Separa mi silla de la mesa, separa mis piernas y se cuela entre ellas. Me mira des de arriba y me siento pequeña. Me libera con su pulgar el labio y me coge de la barbilla y me obliga a levantarme. Delante de él respiro pesadamente, tengo la boca seca y lo veo sonreír.
Mark jamás me ha provocado esto.
—¿Qué pretende? señorita Clark —su tono es serio pero divertido, lleno de malicia y curiosidad por mis intenciones. Su mano sigue en mi barbilla.
—Simplemente que no me gusta obedecerle, señor Dagger —su sonrisa me llega a la entrepierna, todo mi interior se encoge.
—¿Y qué voy ha hacer con usted…? —su voz ronca casi me hace gemir.
Como de costumbre, apenas duermo. Así que salgo de mi cama temprano. Cuando veo mi tanga roto en el suelo me cabreo. Me cabreo mucho. Me pongo mi ropa interior más sexy y el vestido más elegante que tengo, pero también el que mejor me queda. Con escote asimétrico, negro y por las rodillas. Me pongo los tacones y bajo.Enfundado en su traje azul marino, diferente al del otro día, lee el periódico. Cuando me planto a su lado ni me mira.—Llegas tarde —miro mi reloj y veo que llego dos minutos tarde. Lo sigo cabreada por que ni siquiera me haya mirado.Repasamos la agenda y solo nos miramos a los ojos. Está cabreado y no lo entiendo, fue él quien me dejó a medias ¿O es que a parte de gilipollas le falta memoria?&n
A primerísima hora estoy en mi mesa. Es lunes y mi jefe ni siquiera me ha dirigido la palabra, ni el avión de vuelta ni al llegar aquí. Ni un mensaje. Cogí un taxi y fui a directa a casa, Kate me dio la nueva llave y entré al silencioso apartamento donde las cosas de Mark ya no estaban. Todo lo que pasó en Alemania es desconcertante, sus actos claramente posesivos «Si otro hombre te toca quiero saberlo», sus besos en medio de reuniones, cuando me tocó en el hotel, como me tocó cuando Dominik me miró y como se puso cuando se enteró que vino a mi hotel... pero sobre todo, de ese viaje recuerdo como me tocó, de esa manera tan posesiva. Me enciendo solo de pensarlo. En cuanto a Mark, sigue consolándome la idea de que mejor ahora que dentro de viente años. Liam se planta delante de mi mesa. —Pero bueno... ¿A quien tenemos aquí? ¿Es que no tienes teléfono o que? —me levanto de la silla y abre sus brazo esperando mi abrazo— te he llamado casi cada día. —He estado muy liada —me sonríe y
Me ve y su sonrisa, como de costumbre me ataca a la entrepierna.—Está deslumbrante, señorita Clark.—Usted también, señor Dagger —lleva un pantalón gris de traje y una camisa blanca deslumbrante ¿Quién le hará la colada? no tiene pinta de ser un hombre dedicado a las tareas del hogar.Me abre la puerta de su Lamborghini y entro cautivada por su caballerosidad. Sé que va a pedirme algo fuerte, se está comportando demasiado bien después de lo último que pasó en Alemania.—¿Dónde vamos?—¿Conoces el restaurante Per se
Esta historia la cuento por mi y por vosotros. Yo ya he aprendido lo que es querer a alguien y que te demuestre que siente exactamente lo mismo que tú. La misma intensidad. El mismo deseo. Ya he aprendido que es mirar a esa persona y pensar que no quieres que se marche nunca. No es una historia de amor, por lo menos, no una convencional. No hay bombones ni rosas, no hay promesas a la luz de las velas... Solo espero que sientas cada palabra, cada emoción y cada risa tanto como lo he hecho yo. Creo que solo así, entenderás el porque de mis palabras.
