Capítulo 23

 Eduardo

  

Siempre he pensado que los amores de verano son los más dolorosos de experimentar, porque uno no puede medir hasta donde deja elevarse la ilusión y la caída siempre casi siempre es muy dolorosa.

Odio reconocer que los amores de verano no son para siempre, que mientras uno cierra los ojos siente como se desvanece entre sus manos la ilusión más grande. Y el corazón se hace pedazos sin que puedas hacer nada. Siempre odié enamorarme en verano, y hoy estoy nadando en la incertidumbre de ver agonizar los días y sentir que mi adorada Isa se marchará en cuanto ese maldito verano muera.

Me duele el corazón acariciando la idea de no verla entre mis brazos una noche más. Me duele el mirar el reloj y ver que el tiempo sigue marchando y cada vez más agoniza el verano junto a ella.

Pero no voy a llorar; voy a vivir al m&aacut
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