Capítulo 4
Bueno, cuatro personas en una habitación realmente era apretujado, así que, al salir del trabajo, nos llevamos a los chicos a dar una vuelta y Noelia les comunicó de que tenían que volver a casa mañana.

Sergio, por su parte, no parecía darle importancia a lo que pasó por la mañana.

Tampoco me habló, solo iba detrás de mí.

La gente, de vez cuando, nos dirigían sus miradas, quizá porque teníamos buenas apariencias y los chicos destacaban con su altura.

Pero sí que era súper evidente que las chicas miraban a Sergio con ojos de cariño.

Me giré para combrobarlo y, efectivamente, seguían mirando la espalda de Sergio mientras comentaban algo.

¡Qué rabia!

Al final nos sentamos en una cafetería, al lado de una mesa que estaban unas chicas con uniforme escolar.

Vaya, esas chicas no le quitaban ojos a Sergio, tanto que me frustó, probablemente porque a mí también me parecía que su objetivo era un tipo muy atractivo.

Total, sabía que me portaba muy extrañamente, por un lado, me recordaba constantemente que lo mío con Sergio era imposible, y por otro lado, sentía como una especie de celos por él.

Me excusé para ir al baño.

Noelia vino conmigo.

—¿Viste eso?

Por supuesto que sabía a qué se refería, y mostré una expresión chismosa.

—Sí, parece un famonoso o algo, allá donde vaya, hay gente mirándolo.

—¿Qué te apuestas a que le pedirán el número en nuestra ausencia?

Lo había clavado, nada más irnos, las dos chicas empezaron a hablarle.

Él sacó su celular y las dos chicas se alejaron con caras de felicidad.

Una inexplicable decepción me molestaba.

Pero, con cara de entusiasmo, cotilleaba con mi mejor amiga.

A veces me prungutaba por qué tenía que ser tan hipócrita si al final era yo quien sufría.

De repente, quise pasar de Sergio, entonces, me retoqué el maquillaje y le dije a Noelia que regresara primero sin mí.

¡Pensándolo bien, yo era quien había salido perdiendo!

¡Qué ganas de llorar tenía!

Me quedé matando el tiempo frente al espejo del baño.

De pronto, vi los ojos de un hombre en el espejo, pensé que solo quería lavarse las manos.

Entonces le cedí el paso.

Pero al segundo siguiente, puso su mano en mi cintura.

Mi primera reacción ante el pánico fue gritar.

Pero mi cabeza estaba hecha un caos y lo único que oía era una cuenta atrás borrosa...

—Tres, dos, uno...

Entonces sentí como si me arrastraran a un pequeño espacio y la puerta se cerrara suavemente.

Luego golpes muy fuertes contra la puerta.

Hasta allí llegaba memoria.

Parecía un largo sueño.

Y era la escena de cuando conocí a Sergio por primera vez, y aún tenía mi altura.

También era la primera vez que iba a casa de Noelia, y esa noche, su ex novio la llamó para encontrarse de improvisto.

Sus padres casi nunca estaban en casa y su hermano siempre regresa muy tarde.

En fin, me quedé sola en su habitación.

Medio dormida, escuché unos golpes muy fuertes en la puerta, similar al de antes.

—Noelia, ayúdame.

Estaba muerta de miedo, pero los golpes eran cada vez más débiles. Enseguida llamé a Noelia.

Dijo que debía ser su hermano.

Al abrir la puerta, vi a Sergio hecho una bola en el suelo.

Entonces me quedé asombrada, porque era el chico más guapo que había visto nunca.

Me vio y se quedó un poco desconcertado, parecía muy débil en ese momento.

Tenía la mano puesta en el estómago y pedía ayuda.

Sin más remedio, lo cargué en la espaldad para ir a buscar una clínica.

Pesaba mucho para mí y me estaba costando la vida, pero di todo de mí porque parecía algo grave.

En la clínica, el médico dijo que era gastroenteritis aguda, presumiblemente por haber comido algo no muy higiénico.

Se puso mejor después de las gotas intravenosas.
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