Camila llegó a casa y llamó a su madre. — Mamá empaca tus cosas que nos vamos de aquí— dijo Camila con el rostro duro. — ¿Qué sucede hija? — Richard decidió creer a alguien que yo soy una trepadora, que me acerqué a él por su dinero y se fue sin siquiera preguntarme nada, él sacó sus conclusiones y decidió dejarme, mientras se fue a rumiar su dolor. — ¿Quién te dijo eso? — No importa mamá, ve y haz lo que te digo, con el dinero que tengo ahorrado podemos irnos bien lejos de todos estos malditos ricos que valoran más su dinero que los sentimientos, no tengo nada que buscar con ellos.— ¿Y los niños? Preguntó Alba. — ¡Son míos mamá! ¡Nacieron de mí y se van conmigo! — Pienso que deberías esperar y aclarar las cosas con Richard— dijo Alba. — No tengo nada que aclarar, ya él me juzgó y dió su veredicto; ¿vienes o no? — ¡Claro que voy contigo! Las dos arreglaron sus maletas y salieron de la mansión de Richard McIntyre para siempre, la mandíbula de Camila iba apretada por el dolo
Alba le había preguntado varias veces a donde iban y ella solo había respondido:—A la casa de un amigo madre. No quería dar muchas explicaciones, su mamá se quedó tranquila con esa respuesta, ya no hubo más preguntas. Ahora estaban instaladas en ésta hermosa casa, era una edificación muy sólida de una sola planta, con cinco habitaciones amplias y decoradas con gusto exquisito, la pareja que la atendía era muy amable y solícita en su atención para con las dos mujeres. De inmediato se prendaron de los niños, el pequeño Richard que empezaba a caminar con pasos más firmes, quería correr por los amplios y bien cuidados jardines, se respiraba paz en aquel paraíso, Camila se preguntó ¿para qué usaría aquella casa éste señor tan estirado? —¿Qué te parece éste lugar mamá? — ¡Es muy bello, me encanta! ¡Parece una casa de cuentos de hadas! — exclamó Alba. Allí Camila se sentía segura, había cambiado el número de su teléfono para que Richard no pudiera localizarla, no pensaba estar escond
— Mamá es alguien que tú no conoces, es uno de los CEO de la empresa que generosamente se ofreció a ayudarme. Alba con desconfianza respondió:— Espero que no tenga doble intención, todos esos hombres con dinero solo buscan acostarse con las mujeres que trabajan para ellos. — No hables así mamá, no todos son pervertidos, hablas con demasiado resentimiento en tú corazón, quiero que sepas que existen hombres con buenos sentimientos. — Puede ser, pero mirate, huyendo del hombre que supuestamente confía en tí— dijo Alba con renuencia. Camila rodó los ojos ante aquel comentario y dijo:— Ese es otro asunto mamá, mejor cambiemos de tema, vamos a ver a los niños. Alba se sintió avergonzada. — Disculpa hija, es que no quiero que se repita mi historia en tí. — Nada que ver lo que viviste mamita con lo que ahora estoy viviendo, ya deja de dar vueltas a tus recuerdas para remover rencores, además quiero informarte que después que salga de ésta investigación, voy a empezar a buscar a mi
— No quisiera dar un diagnóstico equivocado Gerrit, pero no me gusta lo que sentí al tomar su presión— dijo el médico— deberías llevarla lo más urgente que puedas. — Entonces saldremos detrás de tí, Adel. Una vez que salió el médico Gerrit se dirigió a sala, en el mueble seguía su esposa descansando. — Marjorie vamos hasta la clínica, debes iniciar con esos exámenes de inmediato. — Escuché muy bien, que Adel dijo en la tarde— insistió ella. — No seas terca mujer. Ella con renuencia le acompañó, ya en la clínica el especialista decidió que lo mejor era quedarse hospitalizada, los latidos del corazón se sentían muy débiles e irregulares, Gerrit llamó a Bruce, a Richard y a Adam para notificar lo de Marjorie, los tres llegaron de inmediato. — Ya que están aquí, iré un momento a casa a traer algunos artículos personales para que esté cómoda, Bruce ve con ella, quiere verte. Salió dejando a los tres hombres a cargo mientras él iba a casa, recogió algunas prendas de ropa femenina qu
