Vagué junto a Lucila sin despegar nuestros labios, en dirección al parque alejado del hospital.La verdad, agradecía el silencio que nos rodeaba, me ayudaba a pensar con claridad lo que había ocurrido y ella parecía no molestarle el que estuviera tan callada. Parecía comprender a pesar de su corta edad, que no quería mantener una conversación incómoda. Nos detuvimos tras largos minutos caminando en la orilla del lago de ese espeso bosque, por donde a duras penas, uno que otro paciente pasaba cada tanto tiempo, dando un breve saludo, para luego desaparecer por el camino empedrado. Ella observó el lugar encantada con el montón de mariposas que revoloteaban de un lado a otro, me senté en una de las bancas a mirar cómo corría con una sonrisa brillante en sus labios, intentando atrapar alguna de las polillas con sus pequeñas manos. Al verla tan distraída, oculté el rostro entre mis manos, tapando de sus ojos azules mis lágrimas, sentía el dolor punzante recorrer todo mi cuerpo cada vez
Caminé con aquellos papeles en mi mano, pensando seriamente como informarles de algo tan serio. Ni siquiera yo me sentía bien con la noticia, menos ellos estarían preparados para oírla. Anduve por los pasillos casi por inercia, sin saber muy bien cual sería mi destino, si la habitación de Lucila o algún otro lugar para echarme a cavilar sobre ello. Mi respiración era lenta y mis latidos pausados, casi perezosos, respiré profundamente quitando aquel sudor helado de mi frente. Me senté en las primeras sillas que vi, al sentir mis piernas desfallecer por completo. Medité seriamente qué hacer por lo que me pareció una eternidad. No estaba preparada para ello, para confesarles algo tan doloroso, hasta que al darme cuenta que necesitaba un poco de consuelo e incluso unas palabras de aliento, me dirigí apresurada a la habitación de mi madre, quien estaba seguro me escucharía con atención y me daría ese empujoncito que necesitaba con sus amorosas frases.Pero para mi sorpresa, antes de ent
No quise seguir escuchando más, sabía que había sido suficiente, además, espiarlos no era algo correcto de mi parte. Me di la vuelta con mis piernas temblorosas y caminé sin rumbo con mis manos heladas en los bolsillos de mi bata, sentía mi corazón acelerado y la tristeza correr por mi venas. Era cierto, sencillamente el destino nos juntaba para separarnos, porque de alguna forma, podía ver que no lo lograríamos por mucho que lo intentáramos, simplemente no estábamos destinados a estar juntos. No obstante, así como sabía nuestra cruel realidad, estaba segura de que Jack no se rendiría, porque él era esa clase de persona que no importaba los obstáculos, si quería algo, lo conseguiría a toda costa. Me detuve en un pasillo desolado, ese donde estaba ubicada la dispensadora de jugos, introduje un billete con cierto desgano y compré el primero que vi, importándome muy poco si el sabor me llegaría a gustar o no. Al tenerlo en mis manos, le clavé el pitillo a la peculiar cajita, para acto
Los días siguientes fueron un completo calvario.Tuve que presenciar cómo Victoria y Jack le contaban a su hija que estaba realmente enferma, ella había aceptado el tratamiento y había llorado un poco en los brazos de su padre, pero al escuchar de mi parte que estaría bien si era juiciosa con la medicina, se había animado de inmediato. Jack no volvió a presentarse en el hospital por una semana entera, no importaba cuántos mensajes le enviara o cuantas llamadas le hiciera; él no se dignaba a responder, ni menos a aparecer, parecía como si se lo hubiese tragado la tierra.Ni siquiera se tomó la maldita molestia de visitar a su hija tan solo una vez en lo ocurrido de esos días. En ese tiempo, Victoria no se despegaba de Lucila por nada del mundo, la llevaba de una sala a otra bajo mis indicaciones, la cuidaba como estaba seguro que no había hecho en toda la corta vida de la pequeña y le daba el amor que sabía, su hija necesitaba.Dormía con ella en esa habitación, comía en el hospital,
