Capítulo 10
Como una bestia que, después de haber sido encarcelada durante un largo tiempo, por fin consiguió la libertad, exploraba mi cuerpo mientras me besaba como le daba la gana.

Llegué al punto de no poder contenerme y empecé a responderle.

El calor que sentía parecía poder derretirme, y me quité el top.

Pero él me detuvo.

Qué demonios, ¿no querrá parar el carro a estas alturas?

¡Eso sería muy humillante para mí!

Me quedé estupefacta y vi cómo se me quitaba de encima.

Se acercó a la ventana, y tiró de las cortinas.

Luego vino regresó hacia mí.

Sin esperar a que reaccionara, me quitó toda la ropa.

Todo fue muy intenso.

Después de una ronda, empezamos otra.

No sabía que se pudiera alcanzar tal placer en la vida.

Pero después, me quedé pensando en la cama.

Al darme cuenta de lo que había hecho, me sentí tan avergonzada que me escondí bajo las sábanas.

—¿Marina, Marina?

Me llamó.

Por alguna razón, me sentía rara escuchar que me llamara así.

Probablemente porque cuando estábamos haciendo el amor
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