Arrepentimiento

El fin de semana había pasado, pero me sentía mal al recodar lo que hice, estaba arrepentido. No pude encontrar el coraje para confesarle nada a mi novia, y mucho menos hablarle a mi jefa de lo que pasó esa noche.

Solo tenía vagos recuerdos entre ambos teniendo sexo y los gemidos de mi jefa cuando estábamos juntos. Lo único que recordaba con claridad es que estaba en la misma cama con ella sin ropa abrazados. Ambos cometimos un error al dejarnos llevar por el alcohol.

La culpa me consumía, pues sabía que era el único culpable de lo que sucedió. Fui consciente de que algo así podía pasar al estar tan cerca y ella en ese estado de despecho porque su novio la había traicionado.

El lunes, mientras volvía a la oficina, una mezcla de ansiedad y temor recorría todo mi cuerpo. No quería enfrentar a mi jefa y revivir ese bochornoso episodio.

Cuando finalmente llegué a mi puesto de trabajo, la vi pasar a lo lejos. Caminando por el pasillo donde a lado y lado habían puestos de trabajos divididos por separadores de color rojo. Nuestros ojos se encontraron en un silencioso intercambio de emociones. Creí que tal vez podríamos dejar todo atrás, pero mi esperanza se desvaneció rápidamente cuando la secretaria me llamó a través del teléfono de la oficina.

"Adrián, la jefa, quiere hablar contigo."

El nudo en mi garganta apretó con más fuerza. La situación aún no había terminado, y deseé con todas mis fuerzas olvidar lo sucedido, preservar mi relación con mi novia y ocultarle la verdad.

Colgué el teléfono y me levanté de mi puesto. Mis compañeros me miraron algo confundidos. Tal vez mi aspecto físico de miedo pensaron que algo me pasaba. Yo era alguien de pocos amigos, solo hablaba con algunos de ellos.

Sin embargo, me dirigí hacia el despacho de la jefa, tratando de parecer sereno, aunque tenía algo de remordimiento Al llegar, la vi sosteniendo unos documentos en sus manos, y la mirada en su rostro reflejaba preocupación y culpa por lo que sucedió.

"¿Ya te hiciste los exámenes?", preguntó con delicadeza, como si quisiera asegurarse de mi bienestar.

"Eh... No, no he tenido tiempo. Los fines de semana no atienden", respondí con la voz entrecortada, luchando por mantenerme sereno.

"Lamento lo que pasó después del accidente. Ya le dije que le pagaría por atropellarte. Solo necesito esos datos para pagarte la incapacidad si te la dan"

"Solo dejemos todo como si no hubiera pasado nada. Yo puedo ir al médico y listo. No quiero que nadie se entere de lo que sucedió. Tengo novia y he tenido problemas últimamente. Esto solo empeoraría las cosas", mi rostro estaba rojo de la pena y no podía ni mirarla a los ojos. Los pocos recuerdos de esa noche aparecían en mi mente al verla.

La cara de tranquilidad que ella tenía se volvió de incomodidad al escucharme. Como si no le gustara lo que yo le había dicho.

"Está bien. Me disculpo contigo, tú estabas allí ayudándome y no sé cómo terminamos de esa forma. Solo olvídalo y hagamos que nunca sucedió"

Ella no dejaba de mirarme y en un acto desesperado por demostrar que estaba bien, me quite del saco y la camisa, dejando a la vista mi pecho y abdomen. Quería demostrarle que físicamente me estaba bien y el golpe no fue fuerte. No quería hablar más con ella. Tampoco ir a un médico.

"No tenías que hacer esto...", susurró con una voz de incomodidad.

"No quiero hablar de este tema", respondí, desviando la mirada para evitar sentirme más incómodo.

No entendía muy bien lo que sucedía. Senti que algo no estaba bien y que algo más había pasado esa noche, pero ella no quería hablar de eso después de lo que yo le dije.

Traté de ponerme mi camisa y salir de allí, trataba de escapar de aquella situación incómoda, pero justo en ese instante, la secretaria entró a la oficina sin tocar la puerta, su mirada se congeló al verme como me arreglaba la camisa.

Yo observé sus uñas y un recuerdo se me vino a la mente, mi corazón empezó a palpitar rápido, y recordé algo de lo que vi esa noche. Era una foto que mi jefa me mostró, la chica que estaba con el exnovio de ella, tenía el mismo pintado de uñas, y un uniforme parecido al de la empresa. Lo único diferente era el cabello, que era negro. Aunque esta mujer era bastante singular, usaba maquillaje, y se vestía bien, tal vez usaba peluca ese día.

Desde ese momento sospeché que

secretaria era la persona que puso en discordia esa relación y la jefa no sospechaba de ella.

Sin voltear la mirada, me retiré a mi oficina. Me sentí muy incómodo de estar frente a ambas. Si la jefa supiera esto probablemente estaría muy enojada y trataría de irse de la empresa o echar a su secretaria. No quería estar allí entre ellas.

Mi mente se volvió un caos, me sorprendí al saber que sí recordaba algunas cosas antes de que me pusiera a beber como loco ese día.

[...]

Cuando llegue a mi oficina me senté y comencé a mirar algunas nuevas notificaciones de mi celular. En una de ella era de mi novia. Ella me pidió tiempo para pensar lo de nuestra relación y me hablo de forma cortante durante dos semanas.

Al ver el mensaje me sentí como un imbécil.

(Terminamos, lo siento, han sido semanas difíciles, mi familia no te aprueba y he encontrado a alguien mejor. Perdón por no decírtelo, pero no puedo seguir más con esta mentira).

No sabía si era una broma que eso sucediera en ese mismo momento en que me había acostado con mi jefa. Mientras yo me sentí mal por lo que hice. Ella ya tenía alguien más y era feliz.

Tuve una sensación de tristeza indescriptible. Traté de llamarla, pero no obtuve respuesta, en el fondo sabía que probablemente esto pasaría. No importaba lo que hiciera, no podía hacer nada. Eso me puso algo mal, sentí varias punzadas extrañad en el pecho.

No sabía si era por lo que estaba sintiendo o por el golpe de hace unos días, pero esto me hizo darme cuenta del sufrimiento que mi jefa había experimentado ese día. Yo estaba igual o peor que ella.

Me apoyé en la mesa de mi escritorio tratando de calmarme, pero seguía igual. No sabía si utilizaba lo del accidente para irme de la oficina y ver un médico. Aunque era lo más lógico que podía hacer en ese momento.

A pesar de todo lo que estaba sintiendo. El día aún era largo y traía muchos problemas. Todo cambio cuando llegó alguien que no pertenecía a este entorno de trabajo. Alguien ajeno a las actividades de ese lugar. Era él, el exnovio de mi jefa. Su presencia despertó en mí una mezcla de emociones: admiración por su apariencia bien parecida, pero también algo de incomodidad al recordar lo que yo había hecho con mi jefa.

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