Gabriela
Sonó la alarma a las 5 de la mañana para ir a la universidad, pero a decir verdad no tengo muchas ganas de ir, y después de lo sucedido lo que menos quiero es que alguien se atreva a preguntarme algo. Me bajo de mi cama, me coloco mis pantuflas y con cuidado entro a la cocina a prepararme el chocolate, no quise despertar a mi tía sé que no ha pasado buena noche, y lo sé porque sentí sus pasos varias veces en mi habitación, tomo la jarra destapo la envoltura del chocolate le agrego un poco de leche hasta que empieza a hervir, luego voy por los panes que están en el gabinete, saco la mortadela de paso agarro la mantequilla y empiezo a preparar los sándwich, mientras estoy entretenida en el desayuno mis pensamientos comienza volar y solo me pregunto ¿Dónde estás Iron Man? Porque no te apareciste anoche en mis sueños ¿será que ya te cansaste de mí? O te iras porque la doctora Diana volverá a mi vida, si supieras que anhelo que me tomes de la mano y me lleves a volar para olvidar mi mundo en un segundo.
—Hola Gabriela buenos días —dijo mi tía mientras entraba a la cocina.
— ¿Por qué te levantaste, yo estoy haciendo el desayuno para que durmieras un poquito más —dije acomodándome en uno de los banquillos.
—Te lo agradezco, pero la que tiene que descansar eres tú. Recuerda que hoy tienes la cita con la doctora Diana, yo me llevo el desayuno con el chocolate envuelto en el maletín, porque tengo que estar temprano en la biblioteca. Entrega de pedido me da un beso y se despide.
Luego de hablar con mi tía decidí organizar un tanto las cosas del hogar, ya que con mis estudios y el trabajo poco nos queda tiempo de arreglar, a decir verdad también es una excusa para que las horas se pasen volando y llegue la tarde.
También llame a Carla para pedirle que me acompañara al consultorio, no quería ir sola tengo 4 años que no piso ese lugar.
Carla paso por mí una hora antes en su vehículo y juntas nos dirigimos al consultorio. Al llegar no me quería bajar sentía como toda mi cabeza daba vueltas, las piernas me temblaban, las manos me sudaban y lo único que quería era marcharme, porque tenía miedo que la doc. Me remitiera para psiquiatría. Mí a miga me abrazo diciéndome que todo estaría bien.
Entramos al edificio del centro médico, tomamos el elevador nos dirigimos hasta el piso N°3, nos acercamos a la recepción donde muy amable Lupita la secretaria de la Doc. Nos recibió los papeles, e invitó a que tomáramos puesto mientras esperaba mi llamado.
Esta demora me está estresando lo admito y siento como mi pierna empieza a moverse rápidamente, si hay algo que no soporto es esperar tanto, intento relajarme mirando la televisión, cuando siento que alguien se acomoda justamente a mi lado hablando por teléfono y en su conversación dice que solo asiste a las consultas por verle la cara al doctorcito papacito que la atiende. Y si pensé que a mí me iban a pasar a psiquiatría, está loca ya no tiene arreglo «por Dios» Quien en su sano juicio se atreve a decir semejante disparate.
—Señorita Gabriela Elizalde valencia favor pasar al consultorio N°2 —escucho la voz de un hombre por medio de los parlantes que están en esa sala.
—Carla comenta —amiga es tu turno— y yo asiento. Me levanto, y voy rumbo por ese pasillo que ahora me parece más angosto que hace 4 años, el aire acondicionado hace que mis vellos se ericen, mi respiración se pone más rápida es como si estuviera presintiendo que algo me va a pasar «hay papitos ayúdenme no me dejen sola» se los pido. Y cuando estoy en la puerta respiro profundo agarro la chapa, la doblo a lado izquierdo e ingreso al consultorio.
—Buenas tardes Gabriela, adelante toma asiento, soy Mauricio Lescuyer de la vega y a partir de ahora voy hacer tu psicólogo —dice amablemente.
