Intenté alejarme de Jack todo lo posible los días siguientes, lo cual a decir verdad, había sido todo un desafío, más por lo perseverante que él era que por mis deseos de seguir a su lado, a pesar de todo el tiempo que habíamos estado separados. En ocasiones, antes de entrar a un lugar, me aseguraba desde el exterior que no se encontrara allí dentro, esperando pacientemente a darme una sorpresa con su presencia. Si lo veía venir hacía mí por los pasillos del hospital, salía corriendo en la dirección contraria o me metía en la primera habitación que encontraba y me escondía ahí, hasta que se dignaba a marcharse.Parecíamos dos niños pequeños jugando a las escondidas y me sentía realmente como una imbécil cobarde, pero lo hacía por una sabia razón.No es que tuviera miedo de Victoria ni mucho menos de Deborah, ni tampoco que no quisiera a Jack con cada fibra de mí ser. No obstante, sabía que meterme con un hombre con familia, no era exactamente lo mejor que podía hacer a mis 29 años.
Acordamos vernos después de que terminara de trabajar, lo cual fue bien entrada la noche ese mismo día. Intenté arreglarme un tanto la ropa y acomodarme acorde a la ocasión con lo que tenía en un casillero guardado en casos de emergencia. Me quedé viéndome un buen rato en el espejo del baño, arreglando mi cabello desordenado, lavé mi rostro por enésima vez con el agua helada, tratando con todas mis fuerzas calmar mis nervios. No era de maquillarme mucho, pero tampoco podía ir pálida como una muerta.Respiré profundamente, convenciéndome a mí misma de que realmente sería la última vez. Salí del edificio con el sudor frío recorriendo mi espalda, en donde frente a las puertas y estacionado con una amplia sonrisa se encontraba Jack, recostado en su Ferrari. Abrió la puerta del copiloto para que pudiera entrar y antes de que me sentara, me dio un delicado beso en la mejilla, ruborizándome instantáneamente.—¿Estás preparada? —preguntó emocionado el momento en que tomó asiento junto a m
Me llevó desenfrenado hasta mi escritorio, tirando varias cosas al suelo cuando me empujó suavemente para que me sentara en este último. Besó desesperado mis labios como si desease con ansias devorarme la boca, enredé mis brazos alrededor de su cuello pegándolo aún más a mí. Entreabrí mis piernas, permitiéndole acomodarse entre ellas con mayor facilidad, sintiendo cómo movía su pelvis descaradamente rozando mi entrepierna, sacándome un gemido de placer. Me quitó suavemente mi blusa, dejándola muy lejos de mi vista, deslicé mis manos por su cuello, acariciando cada centímetro de su piel para al llegar a su camisa; desabotonar cada uno de los botones sin prisas, mientras nuestras lenguas se juntaban en una lucha sensual por invadir la cavidad del otro. En el momento en que se apartó un poco para respirar, aproveché para darle suaves besos en su hombro, haciéndolo suspirar con el rozar de mis dedos en su bien formado torso.Dibujó garabatos en mi espalda produciéndome una corriente el
Nos habíamos quedado en medio de la cama, abrazados y compartiendo el calor corporal en esa helada noche de enero. Me había recostado sobre su pecho, escuchando con atención el latir de su corazón, volviéndose música para mis oídos con cada segundo que transcurría, mientras charlábamos en susurros sobre cosas triviales, sin los más mínimos deseos de dormir aún.—¿Por qué estudiaste medicina? —preguntó curioso, mientras acariciaba mi cabello con sus dedos.—Porque puedo ganar mucho dinero —me reí por lo bajo, con él uniéndose a mí sin un rastro de enfado ante mi respuesta premeditada, ya que aquella decisión no había sido tan al azar después de todo.—Sí, pero esa no es la verdadera razón.—No importa demasiado si te la dijera ahora —susurré, repartiendo dulces besos en su pecho, indicándole sin necesidad de palabras que era otro secreto más que prefería mantener oculto de él por el momento—. Es una tontería que ya no tiene relevancia, Jack.Respiró profundamente conformándose a regañ