Logré entrar en la hermosa casa, andando por un estrecho camino en dirección a la puerta principal que estaba entre abierta.Observé en silencio los alrededores, encontrándome con que había un parque de juegos a unos metros de distancia, árboles frondosos y un prado con hermosas flores. Era bastante sencilla en el exterior, pero lo suficientemente grande como para vivir más de tres personas allí. El interior en comparación era un completo desastre; había cosas rotas en el suelo, los libros estaban tirados por todos lados, incluso intentar recogerlos era una pérdida de tiempo, ya que eran demasiados. Aquel lugar estaba patas arriba, había botellas de todo tipo de alcohol a donde quiera que se mirase, los cuadros de la amplia sala de estar estaban rasgados, lo único que se mantenía intacto era el sofá donde Jack se había echado a beberse un largo trago de whisky desde la botella, mientras me analizaba con una sonrisa socarrona, como si mi expresión de espanto le pareciera muy diverti
—¡¿Qué demonios te pasa?! —Gritó Jack anonadado cuando logró regresar a la superficie, se pasó sus manos por su cabello apartándoselo de la cara, dejándome atontada con la sensualidad de sus acciones—. ¡¿Por qué hiciste eso, Lucy?!—Porque te lo mereces al decir disparates, eres un completo estúpido, Jack —respondí cruzándome de brazos.Él me observó perdido con mis palabras, a la espera de que le explicara todo minuciosamente. Entonces, soltando un respingo me agaché un poco para quedar a su altura y le dije lo que realmente estaba pensando. —Has cuidado de esa niña más de seis años, fuiste el primero en tenerla en brazos, el primero en escucharla llorar, el primero en ayudarla a levantarse cuando se caía, la viste crecer cada día que a vivido, la adoras con toda tu alma y aún así, ¿dices que no eres su padre sólo porque una prueba de ADN puede salir negativa? ¿Te parece razonable decir eso?Él se quedó en silencio, no muy seguro de que contestarme; después de todo, refutarme no era
Sus manos recorrieron mi espalda y sin poderme resistir le quité la camisa, me alejé un poco para pasear mi lengua por su garganta, sacándole un jadeo ronco ante ello, mordisquee su clavícula y gran parte de su pecho, mientras él se dejaba hacer sin rechistar, ya que estaba ensimismado en desabotonar mi pantalón, con la intención de dejarme desnuda ante su lasciva mirada.—¿Alguna vez has pensado en hacerlo en una piscina? —musitó sensualmente en mi oído, atontándome de inmediato con lo erótico que podía llegar a ser si se lo proponía. Pero mi rostro se puso rojo como un tomate al percatarme que habían más casas cerca de nosotros, vecinos que podrían vernos si se asomaban por la ventana, así que me alejé de sopetón y él enarcó una de sus cejas, confundido con mi reacción.—Claro que no, no tengo ese tipo de fantasías pervertidas —cuchichee, intentando calmar los absurdos deseos de seguirle la corriente en sus juegos macabros. Sabía que de algún modo terminaría cediendo a sus locura
Al día siguiente, cuando abrí mis ojos con lo primero que me topé fue con el plácido rostro adormilado de Jack a centímetros del mío. Sonreí como una tonta, mientras le plantaba un suave beso en la mejilla, evitando despertarlo con mi contacto. Busqué en el suelo mi ropa al ponerme en pie, pero a duras penas logré encontrar mi ropa interior, me estire perezosa por la estancia y hallé en el armario una camisa que me quedó bastante grande, sin embargo, era cómoda; prefería eso a andar semidesnuda por la casa. Para mi desgracia, lo que se suponía iba a cocinar el día anterior al dejarlo fuera de la nevera se había echado a perder por completo, así que sin más remedio marqué desde mi celular por un poco de comida al primer restaurante que localicé en una aplicación. Miré la hora en la pantalla al colgar, percatándome de que eran pasadas las doce del mediodía y yo no me había dignado a ir a trabajar. Tenía varias llamadas pérdidas de Ryan, otras de Cody, algunas de Nia y más de diez de