Pero para ese momento yo no podía mover ningún centímetro de mi cuerpo, estaba completamente congelada, no sabía si lo que estaban viendo mis ojos era cierto o simplemente estaba soñando, ese hombre de cabello negro, tez blanca, alto, acuerpado, y ojos grises que se encontraba sentado en esa silla frente a su escritorio, era nada más y nada menos que Iron Man, esto me parecía tan irreal, como es posible que mi psicólogo sea el mismo ser, que me salva en mis sueños, si me hubieran avisado unas horas antes de este inesperado cambio —¡jamás lo hubiese aceptado!— Porque es del sexo masculino, pero tratándose de Iron Man ya no sé qué pensar.
— ¿Te sientes bien? —pregunta con mirada de preocupación y está de lógica me encuentro congelada ante su presencia sin poder dar respuesta a su pregunta y no sé si me estoy descompensado o no, pero empiezo a ver el piso más cerca de lo normal. De repente siento como unos fuertes brazos me levantan hasta llevarme a una camilla que está del otro lado del consultorio, estoy mareada lo admito e intento abrir un poco los ojos, pero en estos instantes la luz me fastidia, y siento como mi psicólogo se aleja de mí tratando de buscar ayuda. Pasan solo unos cuantos minutos eso creo y tal parece que he vuelto en sí porque ya no estoy oliendo esa fragancia amaderada que me tenía volando entre las nubes, en vez de eso tengo puesto en mi nariz un algodón con olor a alcohol que me fastidia.
— ¡Qué bueno que ya despertó señorita Elizalde!— me dice una mujer vestida con uniforme blanco y enseguida me percato que es una de las enfermeras que labora en este centro médico. —el doctor de la barrera vino a verla porque tuvo un desmayo y recomendó que se quede en reposo unos minutos. Así que trate de no levantarse mientras tanto le informare a su familiar para que pueda pasar a verla— comenta y yo asiento.
No sé cuantos segundos han pasado desde que la enfermera salió de este lugar, pero lo que si tengo claro es que no estoy alucinando, ni mucho menos estoy loca, el hombre que vi haya fuera es el superhéroe de mis sueños y de eso estoy completamente segura.
—Gaby ¿Cómo estás? El doctor junto con la enfermera me informaron que te desmayaste – me dice mi amiga después de entrar al cuarto donde estoy.
— ¿Lo viste? es el, Carla mi psicólogo es Iron Man, el salvador de mis sueños —digo mientras agarro sus manos.
—Como va ser, amiga me estas preocupando, voy a empezar a creer que en verdad estas alucinando —dice.
—No. no lo estoy —trato de insistir. Pero ella intenta que calme los nervios, y la comprendo estamos en un centro médico donde no solamente hay psicólogos, también hay especialistas en salud mental y si no quiero toparme con uno de esos más me vale, que intente poner los pies sobre la tierra y mantenga mi boca bien cerrada. Que simplemente esto que me sucedió quede como un simple desmayo a causa del estrés por la cantidad de trabajo que me han puesto en la universidad del Valle.
Aunque por dentro tenga esta cantidad de sensaciones que no puedo explicar. Encontré a mi súper héroe sin armadura hecho hombre, y lo mejor es que así como me salva mis sueños, también intentara salvarme en el mundo real. Simplemente «gracias papitos por escucharme les pedí que no me abandonaran y flash me lo enviaron a él, para que no estuviera sola». Ahora tengo que aceptar que la vida me está jugando una buena pasada, y cuando uno menos lo espera los sueños se pueden hacer realidad.