Caminé apresurada por los pasillos del hospital universitario Jackson en dirección a la sala de urgencias, donde se suponía estaban todos mis hermanos reunidos a la espera de alguna información sobre el estado de nuestra madre. Sentía mi corazón apretujarse en mi pecho, causándome un intenso dolor a la hora de respirar, aquella llamada imprevista había tirado todos mis planes con Jack a la basura, dándole paso a una inmensa preocupación por mi madre que no se disipaba, por mucho que lo intentara. Al llegar hasta donde ellos se hallaban, Nia corrió a abrazar a Ryan, quien estaba desconsolado paseándose de un lado a otro, este le correspondió el gesto encantando con verla, fundiéndose en uno solo de inmediato. Ahora ella estaba allí para darle la fuerza que necesitaba.Por otro lado, Katia sentada en una de las tantas sillas en la sección de espera, abrazaba con fuerza a Brooke quien lloraba como una niña pequeña, al igual que Blake, en total silencio a su lado. Lauren estaba cabizb
Se los conté al regresar, omitiendo las cosas trágicas que podrían sucederle a nuestra madre, intentando sonar lo más entusiasta posible, pero la mayoría me observaba desconfiado, casi sin creerme ni una sola palabra.Todos nos echamos en la sala de espera, impacientes porque el médico saliera pronto de la cirugía diciéndonos que todo había sido un completo éxito. Las horas pasaban tortuosas frente a mis ojos, a pesar de tener a Jack apoyándome muy pegado a mí, con quien conversaba de vez en cuando para distraerme. Acariciaba el largo cabello de Brooke, la cual dormía plácidamente recostada en mis piernas cuando se había cansado de llorar tanto. Maximilian y Camila se comían las uñas en una esquina alejada, Paul y Carl escuchaban música, compartiendo un par de audífonos e intentando relajarse en esa tensionante situación. Katia y Lauren se habían acomodado con Blake en el medio para contar viejas historias de cómo habían cuidado de él los primeros días que había llegado al orfanato
Me acerqué hasta donde se encontraban casi con mala cara, detallando que en la camilla de nuevo estaba la pequeña hija de Jack inconsciente.Masajeé mi sien con dos de mis dedos intentando calmar mis deseos de vociferar horripilantes cosas a la madre de Jack, quien no se cansaba de quejarse a todo pulmón, porque los internos eran unos inútiles según ella. La enfermera Kim temblaba bajo sus manos, sin saber muy bien que hacer y lógicamente nadie se molestaba en ayudarla, dado que era la madre del presidente, a la cual a simple vista se podía ver que le temían demasiado para mi agrado.—¡¿Cómo es posible que no haya ningún médico disponible?! —gritó soltando a la enfermera Kim, dándole un breve empujón que la hizo retroceder aterrorizada.—S-señora Walters, la mayoría están en su hora de descanso o atendiendo casos más serios.—¡¿Acaso que mi nieta esté enferma no es algo que valga de su tiempo?!—N-no es eso señora Walters, por favor, sea un poco más paciente —farfulló la enfermera Ki
Vagué junto a Lucila sin despegar nuestros labios, en dirección al parque alejado del hospital.La verdad, agradecía el silencio que nos rodeaba, me ayudaba a pensar con claridad lo que había ocurrido y ella parecía no molestarle el que estuviera tan callada. Parecía comprender a pesar de su corta edad, que no quería mantener una conversación incómoda. Nos detuvimos tras largos minutos caminando en la orilla del lago de ese espeso bosque, por donde a duras penas, uno que otro paciente pasaba cada tanto tiempo, dando un breve saludo, para luego desaparecer por el camino empedrado. Ella observó el lugar encantada con el montón de mariposas que revoloteaban de un lado a otro, me senté en una de las bancas a mirar cómo corría con una sonrisa brillante en sus labios, intentando atrapar alguna de las polillas con sus pequeñas manos. Al verla tan distraída, oculté el rostro entre mis manos, tapando de sus ojos azules mis lágrimas, sentía el dolor punzante recorrer todo mi cuerpo cada vez