—El nuevo cambio de director no afectará vuestros puestos de trabajo —dice mí ahora exjefa. —¡Pero si el salario! —replica la chica de contabilidad. —Es todo, chicos, gracias por todos estos años —Grace se acerca a mí— voy a echarte de menos... —suspira poniéndome un mechón tras mi oreja. —Nos seguiremos viendo —me da una lástima perder a mi jefa... Después de quince años llevando a la compañía a lo más alto, un capullo ricachón la ha comprado a los jefazos. Así que ella tiene que marcharse de la empresa y de la sede aquí en Nueva York. Se llama Erik Dagger y cómo se atreva a despedirme le paso la factura de mi piso y le transmito todo lo que me dirá Mark. —Llegará en cualquier momento —murmura— viene de Alemania —está destrozada, pero eso no lo va a admitir, estamos hechas de la misma pasta. Nada de debilidades en la empresa. En un mundo de hombres los sentimientos están prohibidos. —¿Qué vas ha hacer...? —Mi marido necesita una secretaria. —Puedo darte algún consejo —le gu
Abro la puerta de casa y mis chicos vienen a saludarme. —Hola princesita —le doy un beso a Maya en la cabeza— hola Max ¿Y a quién tenemos aquí? hola Sombra —los tres me saludan con entusiasmo— ¿Me habéis echado de menos? ¿Habéis echado de menos a mami? —digo con voz chillona.—Son perros, no bebés —me dice Mark con su tono cansado— ¿Cómo ha ido el trabajo?—Bien —respondo sin más. Mis pequeños siguen contentos porque haya vuelto, mueven sus colas y esperan sentados a mi lado a que les siga dando mimos. —Mami tiene que irse —les digo a mis tres preciosos Huskys.—¿Dónde? —pregunta Mark.—Mi nuevo jefe ha preparado una reunión con los alemanes —voy hacia nuestra cama y empiezo a desnudarme. Todo es muy frío, soy consciente de ello, pero nuestro matrimonio está pasando por un bache tremendo. Se vino a vivir conmigo cuando llevábamos solo tres meses casados… nos casamos con veinte años. Muy jóvenes, eso también lo sé. Pero el amor te hace cometer estupideces. Visto de esta manera es
—Mi jefe —me apresuro a aclarar. —Erik Dagger, su jefe —extiende su mano. —Mark, su marido. Mark procura que las palabras queden claras, en cuanto a la mano de Erik, la mira con desprecio y marca más su terreno apretando su mano contra mi cadera. Incluso me hace daño.Erik también se percata de eso. Retira su mano y la mirada de mi cadera, me mira directamente a mi, casi puedo leer su mente. “¿De verdad permites eso?”—Esto... llegas tarde, cariño —Mark se mira el reloj que le regalé para su cumpleaños la semana pasada. —Es verdad ¿Pero él no llega tarde también? —no me lo pregunta a mi. —Soy mi propio jefe, y el jefe de tu esposa. Así que no, yo no llego tarde, pero ella sí. —Mark —intento de nuevo—. Nos vemos luego. —Claro —Mark me planta un beso más largo y más cercano de lo normal. —Hasta luego —murmuro cuando acaba. —Un placer —suelta Erik sarcástico. Escapo de ahí al mismo tiempo que Mark. Subo con los chicos a casa. Me cambio y les pongo la comida, antes de que se la
De camino a casa ya a las ocho y media Liam me llama al teléfono, le cuelgo y guardo mi teléfono. En el almuerzo he tenido una discusión con Mark por teléfono y no tengo ganas de explicarla, mentir a Liam no es una opción, me conoce. Abro la puerta de casa y los chicos me saludan eufóricos, saltan, corretean y se tiran al suelo. Mark está sentado en el sofá viendo el partido de fútbol. Me pongo una camiseta de tirantes y un culotte negro de estar por casa, me recojo el pelo en un moño y me siento a su lado. —Hola cielo —intento. Como respuesta se lleva el botellín de cerveza a sus labios sin decirme nada— ¿Qué pasa? —veo cuatro botellines vacíos.—Hoy he echado a perder un cuadro sin querer. —No pasa nada. —Sí que pasa, Alex quería los cuadros para mañana.Alex es su mecenas, nunca le mete prisa, no entiendo el problema. Por lo que sé es un buen tio. —Cielo, lo solucionarás pronto… pero necesitamos el dinero cuanto antes...—Lo sé. —Bueno, ahora trabajando más podremos llegar a