MauricioRealmente el ser psicólogo no es tarea fácil como algunos piensan, en muchas ocasiones te encuentras con casos en los que te sorprendes, y quisieras darle una explicación lógica a tus pensamientos pero recuerdas que la mente humana es una cosa maravillosa que vale la pena explorar. No sé qué le habrá pasado a Gabriela pero cuando ingreso por esa puerta el terror en su rostro era evidente, algo muy feo ha tenido que experimentar esa chica para que le haya producido ese desmayo, es extraño pero parecía emocionada y a la vez asustada, pobrecita tan linda que es.—Doctor permiso la última paciente que nos falta es Gabriela Elizalde —pregunta Lupita.—Tranquila Lupe, estoy esperando que se recupere un poco, acabo de dialogar con su amiga y me comento que en unos minutos sale, como no hay más nada que hacer te puedes ir a descansar —le digo.—De veras mi doc. Que usted es un sol, nos vemos mañana —se despide y cierra la puerta del consultorio.Bueno Gabriela vamos a ver cómo te enc
Gabriela Han pasado dos días, desde que lo vi y todavía me parece increíble que mi súper héroe sea mi psicólogo, tengo tantas emociones encontradas y mi cabeza solo está llena de pensamientos hacia él, por lo menos se su nombre, se llama Mauricio, pero esto que siento es tan inexplicable que por eso mi tía Rosi se quedó un poco inquieta y es entendible, después de los días que he vivido es normal que imagine que me estoy volviendo loca, me acomodo un poco el cabello y entro al consultorio. —Buenas tardes —lo saludo mientras cierro la puerta. — ¡Hola! mi Gaby linda ¿Cómo has estado? —pregunta amablemente, pero cada vez que me llama linda mi corazón quiere acelerarse y no sé qué será toda esta sensación. —Muy bien Mauricio —sonrió. —hoy vamos hacer una pequeño ejercicio, pero para eso necesito que me tengas confianza, el éxito de este ejercicio depende de ti mi Gaby, vamos al sofá por favor —me dice. — ¡Claro! —respondo un poco inquieta acomodamos en el sofá, de repente me toma de
MauricioLuego de un importante congreso donde el tema principal fue la depresión, y del gran reconocimiento que me hicieron por ser unos de los mejores psicólogos del país, lo que menos me esperaba es que la vida me siguiera sorprendiendo.— ¿Me puedes explicar qué es lo que vamos hacer a esa universidad Daniel? —pregunto mientras conduzco el auto.—Hace un par de noches conocí a una mujer hermosísima, la invite a salir y acorde en recogerla hoy, después de sus clases —comenta Daniel que es todo un aventurero.—Y que pitos toco ahí, no es más fácil que la busques tú, solo —contesto un poco molesto.—Ya sé lo que estás pensando, pero de violinista no te vas a quedar, la chica se me puso un poco difícil y la única condición que me dio, es que aceptaba mi salida pero si llevaba una amiga, y ahí es donde tu entras en acción —me lo dice tan tranquilo.— ¡No! Definitivamente no, a mí no me vas a meter en tus líos, acabo de salir de una relación bien toxica para entrar en otra —le aclaro.
GabrielaPor dentro me estoy preguntando que es toda esta sensación que me brota de mi cuerpo, sobre todo cuando lo miro, me estaré interesando en él no lo sé, pero cada vez que me habla mi cuerpo se hipnotiza y la fuerte necesidad de tenerlo cerca, me tienen confundida, no creo tener la valentía de confesarle lo que estoy sintiendo y más después de la forma que me explico en ese restaurante el tema de los besos.—Es aquí por favor –le informo para que estacione el auto, de inmediato Daniel baja para abrirle la puerta a Carla al igual que Mauricio hace lo mismo conmigo ofreciéndome su mano.—¿Pensaste que no sería un caballero? —me pregunta mientras estoy sujeta a sus manos.—En mis sueños siempre lo has sido –respondo sin pensar y ahora es él quien sonríe.— ¿Acaso has soñado conmigo? –averigua con dudas.—De verdad quieres saberlo –presiono y su mirada me desarma por completo.—Sería interesante escuchar qué tan lejos hemos llegado –susurra y lentamente se aleja un poco de mi por