— ¿Deseas hablar con Astrid?— preguntó Bruce extrañado— ¿De qué abuelo? — Ahora no me preguntes, no tengo cabeza para darte razones ahora, ten paciencia hijo, ahora ocupémonos de tu abuela. Muchas fueron las personas que estuvieron dándole el último adiós a la esposa de Gerrit Callister, él se mostraba sereno. Ya en la casa de su abuelo, Bruce buscó la oportunidad de hablar de una vez por todas y conocer ese secreto que había guardado su abuela por tanto tiempo. — No has podido sacarte las palabras de Marjorie de la cabeza; ¿verdad Bruce? — No abuelo, eso me ha estado rondando todos estos días que duró el funeral, no entiendo si ya tú lo sabías, ¿por qué no hablaron conmigo? — De mi parte no veía la necesidad de hablar de algo que me hizo tanto daño al momento de saberlo. — ¿Desde cuándo lo sabes abuelo? — Podría decir que desde siempre, pero me enteré el día que tu padre tuvo aquel accidente que le costó la vida tanto a él, como a tu madre. — ¿Puedes contarme por favor?—Es
— Ya te explico, no te preocupes— dijo Gerrit— cuando mi nieto me anunció que tu estabas haciendo todo lo posible para que mi nieto tuviera un heredero para la dinastía Callister, me sentí muy orgulloso de ti. — Gracias abuelo— dijo ella— haría cualquier cosa para que mi amorcito esté tranquilo, sé lo importante que es para ustedes tener descendientes, por eso me esforcé. — Si eso que dices que harías cualquier cosa, es muy cierto, hasta alquilaste un vientre para buscar a mi heredero, casi lo logras, pero surgieron complicaciones y aún así saliste airosa del problema. — ¿A qué viene éste recuento, abuelo?— dijo ella. — Paciencia querida, ya lo verás— explicó el anciano. — Hace poco inicié una investigación y descubrí cosas desagradables, Bruce ha vivido momentos muy duros por el fallecimiento de su abuela, pero pienso que es mejor un golpe fuerte de una vez, que ir cada día recibiendo trompadas, por eso querido nieto, quiero que veas lo que hay en éste sobre. Bruce arrugó el en
— ¿Que pasaba por tú mente cuando decidiste meterte con mi mujer, Paul? — Como te lo dije al inicio, solo sucedió, no fue algo que planeé; cuando conocí a tu mujer, me impactó, me gustó es tán llena de vida, me gusta cómo es y aunque me dije que era tuya, que no tenía por qué mirarla, un día sucedió, ella me dio un beso y caí, lo demás lo sabes, bueno no tengo justificación Bruce, pero estoy enamorado de ella, así de simple. — Así de complicado querrás decir, meterse con la mujer de otro no es algo simple Paul, pero jamás imaginé que tú me hicieras ésto, no sólo me quitaste a mi esposa, si no que también le hiciste una hija que debió ser mía, por aquello de estar casados, pero tú no te conformaste con Astrid, también querías un hijo de ella. — ¡No Bruce, así no son las cosas, la niña no fue planeada, nada de lo que está sucediendo fue planeado; ¡lo juro! — ¡Mira, no jures nada! Ya no te creo, mejor me voy acá no tengo nada que hacer, me quitaste mi familia Paul, me destruiste la
— No puedes hacerme esto Bruce, todo lo que hice fue para darte un heredero, Paul me informó que algo entre nuestra genética hacía que los niños engendrados por nosotros no llegaran a término y por eso quise probar con él y logré a Fanny. — ¡Que cinismo de tú parte Astrid, las fotografías de mi abuelo y las de Richard son recientes, si éso fuera cierto; ¿por qué continuaron viéndose o mejor dicho, acostándose? — !Te dije que éso es un montaje! — ¡Ya basta Astrid! ¡Sal de mi vista! ¡Eres una cara dura! ¡No deseo seguir unido a ti un minuto más! ¡Por lo menos ten la dignidad de aceptar que eres una adúltera! Ella apretó la mandíbula y salió de aquella casa mascullando maldiciones que solo ella escuchaba, se juró que todos ellos se la iban a pagar. —Bueno primo, me parece que la mujer entendió— dijo Richard. — ¡Me sorprende lo intensa que es!— dijo Gordon. —Te sugiero que te quedes acá hasta que Astrid salga de tú casa y de tú vida— aconsejó Richard. — Gracias primo, la verdad no