Capítulo 5
Por la zona de la playa hacía bastante viento por la noche, y sentí frío en el camino de regreso.

Me sorpredió que me diera su chaqueta y me llevó a su casa.

Luego me despedí de él y no lo vi en todo un año.

De pronto, la escena tornó al momento de cuando Noelia y yo habíamos alquilado una casa.

Pero, a diferencia de antes, había ganado mucho dinero y ya estaba en condiciones de poder mantenerlo.

Además, ya solo sacaba un año a Sergio.

Era todo como aquella mañana, pero sin nadie más alrededor.

Nos besábamos y expresábamos nuestro amor.

...

Cuando me desperté, estaba de nuevo en mi casa alquilada, pero con una habitación mucho más espaciosa.

Noelia dijo que los chicos habían vuelto a casa y me contó lo que pasó ayer.

Como no había cámaras por la zona de ese cuarto de baño, a menudo pasaban acosos.

Casi fui víctima, pero por suerte Sergio vino cuando se fue Noelia.

De lo contrario, las consecuencias serían inimaginables.

Al parecer los fuertes golpes en la puerta fueron producidos por Sergio.

Esta vez él me salvó.

Pero, ¿y qué?

Los sueños no se harían realidad.

Después de esta despedida, ¿sería otro año sin vernos o más tiempo? Pero ¿y qué si nos volviéramos a encontrar?

A menos que me convirtiera en una rica y pudiera mantenerlo, nada cambiaría.

Pero eso solo ocurriría en los sueños.

Siempre había fantaseado con que algún día me tocaría la lotería y podría llevar a cabo una vida fácil.

Pero la realidad era que tenía que trabajar duro y con el miedo de que me podían echar a la calle en cualquier momento.

Y después de pagar el alquiler, tenía que distribuir cuidadosamente mis gastos para sobrevivir.

Así que, mejor no soñar en pleno día.

Y no me olvidé de que le dio su número a una chica, supongo que era la respuesta que me daba.

Mi vida volvería a la normalidad y algún día encontraré con la felicidad que me pertenecía.

Seguro que pensaba tanto en el asunto porque nunca había tenido una relación.

Era hora de tener una relación seria.

Así que, a los 23 años, empecé a tener citas a ciegas.

Noelia hizo las paces con su ex y no tardó en mudarse.

Me quedé sola.

Sin darme cuenta, había pasado otro año y había conocido a unos cuantos bichos raros.

Uno de ellos destacaba, porque me sacaba bastantes años y cobraba un sueldo normalillo, pero me dejó claro que tenía prisa en casarse y tener hijos, y lo que me mató, que yo tenía que mantenerlo.

Yo flipaba.

Y sí, era muy difícil sentir algo si no era alguien que te enamoró a primera vista.

Pero lo más fuerte era que, después de tantas vueltas en la vida, volví a encontrarme con Manuel, mi primer novio.

Nunca olvidaré la escena de cuando rompimos.

Entonces íbamos a la misma clase y, después de salir jutnos, se encargó de todos nuestos gastos, pero no me gustaba eso, no quería deberle nada, así que le dije que no gastaría su dinero hasta que tuviera trabajo.

Pero él seguía preparándome sorpresas de vez en cuando y comprándome cosas de marcas de lujo.

Le pregunté por qué hacía eso, me dije que porque me quería.

Pero el motivo de la ruptura fue muy raro.

Insistió en llevarme a la tienda de Hermès y eligió un bolso de la nueva temporada.

Cuando llegó el momento de pagar, el empleado le dijo que no tenía suficiente dinero en la cuenta.

Y rompió conmigo delante de toda la gente de la tienda.

Me dijo: —Qué humillante ha sido esto, lo siento, es mi culpa, rompamos.

Lo absurdo de esa frase me hizo pensar que se inventó una excusa caulquiera solo para romper conmigo.

Al volver de mis recuerdos, me sujeté la frente sin saber qué decir.

—Mar, cuánto tiempo —dijo con un atisbo de culpabilidad en su rostro.

—¿Me darías otra oportunidad?

—Sr. Murillo, ¿cómo me atrevería? Que si vuelves a quedarte sin dinero, tendrás que dejarme otra vez.

—Fue culpa mía, pero nunca me había visto en una situación así, sentía mucha vergüenza.
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