MauricioLuego de haber llevado a Carla y Gabriela hasta su casa, quise pasar a saludar a mis padres no quiero que piensen que me he olvidado de ellos simplemente porque decidí vivir en el apartamento que me compre hace dos meses.—Pero mira nada más a quien tenemos por aquí, al soltero más cotizado del momento —comenta mi hermana Camila dándome un fuerte abrazo.—No exageres solo hace unos días me cambie —le dejo saber.—Hola Daniel que tal como estas —lo saluda mientras nos acomodamos en la sala de mi casa.— ¿Mis padres? —Pregunto insistente.—Están en el despacho con Cristian terminando de organizar los últimos detalles para el lanzamiento de mi nuevo libro, que promete ser una maravilla y espero que ese día nos acompañes —me advierte.—Cuenta conmigo —le informo.—Y tú también puedes venir si quieres Daniel —le comenta—No sé si será buena idea, no quiero tener ningún tipo de rose con tu esposo —trata de explicarle ya que Daniel fue novio de mi hermana y a Cristian no le agrada m
GabrielaHoy volví a soñar con mi Iron Man pero lo más increíble es que en ese sueño el me beso y sentí como mi cuerpo respondía a cada uno de los besos que me daba, ya no me puedo engañar, estoy enamorada de Mauricio Lescuyer y tan solo de pensar en él, me pongo a temblar como una hoja haciendo que todos mis sentidos se descontrolen, y por primera vez en mi vida tenga la ilusión de amar a un hombre sin pensar en nada.Salgo del elevador que está en este centro médico y me dirijo al escritorio de Guadalupe.—Buenas tardes Lupe — ¿Cómo has estado?— le pregunto amablemente.—Muy bien gracias a Dios, Gabriela es que te llamas ¡cierto! —me responde con una sonrisa.—Si… contesto.—Me imagino que vienes para tu consulta con el Doctor Mauricio, él está atendiendo a una paciente, si gustas puedes tomar asiento mientras voy confirmando tu llegada ¿te parece? —me informa.—Está bien, pero siempre soy la última y me toca esperar bastante, será podemos conversar un rato ¡digo si se puede! —le in
MauricioHa pasado una semana desde que vi a Gabriela y me pregunto porque no ha venido a sus terapias, no creo que este muy ocupada con la universidad, puesto que la última vez que hablamos me dijo que había ganado la materia más difícil y por eso estaba tan contenta, pero su ausencia me está matando, y si no viene hoy al consultorio iré a visitarla.—Buenas tardes doctor Mauricio —Escucho la voz de Gabriela mientras cierra la puerta del consultorio alegrándome por completo la tarde.—Mi Gaby linda te estaba esperando y le brindo mi mano para saludarla.— ¿Quiere que lo salude por cortesía o por gusto? —me pregunta dejándome la mano extendida.— ¿Cómo así? ¿Ha pasado algo Gaby? —digo desconcertado.—No ha pasado nada doctor, atiéndame y luego hablamos —contesta un poco seria acomodándose en la silla frente a mi escritorio.—Yo creo que primero hay que dialogar, es muy importante por tu salud emocional –le explico.— ¿No se acuerda que fue lo que me hizo? —pregunta con mirada matadora
GabrielaMe parece un sueño estar aquí, en este apartamento aunque sean por pocas horas, serán las más eternas de mi vida y por primera vez deseo tanto que no pare la lluvia para que el tiempo se haga largo y pueda conocer al amor de mi vida, de la manera que muchas veces lo he imaginado.—Se que te estás muriendo del frio Gaby, que te parece si mientras ponemos a secar tu vestido te presto una de mis camisas, es el único vestuario que puedo ofrecerte —me deja saber haciéndome reír.—Una de tus camisas está bien, pero antes ¿puedo utilizar tu baño y una toalla para secarme? —le pregunto porque de verdad me urge.— ¡Claro! Utiliza el que está en mi cuarto, es al fondo a la derecha y enseguida sacas del closet la camisa y todo lo que necesites, yo ocuparé el de visitas —me dice amablemente y no puedo creerlo conoceré el lugar donde duerme todas las noches.Al ingresar a su cuarto observo su espléndida cama, aunque un poco desordenada típico de un hombre soltero, para luego dirigirme a