta— cualquier cosa puedes llamarme, y a cualquier hora. Enserio, cualquier hora… —me sonríe y le devuelvo la
Mark se levanta de la cama cuando el sonido estridente de su teléfono suena. Pensaba que había pasado la noche fuera… que iba a irse con Logan. Sin la menor preocupación empieza ha hablar por teléfono animadamente con… Alex. —Mark… intento dormir… —me quejo hundiendo mi cara en la almohada. Hace caso omiso de mis palabras— ¡Mark!—Oh, Mia. Espera, es importante —dice con mal tono. —A mi no me hables así —mascullo. —Es trabajo —dice de nuevo como si hablara con una niña pequeña. Me levanto de la cama imposible conciliar el sueño por la voz animada de Mark, por lo visto también salió con Alex anoche. Me preparo una taza de café malhumorada y abro el portátil para hacer algo de faena, al menos haré algo que no sea gritarle a Mark por tener tan poco miramiento con su mujer, es sábado y son las ocho. Veo que tengo un mensaje en mi teléfono personal. Erik: espero que se encuentre mejor y tenga tantas ganas como yo de hacer ese viaje, aunque esté casada y solo sean negocios. Buenos día